Hoy…
El teléfono en el escritorio de su asistente suena insistentemente, con un bufido se pone de pie, observa a todos lados y no se ve por ninguna parte a la tonta esa, porque así es como Amaro pensaba de Claire.
—¡Aló! —le grita al interlocutor.
—Di-disculpe, le estoy llamando de la fundación Darling Marchetti, para saber si confirmará la asistencia a la gala de beneficencia de pasado mañana.
—Si no me queda más remedio, pues ya qué…
—¿E-ese es un sí? —pregunta la chica asustada y Amaro le grita.
—¡¡Sí!!
Corta la llamada con violencia y se regresa a la oficina, pero no lleva ni la mitad del camino cuando suena otra vez el teléfono. Camina de regreso al escritorio y en lugar de responder el teléfono, arranca el cable, para luego encerrarse en su oficina con un fuerte golpe de la puerta.
Se sumerge en el trabajo, que ahora mismo es revisar un nuevo proyecto de domótica, uno que podría revolucionar la industria si se desarrolla de la mejor manera posible.
La puerta se abre, levanta la cabeza para mandar al demonio a quien se ha atrevido a entrar de esa manera, pero al ver que es su madre, solo se pone de pie para que ella pueda abrazarlo. No le gusta, pero desde que su padre murió hace un año, le permite lo que sea.
—Te ves cada vez más guapo… esos brazos, hijo, un día van a reventar tu traje.
—Solo es ejercicio y buena comida, nada más que eso —se sienta otra vez y observa a su madre.
—Quería saber si irás a la gala de la fundación de Marchetti.
—Claro que sí, aunque no me entusiasme la idea, pero allí irán muchos empresarios y podría crear alguna sociedad…
—¡No irás a eso! Quiero que vayas a conocer gente, a distraerte y entregar esta donación —saca un cheque de su cartera y se la entrega, Amaro la ve y casi se infarta.
—Ni sueñes que entregaré este monto, es un absurdo.
—Es mi dinero, lamentablemente a mí me invitaron, pero no podré ir, me iré de viaje hoy a Santorini.
—Esto es absurdo… no entiendo que una fundación requiera de tanto dinero, solo son un montón de mocosos que saben hacer algo.
—A los quince años eras un mocoso que hacía muchas cosas, como diseñar tus primeros prototipos de tarjetas gráficas, que resultaron un éxito… no todos tienen talento para la informática, pero eso no quiere decir que no valga la pena.
«Sabes que amo el arte y esos muchachos son unos genios.
Amaro solo gruñe en respuesta y guarda el cheque. Su madre se queda unos segundos más, se despide de él con un abrazo aún más fuerte y se va, dejándolo desconcentrado, por lo que decide ir por un mocaccino a la cafetería de enfrente.
Esa es de las pocas cosas que le gusta hacer por sí mismo, porque normalmente en el proceso logra encontrar respuestas a cosas que no entiende.
Nada más llegar, la chica del mostrador se mueve para prepararle el café.
—Señor Leone, que agradable sorpresa —por saludo Amaro le deja la tarjeta de crédito encima para que cobre el café y cuando está listo ella se lo entrega.
Busca uno de los asientos más alejados de la entrada, en donde nadie puede chocar con él ni por casualidad. Un par de amigas entran al lugar, se lo quedan viendo unos segundos, coqueteando y sonriendo, pero él solo les devuelve una cara de desagrado que las hace encogerse.
Está a la mitad del vaso, cuando llega una pareja joven, ella se ríe muy alto y se burla de algo que vieron, trata de no prestarle atención, pero por alguna razón la voz de la muchacha lo atrae, ella se apoya en el mostrador, mira el lugar y su mirada se topa con la de él solo dos segundos.
Amaro se voltea a la ventana algo nervioso, mientras que ella solo se encoge de hombres y pide algo. Unos minutos después, caminan hasta una mesa que queda cerca de Amaro, quien ya se siente molesto porque no puede pensar en su proyecto por culpa de los cuchicheos de la chiquilla y su novio.
Le queda un poco de café, pero no quiere seguir allí, así que se pone de pie y camina con prisa, la chica se pone de pie justo cuando él va pasando por su lado, le derrama el café encima y la ve caer, pero la sostiene por la cintura con fuerza, atrayéndola a su cuerpo.
Sus ojos negros se enfrentan con los ojos celeste de la chica y se queda como hipnotizado, hasta que ella lo aparta con violencia y se quita el suéter.
—¡Maldición! Me ha dejado completamente bañada, menos mal que esa cosa no estaba caliente.
—Al menos podrías agradecer que no te dejé caer.
—Pues gracias —le dice ella y camina hacia el baño, pero Amaro no se siente satisfecho, acostumbrado a que todos le hagan una reverencia, por lo que la toma del brazo con fuerza y ella lo ve levantando sus cejas—. ¿Disculpe?
—Esa no es manera de agradecer, ¿acaso tu madre no te enseñó modales?
—No, porque no tengo y mi padre, que tampoco tengo, me dijo que las gracias deben salir desde dentro con sinceridad, pero yo no siento nada de eso, a menos que me lave el suéter, ¿lo hará?
—Eres una mocosa malcriada, si fueras mi hija, te daría dos nalgadas.
—Y si usted fuera mi padre, ya me habría ido de la casa.
La chica se suelta, Amaro intenta acercarse a ella, pero el chico se pone en medio. Es muy joven, pero casi tan alto como él. Toma a la chica de la mano y la saca de allí, antes de que se ponga más odiosa.
—¡Diablos, Alessia, solo tenías que ser un poco amable! La señorita D’Angel te lo ha repetido miles de veces o no conseguirás un mecenas.
—¡No me interesa! Con lo que Daryl me da me conformo.
—Pero no estará siempre, ¿qué pasa si encuentra una mujer y se casa?
—¿Eres ciego? Él no se casará con nadie, porque está enamorado de su exesposa, y yo tampoco me casaré, así que me quedaré con él.
—Estás loca —le dice rodando los ojos y quitándose su chaqueta para cubrirla.
—Claro, ¿de qué otra manera serías mi amigo?
Se ríe y caminan abrazados hacia el auto que los espera. Amaro sale del lugar tras ellos, los ve entrar en la parte trasera de un auto lujoso y levanta las cejas.
—Otra hijita de papi consentida… que pena.
«¿Y pena por qué? Ni que la chiquilla te interesara», le dice su consciencia, pone su cara de malhumor y entra al edificio, pasando por alto a todos los empleados. Para cuando llega a su oficina, su asistente está sentada allí, tratando de conectar el teléfono, se encierra y esta vez logra concentrarse mucho más que antes.
Para cuando termina, el atardecer cae en la ciudad y también el recuerdo de aquellos ojos celestes vivarachos, que lo hacen sonreír. Pero la sonrisa se le pierde cuando recuerda la manera en que la chica le habló.
Él no estaba acostumbrado a eso, los últimos siete años se había dedicado a forjarse un carácter fuerte y nadie se atrevía a desafiarlo, pero lo peor de todo era que le había gustado que la mocosa lo hiciera.
Toma sus cosas y sale de allí con rumbo a su departamento, donde espera estar solo, comer algo y luego dar vueltas en la cama como siempre, sin conseguir dormir como antes.
Un bufido de molestia se le escapa y luego solo se resigna a que eso es lo mejor para él, porque así no se olvida de la humillación de la que fue objeto y que cada mujer en el mundo se merece sus desplantes.
Aunque una salió más rebelde y pronto se la volvería a encontrar.
La señorita D’Angel se lleva los dedos pulgar e índice al puente de la nariz, aprieta fuerte, cierra los ojos y cuenta hasta el infinito para lograr calmarse, porque si no terminará lanzando a su alumna por la ventana. —Alessia, desde el inicio —le dice un poco más compuesta—, te estás adelantando medio tiempo en la tercera… —Esa es la idea, no quiero que sea la melodía aburrida que compuso Bach —le dice la chica adquiriendo la postura de nuevo frente al atril. —Si no vas a tocar como él la compuso, no tiene sentido que la toques —le dice la mujer con voz firme cerrado el libro de partituras, pero Alessia no deja de lado el violín, acerca el arco a las cuerdas y comienza a tocar suavemente la melodía que su mentora le ha cerrado. —¿Qué sentido tiene que toque tal como él lo ha hecho? —dice la muchacha sin dejar de mirar a los ojos a su mentora—. ¿No quiere decir eso que no tengo talento? —¿Crees que puedes hacer algo diferente? Entonces hazlo… —le dice la mujer levantando las mano
Daryl sabe que está en problemas con esa chiquilla, así que se apresura a explicarle antes de que le dé con el violín. —¡¿Qué?! Sólo es el dinero que me diste aquella vez y que yo metí en el banco, pero ya que no daría muchos frutos, se lo di a alguien para que lo manejara… te alcanza para un vestido de diseñador si se te da la gana y para zapatos. —Sólo el vestido, lo zapatos ya me los dio Roger —los dos la observan sorprendidos—. Sí, son los de aquel día… están intactos en su caja y aún me quedan —deja salir un bufido y rueda los ojos—. Vámonos antes de que ya no quiera salir. Pero saben que es mentira, Alessia adora salir, casi todos los días, para respirar aire, ver gente y soñar que un día no podrá hacerlo de lo famosa que será. Cuando se suben al auto, Roger se ríe de ella porque dramatiza todo lo que le pasa, mira la tarjeta que Daryl le dio y le entra la curiosidad de saber cuánto dinero hay allí. «Pero sabes que hay cosas que es mejor no tener idea», le dice su consciencia
Los toques en la puerta de Alessia la sacan de su meditación, se pone de pie y camina hasta ella, para ver quién demonios la interrumpe. Al abrirla se queda con la boca abierta, lista para pelear, pero no lo hace, porque quien está allí es Daryl. —Llegó la estilista. —Gracias… —Tranquila, será tu noche, aun cuando no consigas a nadie, te aseguro que te oirán y nunca te olvidarán. —Eso sería posible solo si consigo ser yo misma, no la copia de una melodía ya hecha. —Lo harás bien, anda… te quiero hermosa. La estilista entra y Alessia solo suspira con resignación, pero luego de dos horas, cuando se mira al espejo y se ve maquillada y peinada, solo puede tocar su reflejo sin dejar de sonreír. —Gracias, ha quedado perfecto. La mujer solo sonríe y se despide de ella, deseándole toda la suerte del mundo. Luego de eso es colocarse el vestido, alistar su violín y esperar a que Roger pase por ella para bajar juntos del brazo. Vu
Amaro podría ver a la chica que se mueve por todo el lugar con gracia y esa sonrisa pegada a su cara, o a Roger que parece inmerso en un mundo de pintura, pero no… está clavado en los dedos de Alessia, quien no deja de moverlos para producir aquella melodía tan hermosa, tiene el ceño fruncido, absolutamente concentrada y pareciera que solo existe ella y el violín.Cuando la chica deja los últimos acordes en el aire con suavidad, Jazmine queda en la misma posición que comenzó y Roger deja el pincel a un lado, para mostrar su trabajo.Alessia se permite abrir los ojos, para mirar a Roger y sonreírle.«Dios, esa sonrisa… es bellísima», se dice internamente Amaro, quien entiende que solo el chico es merecedor de aquella expresión tan limpia y pura. Sin darse cuenta, se encuentra aplaudiendo junto a los demás observadores. Alessia se acerca a Roger, lo abraza
Aquellos ojos de Alessia que no notó el otro día en la cafetería lo envuelven de una manera que no se puede explicar, son de un celeste tan puro, tan hermoso y es casi como si pudiese ver su alma a través de ellos.Lo que Amaro no sabe es que el alma de Alessia está bloqueada para todos, incluso para sus más cercanos.—Lo siento —le repite Amaro, porque le ha dañado aquel vestido tan hermoso. Se quita el pañuelo de seda que lleva en el traje y se lo entrega.—Pues parece que se le hizo costumbre derramarme cosas encima —el tono que usa es muy suave y precisamente por eso Amaro sabe que es hombre muerto, aunque no es que le tema a una enana que seguro no sabe ni cruzar la calle sola.Le acepta el pañuelo y se limpia un poco, pero lo cierto es que no servirá de nada, así que se lo regresa. En lugar de recibirlo, Amaro la toma del brazo y se la lleva de all&i
La mujer recibe el cheque y se ahoga con su propia saliva, porque aquella cantidad era más de lo que se había reunido para los cinco juntos. —¿E-está seguro? —Sí, al menos por los próximos seis meses, si la señorita Vitale consigue componer una melodía que me satisfaga, entonces lo extenderé por seis meses más, pero para la fundación. —Claro —responde la mujer casi sin aliento y lo hace firmar un documento de acuerdo para justificar los montos. Amaro se aleja de allí en cuanto estampa su firma y deja una nota para Alessia en un sobre cerrado, vuelve a buscarla y se da cuenta que no está por ninguna parte. Por alguna razón, decide caminar hacia la escalera, pero se da cuenta que está el paso restringido. Se dirige a la puerta principal, para irse de allí, pero la mujer de antes se le acerca y lo detiene. —¿Te gustaría ir a otro lugar? ¿Tal vez uno más íntimo? —se le pega y comienza a pasar sus manos por los brazos del hombre, quien la observa serio. Tal vez podía permitirse por e
Luego de pasarlo fatal con aquella mujer, Amaro sale de la cama por completo molesto. Si algo detesta en una mujer es que esté tomada, a él le gusta que sus mujeres estén lúcidas y coordinadas, una mujer borracha solo es más escandalosa, pero no aporta nada en la cama. —¿No dormirás conmigo, cariño? —le dice la mujer estirando su mano por la cama para alcanzarlo y él la mira con asco. —Por supuesto que no, si hay algo que detesto es el olor a alcohol y a vómito en las mañanas… y yo no duermo con nadie. Sale de allí sin esperar alguna respuesta de la mujer y baja por el ascensor con la rapidez de quien escapa de sus demonios. En la entrada del edificio lo espera su chofer y lo lleva a casa, en cuanto llega se va directo a la ducha, para quitarse el olor a perfume caro en una mujer barata, y se va al gimnasio a correr. Para las siete de la mañana vuelve a bañarse, cierra los ojos mientras el agua le corre por el cuerpo y pega la frente en la fría pared de baldosas. Y de la nada, com
Los días pasaron para ambos, mientras que para Alessia se han tornado más exigentes, porque no solo debe practicar, sino que también debe trabajar en la melodía que el ogro exigió en el trato. Sin embargo, a pesar de eso, casi ni piensa en el hombre, puesto que ha quedado en una parte alejada de su memoria y tal vez es lo mejor… o no.En cambio, para Amaro, el asunto es por completo distinto.No deja de pensar en la muchachita, que no tiene novio, que no ha besado a nadie en su vida y que en verdad es inocente. Porque puede ser traviesa, desafiante, decidida y segura de sí misma, pero eso no le quita la inocencia que carga.Recuerda una y otra vez la conversación con ella, en donde le dice que estaba pensando en él y en la mujer con quien dejó la gala, de la cual ya ni se acuerda del nombre.—No entiendo… ¿por qué no dejo de pensar en ella? ¿Será