Cuando subieron al coche el teléfono de Lorenzo comenzó a sonar, era la niñera que lo llamaba porque Gianna se había despertado y estaba llorando por su mamá. No había logrado calmarla, al fondo se oía a la pequeña que lloraba a todo pulmón. ―Papá, me dijiste que cuando despertara mi mamá estaría aquí y no está ―sollozó la pequeña. ―Vamos en camino, mi princesa, te pondré a mamá para que te diga cuando llegamos que voy conduciendo el coche ―dijo Lorenzo a su hija. Bianca tomó el aparato que él le tendió. ―No llores, mi pollito, que ya voy en camino, mi maleta se había perdido. ―Mi papá te comprará ropa, pero ven ya, mamá ―pidió la niña haciendo un puchero. ―Ya voy, corazoncito, pronto llegaré. ¿Por qué no sacas tus vestidos más lindos para que cuando yo llegue veamos que te pondrás mañana para la boda? Dile a la niñera que te ayude ―le propuso para calmarla. El viaje de regreso lo hicieron más rápido que el de ida, cuando llegaron a la casa, Lorenzo bajó la caja con el vestido d
Bianca bajó por las escaleras y se encontró con que Gianna y la niñera la estaban esperando, la niña estaba impaciente por salir a la boda. Al verla descender la miró con una gran sonrisa. ―Está muy bonita, mamá, pareces un ángel ―le dijo la niña emocionada. ―El ángel eres tú, mi pollito, con ese vestido pareces una princesa ―le respondió Bianca. ―¿Dónde está Lorenzo? ―le preguntó a la niñera. ―El señor Lorenzo se marchó, dijo que la esperaba en el lugar, señora ―le respondió la niñera. ―Vamos, Dora, ayer era Bianca y hoy soy señora ―le dijo a la niñera. ―Al casarse con el señor Lorenzo ahora es la señora de la casa y es mejor que nos marchemos si no quiere llegar tarde a su boda. Gianna tomó su mano y al salir de su casa, Bianca se encontró con una limosina adornada con lazos. ―¡Oh! Me encanta este coche ―exclamó Gianna subiendo a él cuando el chofer le abrió la puerta. El paseo fue divertido para las tres y tuvieron que sostener a Gianna cuando se dio cuenta de que el techo
Lorenzo miró sorprendido a Fabián y una mirada de sospecha se instaló en su rostro al pensar que Bianca pudiera haber tenido una relación con su mejor amigo. La vio palidecer antes de poner una sonrisa en su rostro. ―Sí, hace unos años tuve un grave accidente automovilístico, estuve meses hospitalizada y el doctor Conte fue mi médico entonces. Una sensación de alivio recorrió el cuerpo de Lorenzo, su amigo podía ser un mujeriego, pero nunca se enredaba con una paciente. ―Sí, es cierto ―confirmó el médico ―¿Cómo estás, Bianca? ―Casándome ―dijo ella en broma para romper el incómodo momento. Bianca logró su propósito y el ambiente se relajó. Un fotógrafo que Lorenzo había contratado para que cubriera el evento tomó múltiples fotos. Los novios posaron solo, junto a Gianna y los abuelos. ―Quiero una foto con Gianna ―dijo Bianca para que la niña tuviera el recuerdo de ese día. La niña y ella hicieron varias poses juntas y las fotos quedaron muy bien. ―Su hija y usted se parecen much
Al final de la tarde, Bianca se despertó en la clínica privada de Fabricio, tenía puesta una vía en el brazo, Lorenzo estaba parado en la ventana mirando hacia la calle, dándole la espalda. ―¿Qué me ocurrió? ―preguntó Bianca llevándose la mano a la cabeza ―Te desmayaste al final de la comida, nos pegaste un buen susto ―explicó Lorenzo con la seriedad marcada en las facciones. ―Lo lamento, no sé qué me pasó. Bianca trató de recordar que le había ocurrido, pero su mente estaba en blanco. ―Estamos esperando los resultados de los análisis de sangre. Dime una cosa, Bianca ¿Estas embarazada? ―¡Por Dios! Claro que no. ―Tal vez debí preguntar antes, pero ¿había un hombre en tu vida? ―En este momento no, lo hubo una vez, pero con mi memoria se fueron los recuerdos de esa persona y si en este momento se pusiera delante de mí no lo reconocería ―confesó Bianca. ―¿Él se fue? ¿Te abandonó? ―preguntó Lorenzo. ―Supongo que sí, porque mi familia no sabía nada de él. Y después de mi accidente
Bianca saltó de la cama al sentir el pecho desnudo de Lorenzo en la punta de sus dedos, una especie de corriente eléctrica atravesó su cuerpo, concentrándose en su zona íntima. Sorprendida y avergonzada se dio cuenta de que Gianna no estaba en el medio de ambos. Con sus ojos revisó la habitación buscando a la niña. Ella era su escudo contra Lorenzo. ―Gianna se despertó muy temprano y la llevé con la niñera para dejarte descansar un poco más, ayer fue un día muy ajetreado para ti y me imaginé que estabas cansada ―explicó Lorenzo atrayendo los grandes ojos verdes de esposa a su rostro ―Sí, gracias, iré a darme una ducha ―dijo dirigiéndose al baño de inmediato. Pensó que se llevaría algunas mudas de ropa a la otra habitación por cualquier emergencia o mejor dicho para facilitar su huida. El día a día no supuso ninguna carga para Bianca, disfrutaba de la compañía de la Gianna y tenía tiempo de trabajar en sus ilustraciones. El año que hizo en la universidad estudió diseño, quería ser i
Lorenzo estaba sentado en el comedor cuando Bianca entró para cenar, tomó asiento a su lado, la joven se imaginó que no hablarían hasta la sobremesa porque el servicio estaría sirviendo la comida, así que se relajó y se dispuso a disfrutar de la cena. Unos minutos más tarde el timbre de la puerta sonó, extrañada miró a su esposo porque este no le dijo que esperaban a alguien para cenar. Se escuchó un poco alboroto y unos segundos después una mujer espectacular irrumpió en el comedor seguida de una avergonzada doncella de la casa. ―¡Querido! Te he estado llamando toda la tarde para avisarte de mi llegada y no he podido comunicarme contigo. Al parecer la amante había llegado de improviso por lo que Bianca le hizo señas a la doncella para que se retirara. ―Mi hija está enferma, Farrah, he tenido el teléfono apagado, no sabía que llegarías por regla general avisas unos días antes ―explicó Lorenzo sin perturbarse con la presencia de la mujer. ―Quería darte una sorpresa, Amore, pero al
A pesar de sus intenciones, Lorenzo no pudo hablar con Bianca de su salida, porque cuando ella se marchó del comedor, sostuvo una charla con Farrah sobre su situación. No tanto por deberle una explicación, sino para aclararle cual era el lugar que ella desempeñaba en su vida, después de escuchar múltiples quejas y reproches velados estaba demasiado fastidiado de ella por lo que la mandó a dormir. Cuando entró en la habitación Bianca dormía o se hizo la dormida no estaba seguro. Se quitó la ropa y se metió a la cama, aunque generalmente sufría de insomnio esa noche no tuvo ese problema. A la mañana siguiente Gianna se sentía mucho mejor, las medicinas habían hecho efecto durante la noche y la fiebre había cedido. Bianca se alegró de ver a la niña con su carácter habitual. ―¿Mamá, me haces desayuno? ―preguntó recostándose sobre Bianca con ternura. ―Claro que sí, mi pollito, ¿te sientes bien como para acompañarme a la cocina mientras te hago la comida? ―respondió ella acariciando con
Lo que más deseaba Bianca era marcharse de aquel lugar, se sentía incómoda con tantos hombres a su alrededor queriendo llamar su atención y la mirada de desprecio de su esposo solo empeoraba su incomodidad. ¿Acaso Lorenzo pensaba que ella disfrutaba de ser acosada? Tenía ganas de gritarle a él y a todos los hombres a su alrededor que ella no era juguete de nadie, que la dejaran en paz. Bianca no era ninguna tonta, sabía lo que ellos querían, pensaban que acostarse con ella sería un juego divertido. La vida le había dado demasiados golpes, quitándole todo lo que tenía, hasta su posición en la vida, para que también ella perdiera su dignidad y el respeto hacia sí misma por un revolcón con un hombre pasajero. Giró para buscar a Bella y pedirle que se marcharan, su amiga estaba tomando un cóctel que uno de sus nuevos amigos le brindó, terminó el que estaba bebiendo y de inmediato un camarero le puso otro en la mano. Se acercó a ella ignorando las atenciones de las que era objeto por pa