Bianca se marchó cabizbaja, estaba desesperada, su abuela se moriría si tenía que sacarla del hospital privado por no tener conque pagar la cuenta. Si tan solo el hospital público hubiese aceptado operarla cuando le tocó la segunda operación, ella no estaría en esa situación tan desesperada.
Su abuela había sido diagnóstica con muerte cerebral, por eso el hospital público se negó a operarla de nuevo para intentar salvarla, quería desconectarla para que muriera, pero ella se opuso y se la llevó a uno privado. La operación consumió todos los ahorros que tenía y ya no sabía de donde sacar dinero.
Y aún tenía que pagar su estancia en el otro hospital privado para pacientes terminales donde tuvo que llevarla después de la operación, porque si la enviaban de nuevo al público al cabo de un par de meses la desconectarían.
Bianca sentía que se lo debía a su abuela, su Nonna era la única que la había apoyado y consolado después del accidente y de la pérdida de su bebé. Nunca la juzgó, ni le reprochó su error, de ella solo obtuvo amor y comprensión.
Ella amaba mucho a su abuela, era el único familiar con el que podía contar para lo que fuera.
Con la negativa de su padre a ayudarle, necesitaba encontrar un buen empleo, de preferencia con seguro médico. Un cibercafé llamó su atención y entró dispuesta a rentar una computadora para ver las páginas en búsqueda de empleo.
Una vez sentada frente a la máquina, entro a un conocido portal de ofertas de trabajo y creo rápidamente un perfil profesional. Al terminar le dio al botón de buscar empleo y las ofertas fueron apareciendo, vio que la primera era de asistente en Rizzo & Fiori.
Un trabajo demasiado bueno como para dejarlo pasar. La oferta estaba por cerrar, llenó la planilla, la imprimió, pagó el servicio y salió corriendo de allí. Ese mismo día eran las entrevistas y aún estaba a tiempo de llegar.
Tuvo que gastar una gran parte del dinero que llevaba en un taxi para poder presentarse a tiempo en la empresa, si no obtenía el empleo no sabía cómo comería los días siguientes, le había pagado al hospital casi todo el dinero que tenía.
Al entrar al edificio se sorprendió por lo lujoso y bonito que era todo. Antes, cuando era Bianca Romano, la hija consentida de Dante Romano estaba acostumbrada a ese lujo y le parecía normal, pero desde que la echaron de la casa había vivido de forma muy precaria.
La recepcionista la sacó de sus pensamientos al preguntarle lo que deseaba, Bianca presentó su planilla y la hicieron subir al último piso. Al llegar a la oficina donde se estaba llevando a cabo la entrevista se dio cuenta de que el lugar estaba lleno de candidatos.
―El mismo Lorenzo Rizzo está haciendo las entrevistas ―le dijo la chica que estaba sentada a su lado. ―Está buscando una asistente para él, uno de los requisitos es que debe saber de perfumes y lo más importante ―continuó la chica ―debe tener mucha paciencia para soportarlo a él, dicen que es un jefe muy exigente y malhumorado.
Un par de horas después solo quedaba Bianca para hacer la entrevista, a medida que pasaba el tiempo se fue poniendo muy nerviosa.
―Pase, señorita Romano, el señor Rizzo la está esperando.
Bianca entró en la oficina de Lorenzo Rizzo y se encontró con los ojos oscuros de la examinaron antes de pedirle que se sentara. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo ante la mirada penetrante de él.
La chica le entregó su hoja curricular y Lorenzo comenzó a leerla.
A medida que sus ojos se deslizaban por la página su ceño se iba frunciendo. Al terminar la miró a la cara, era una joven pelirroja muy bonita, su ropa se veía de buena calidad, pero era vieja.
Solo había hecho un año de universidad por lo que no era la adecuada para el puesto, además decía que había estudiado con un maestro perfumero reconocido, pero al lado de la información decía “sin certificado” lo que quería decir que no había terminado el curso.
Algo extraño en él, es que se vio especulando sobre la joven, pensó que quizás su familia se había arruinado y por eso se vestía de esa manera y no había podido culminar sus estudios.
―Lo lamento, señorita Romano, por su hoja curricular no está usted calificada para este puesto.
―¿Y no hay nada disponible donde pueda trabajar? No me importaría hacer otra tarea, señor Rizzo, necesito trabajar con urgencia.
En un primer momento la suplica le molestó a Lorenzo, le molestaba la gente pedigüeña, pero algo vino a su mente de repente, pronto necesitaría una niñera para Gianna porque la que tenía en ese momento había renunciado y se marcharía al cabo de un mes. Solo disponía de ese tiempo para encontrarle una sustituta adecuada.
―Sí, hay otro puesto en que podría encajar. Dígame, señorita Romero, ¿le gustan los niños?
Antes de que Bianca pudiera responder la puerta se abrió y la hija de Lorenzo entró corriendo detrás su agotada niñera que entró disculpándose. Lorenzo levantó la mano para callar a la mujer.
―Por favor, espere afuera ―ordenó Lorenzo a la niñera.
Bianca vio como un torbellino pelirrojo se acercó corriendo a Lorenzo para darle un gran abrazo, su corazón se encogió un poco al pensar que su hijo tendría la misma edad de esa niña y quizás el mismo tono de cabello.
―Disculpe, señorita Romano...
En eso la pequeña Gianna se giró para mirar a Bianca, una gran sonrisa se asomó a su rostro, salió de los brazos de su padre y se paró delante de la joven, una pequeña mano tomó un largo mechón de pelo rojo de la sorprendida Bianca y unos ojos verdes como los suyos la miraron con la confusión reflejada en la cara.
―¿Eres mi mamá? ―preguntó con la esperanza brillando en sus ojos.
La cara de Bianca se desfiguró del dolor, pero Lorenzo no se dio cuenta porque miraba sorprendido a su hija.
No, mi princesa, la señorita Bianca y yo estamos hablando de un trabajo, y sabes que no puedes entrar a mi oficina de esa manera ―reprendió Lorenzo a Gianna con cariño ―Ve con tu niñera y espera que nosotros terminemos de hablar ¿Sí? ―Pero, la señorita Bianca no se irá. ¿Verdad, papá? Ella es mi mamá perfecta ―aseguró Gianna. ―No, no se irá ―respondió Lorenzo para asombro de Bianca. La niña depósito un beso en el rostro de la sorprendida Bianca y salió de la oficina de su padre. Bianca se preguntó cómo era posible que Carmina hubiese abandonado de esa manera a su hija, que no daría ella por tener a su hijo con ella. Desde que su prima se había casado con Lorenzo se distanció totalmente de su familia Romano y cuando ocurrió su accidente ni siquiera la fue a ver. La llamó para pedirle ayuda cuando su padre la echó de la casa y su prima simplemente le había colgado el teléfono. Lo último que escuchó de ella era que se había mudado a Londres a vivir la gran vida con el dinero que le h
Bianca estaba en la habitación de Gianna acomodando la ropa de la niña cuando escuchó llegar a Lorenzo con su hija. ―Mamá, mamá ―gritó la niña corriendo por toda la casa. Bianca se asomó a las escaleras pensando que quizás Carmina había vuelto de visita, para su asombro, Gianna soltó un gritito de felicidad al verla y subió corriendo las escaleras. Bianca temiendo que se hiciera daño comenzó a bajar con prisas hasta que la niña cayó en sus brazos. ―Mamá, no fuiste al colegio, era día de mamás y yo me escondí y lloré, lloré y lloré hasta que llegó papá y me dijo que estabas en casa ―dijo Gianna abrazándola con fuerza. Bianca miró a Lorenzo confusa y él le hizo señas de que después le explicaría. ―No sabía que era día de mamás en el colegio, mi pollito ―le respondió Bianca con suavidad mientras la cargaba y subía las escaleras con ella para llevarla a su habitación. ―¿La próxima irás, mamá? ―preguntó la niña mirándola con sus grandes ojos verdes. ―Sí, la próxima vez te acompañaré
Bianca se quedó mirando a Lorenzo sin palabras ante la amenaza que le hizo, durante una fracción de segundo pensó en retractarse, pero se recordó la promesa que le hizo a su abuela. ―Nunca haría sufrir a un niño, al menos no intencionalmente, pero le aseguro, señor Lorenzo que educaré a Gianna lo mejor que pueda, con afecto y valores. ―Lorenzo, no me digas señor, se vería extraño si vamos a casarnos ―alegó él. ―Está bien... Lorenzo ―dijo con timidez. ―¿Tienes familia a la que notificarle de la boda? ―No, soy huérfana ―respondió mintiendo en parte porque en realidad no tenía a nadie que pudiera acompañarla ―No hay nadie a quien invitar. ―Lo lamento, pero piensa que ahora tendrás una hija. ―Sí, Gianna será mi hija de ahora en adelante ―contestó ella pensando en su bebé y rogando que tuviese una madre que lo amara. ―¿Trajiste todas tus cosas? ¿Hay algo que quieras de tu casa? Porque no volverás a vivir allí ―Traje una maleta con lo esencial no pensé que me quedará para siempre.
Cuando subieron al coche el teléfono de Lorenzo comenzó a sonar, era la niñera que lo llamaba porque Gianna se había despertado y estaba llorando por su mamá. No había logrado calmarla, al fondo se oía a la pequeña que lloraba a todo pulmón. ―Papá, me dijiste que cuando despertara mi mamá estaría aquí y no está ―sollozó la pequeña. ―Vamos en camino, mi princesa, te pondré a mamá para que te diga cuando llegamos que voy conduciendo el coche ―dijo Lorenzo a su hija. Bianca tomó el aparato que él le tendió. ―No llores, mi pollito, que ya voy en camino, mi maleta se había perdido. ―Mi papá te comprará ropa, pero ven ya, mamá ―pidió la niña haciendo un puchero. ―Ya voy, corazoncito, pronto llegaré. ¿Por qué no sacas tus vestidos más lindos para que cuando yo llegue veamos que te pondrás mañana para la boda? Dile a la niñera que te ayude ―le propuso para calmarla. El viaje de regreso lo hicieron más rápido que el de ida, cuando llegaron a la casa, Lorenzo bajó la caja con el vestido d
Bianca bajó por las escaleras y se encontró con que Gianna y la niñera la estaban esperando, la niña estaba impaciente por salir a la boda. Al verla descender la miró con una gran sonrisa. ―Está muy bonita, mamá, pareces un ángel ―le dijo la niña emocionada. ―El ángel eres tú, mi pollito, con ese vestido pareces una princesa ―le respondió Bianca. ―¿Dónde está Lorenzo? ―le preguntó a la niñera. ―El señor Lorenzo se marchó, dijo que la esperaba en el lugar, señora ―le respondió la niñera. ―Vamos, Dora, ayer era Bianca y hoy soy señora ―le dijo a la niñera. ―Al casarse con el señor Lorenzo ahora es la señora de la casa y es mejor que nos marchemos si no quiere llegar tarde a su boda. Gianna tomó su mano y al salir de su casa, Bianca se encontró con una limosina adornada con lazos. ―¡Oh! Me encanta este coche ―exclamó Gianna subiendo a él cuando el chofer le abrió la puerta. El paseo fue divertido para las tres y tuvieron que sostener a Gianna cuando se dio cuenta de que el techo
Lorenzo miró sorprendido a Fabián y una mirada de sospecha se instaló en su rostro al pensar que Bianca pudiera haber tenido una relación con su mejor amigo. La vio palidecer antes de poner una sonrisa en su rostro. ―Sí, hace unos años tuve un grave accidente automovilístico, estuve meses hospitalizada y el doctor Conte fue mi médico entonces. Una sensación de alivio recorrió el cuerpo de Lorenzo, su amigo podía ser un mujeriego, pero nunca se enredaba con una paciente. ―Sí, es cierto ―confirmó el médico ―¿Cómo estás, Bianca? ―Casándome ―dijo ella en broma para romper el incómodo momento. Bianca logró su propósito y el ambiente se relajó. Un fotógrafo que Lorenzo había contratado para que cubriera el evento tomó múltiples fotos. Los novios posaron solo, junto a Gianna y los abuelos. ―Quiero una foto con Gianna ―dijo Bianca para que la niña tuviera el recuerdo de ese día. La niña y ella hicieron varias poses juntas y las fotos quedaron muy bien. ―Su hija y usted se parecen much
Al final de la tarde, Bianca se despertó en la clínica privada de Fabricio, tenía puesta una vía en el brazo, Lorenzo estaba parado en la ventana mirando hacia la calle, dándole la espalda. ―¿Qué me ocurrió? ―preguntó Bianca llevándose la mano a la cabeza ―Te desmayaste al final de la comida, nos pegaste un buen susto ―explicó Lorenzo con la seriedad marcada en las facciones. ―Lo lamento, no sé qué me pasó. Bianca trató de recordar que le había ocurrido, pero su mente estaba en blanco. ―Estamos esperando los resultados de los análisis de sangre. Dime una cosa, Bianca ¿Estas embarazada? ―¡Por Dios! Claro que no. ―Tal vez debí preguntar antes, pero ¿había un hombre en tu vida? ―En este momento no, lo hubo una vez, pero con mi memoria se fueron los recuerdos de esa persona y si en este momento se pusiera delante de mí no lo reconocería ―confesó Bianca. ―¿Él se fue? ¿Te abandonó? ―preguntó Lorenzo. ―Supongo que sí, porque mi familia no sabía nada de él. Y después de mi accidente
Bianca saltó de la cama al sentir el pecho desnudo de Lorenzo en la punta de sus dedos, una especie de corriente eléctrica atravesó su cuerpo, concentrándose en su zona íntima. Sorprendida y avergonzada se dio cuenta de que Gianna no estaba en el medio de ambos. Con sus ojos revisó la habitación buscando a la niña. Ella era su escudo contra Lorenzo. ―Gianna se despertó muy temprano y la llevé con la niñera para dejarte descansar un poco más, ayer fue un día muy ajetreado para ti y me imaginé que estabas cansada ―explicó Lorenzo atrayendo los grandes ojos verdes de esposa a su rostro ―Sí, gracias, iré a darme una ducha ―dijo dirigiéndose al baño de inmediato. Pensó que se llevaría algunas mudas de ropa a la otra habitación por cualquier emergencia o mejor dicho para facilitar su huida. El día a día no supuso ninguna carga para Bianca, disfrutaba de la compañía de la Gianna y tenía tiempo de trabajar en sus ilustraciones. El año que hizo en la universidad estudió diseño, quería ser i