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Capítulo 4: El vestido perfecto

Daryl sabe que está en problemas con esa chiquilla, así que se apresura a explicarle antes de que le dé con el violín.

—¡¿Qué?! Sólo es el dinero que me diste aquella vez y que yo metí en el banco, pero ya que no daría muchos frutos, se lo di a alguien para que lo manejara… te alcanza para un vestido de diseñador si se te da la gana y para zapatos.

—Sólo el vestido, lo zapatos ya me los dio Roger —los dos la observan sorprendidos—. Sí, son los de aquel día… están intactos en su caja y aún me quedan —deja salir un bufido y rueda los ojos—. Vámonos antes de que ya no quiera salir.

Pero saben que es mentira, Alessia adora salir, casi todos los días, para respirar aire, ver gente y soñar que un día no podrá hacerlo de lo famosa que será. Cuando se suben al auto, Roger se ríe de ella porque dramatiza todo lo que le pasa, mira la tarjeta que Daryl le dio y le entra la curiosidad de saber cuánto dinero hay allí.

«Pero sabes que hay cosas que es mejor no tener idea», le dice su consciencia y decide que en esa oportunidad, tiene razón.

Entran a una tienda en donde solo venden ropa de hombre y Roger no se tarda ni un minuto en elegir lo que quiere.

—¡¿Es en serio?! —exclama Alessia muy sorprendida por la rapidez de su amigo—. Eso ha sido mucho más rápido que cuando vamos por tus pinturas.

—Oh, eso es sencillo —coloca la cajita en donde ambos elementos estás juntos al lado del rostro de Alessia y sonríe—. Esto es exactamente como el color de tus ojos.

—¡No me jodas, Roger! —le dice apartando la caja de un manotazo—. No me vayas a salir con esas cosas tan cursis ahora.

—Sabes que no es por algo sentimental, si es lo que te preocupa, pero en una de las noches más importantes para mí, quiero que tú y yo estemos lo más sincronizados como sea posible, después de todo me inspiraré en ti para pintar, no en Jazmine. Siempre ha sido así.

—Estás loco.

—Claro, por ese eres mi amiga.

Ella se ríe, aquella siempre es su respuesta para cuando Roger le dice lo mismo. Se dirigen a la caja, para pagar y Alessia ve unas mancuernillas del mismo tono que le fascinan, sin pensarlo, las toma sin que él se dé cuenta y para cuando él termina de pagar, Alessia le pide a la chica que se cobre aquellas hermosuras.

Roger frunce el ceño, pero Alessia se lo desfrunce cuando le entrega la caja.

—Yo llegaré tus zapatos y tú mis mancuernillas…

Sin decir nada, le da un abrazo y salen de allí para comprar el vestido de Alessia. Roger la ayuda a que elija uno, pero ella no se convence con ninguno.

Su amigo sabe que no le gusta mostrar mucho, así que le muestra algunos cerrados y de manga larga.

—No podré moverme bien con ese.

—Ok… ¿y este de manga corta? —Alessia lo toca y tira un poco de la costura, pero es Roger quien responde por ella—. Sigue siendo rígido.

Roger se gira y ve uno realmente precioso. Es sin mangas, de color azul marino, con un cuello muy cerrado, no muy ceñido al cuerpo tal vez, en todo el borde del cuello tiene unos detalles en pedrería plateada y definitivamente es elegante y perfecto para la gala.

—Mira este —Alessia se gira y se queda con la boca abierta.

—Ese está hermoso, me fascina… lo quiero.

—Combina perfecto con los zapatos —ella asiente, le mira el precio y se lleva las manos al pecho.

—A menos que Daryl invirtiera mi dinero en dr0gas, no creo que me alcance.

—Yo te presto lo que falte, llévatelo.

Él mismo lo saca y se van a la caja, allí Alessia pasa la tarjeta con cierto temor, pero pasa sin problemas. Los se miran con los ojos abiertos y luego se ríen, porque la hipótesis de Alessia sobre el dinero es imposible.

Al salir de allí, deciden ir por un helado, porque seguro no podrán salir en varios días más.

Al llegar a la mansión, se van directo al cuarto de Alessia, Roger se gira hacia la pared para que ella se pruebe el vestido y cuando su amiga le indica que ya puede ver, se queda embobado.

—Si no fuera como incesto, te propondría matrimonio —le dice él y ella se carcajea—. Te ves hermosa, y con la visita de la estilista que Daryl te contrató, te verás estupenda mañana.

Se acerca a ella y le da un fuerte abrazo, pero ella lo aparta y le dice firme.

—Te toca, vamos… quiero ver cómo me veré contigo mañana, bajando del brazo por las escaleras.

Y tras pararse frente al espejo de Roger, con él vestido con el traje negro y su conjunto nuevo de accesorios, en verdad los dos se ven magníficos.

Luego de eso, cada uno guarda su atuendo para el día siguiente, Alessia baja por su violín, mientras ve a Jazmine practicar el baile de la gala, ese que hará sola.

Se encierra en su cuarto, no sale de allí más que para almorzar y cenar. Por la noche, para cuando ya está rendida, se tira en la cama con su pijama de conejitos, el cabello desparramado y mirando al techo.

—Mamá, papá… espero que estén muy orgullosos de mí…

Se limpia las dos lágrimas que se permite salgan de ella y se mete bajo las cobijas, abraza la almohada, deja salir un suspiro y se deja llevar por el sueño, sabiendo que al día siguiente muchas cosas se definirían para ella, pero sin tener idea de hasta dónde tomaría el rumbo su vida tras la velada.

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