Bianca no podía dejar de mirar la prueba de embarazo que tenía en sus manos, nunca pensó que lo sucedido esa noche tuviera consecuencias.
No sabía cómo se lo diría a su padre, estaba segura de que la mataría. ¡Dios que tonta e irresponsable había sido! Todos sus planes se fueron por el retrete. No podría terminar sus estudios universitarios, su papá no lo permitiría, apenas había terminado el primer año y ya estaba embarazada.
Lo peor de todo es que no estaba segura de quién era el padre.
Lo único que recordaba era que el hombre con el que se acostó se parecía a Lorenzo Rizzo, pero sabía que no podía ser él porque se había casado con Carmina.
Decidió llamar a su prima en busca de información ya que la fiesta fue en casa de su amiga, a lo mejor ella sabía con quien se había acostado esa noche.
―¿Embarazada? ¡Por Dios, Bianca! Te volviste loca, no, no sé con quién te fuiste a la cama.
―Yo tampoco, Carmina, recuerdo tomar una copa de vino y después despertar al lado de un hombre, me asusté y hui. Nunca podía decirle a su prima que el hombre con el que se acostó se parecía un poco a su esposo.
―Te vi tomar varias copas, prima, pero yo también bebí mucho esa noche. Mira, voy a ayudarte. ¿Recuerdas la casa en la playa que tengo en Sicilia y que perteneció a mis padres?
―Sí, fuimos muchas veces.
―En este momento no está rentada, la dejaré desocupada para que te mudes allá cuando no puedas ocultar más tu embarazo. Puedes tener a tu bebé y darlo en adopción, así podrás volver a la universidad en el semestre siguiente.
―¿Y si no quiero darlo en adopción? ―preguntó Bianca con el corazón en vilo, no se veía separándose de su bebé.
―¿Piensa darle ese disgusto a mi tío y criar a un niño sin padre?
―No lo sé. Estoy asustada y aunque no quiero que mi padre se entere, no sé si pueda ser capaz de darlo en adopción
―Bueno, tienes la opción, si cuando des a luz decides quedártelo ni modo, pero haz lo que te digo para que tengas la opción abierta.
―De acuerdo, prima, gracias.
Una sonrisa malvada asomó a la cara de Carmina. En ese momento entró Lorenzo a la casa.
Ella corrió a colgarse de su cuello.
―Te tengo una maravillosa noticia, mi amor, estoy embarazada.
Unos meses después.
Carmina estaba de mal humor, el disfraz de embarazada pesaba una tonelada y no podía quitárselo hasta que la estúpida de su prima tuviera al bebé. Solo se lo quitaba al bañarse y con mucha precaución de tener su puerta cerrada.Afortunadamente, su suegro se estaba retirando del negocio dejando a Lorenzo encargado de este, lo que supuso muchos viajes para su marido. En el inicio del supuesto embarazo, Carmina le dijo que el médico le había aconsejado que se abstuvieran de tener relaciones sexuales y él como sabía poco de embarazos y no estaba enamorado de su esposa no objetó.
En ese preciso momento su marido estaba de viaje, lo que aprovechó Carmina para irse hasta un pueblo cercano de donde estaba su prima, esperaba que no tardara mucho en tener a su hijo, si no tendría que regresar a casa sin un bebé e inventarse una excusa. Su móvil sonó en ese preciso momento.
―Carmina, estoy en el hospital, mi hija, nació anoche, lo he pensado mucho y sé que no puedo darla en adopción, desde que la sostuve en mis brazos sentí que la amaba tanto que estoy dispuesta a pelear con el mundo por ella.
―Está bien, Bianca. te entiendo, iré por ti y juntas iremos con mi tío para hablar con él. Estaba llegando al pueblo porque pensé que estabas cerca de dar a luz. No te preocupes primita, yo te ayudaré si las cosas se ponen feas con mi tío
―Gracias, Carmina, no sé qué haría sin tu ayuda.
Carmina sonrió con tranquilidad, ya no tendría que cargar con el dichoso disfraz de embarazada nunca más, se apoderaría de la hija de su prima y se la presentaría a su esposo como suya.
De esa manera habría cumplido con el deber de darle un hijo, lo que le aseguraría una vida de lujos.
Desde ese momento podía estar tranquila porque su futuro estaría asegurado, nunca más dependería de la renta de la casa de Sicilia para subsistir, ni de la generosidad de su tío.
―Gracias por venir a recogerme, prima, mira, ¡qué hermosa es mi niña!
―Es muy bonita Bianca, y salió pelirroja como tú.
―Sí, comparte el mismo color de cabello que mi madre tenía y que yo heredé.
―Vamos a apurarnos que tenemos mucho que hacer antes de que caiga la noche.
A medio camino hacia a casa de la playa, Carmina paró en una cafetería.
―Tengo ganas de un café, espérame aquí, regreso enseguida.
―No te preocupes por nosotras, Gianna está dormidita.
Carmina compró un café para ella y un jugo para Bianca, le puso la droga y caminó de nuevo al coche. Mientras Bianca miraba embelesada a su hija.
―Te amo tanto, pequeña Gianna. Mamá siempre cuidará de ti.
La puerta del coche se abrió dando paso a Carmina.
―Toma, te traje un jugo de fresas, te hará bien para la pérdida de sangre del parto.
―Gracias, está rico ―respondió tomándoselo todo.
Un rato después Bianca se quedó dormida. Carmina estacionó en la casa de la playa. Un hombre se acercó de inmediato.
―Déjame busca el acta de nacimiento ―dijo Carmina registrando la cartera de Bianca, al hallar el documento le entregó el bolso a su cómplice ―Ya sabes que hacer.
El hombre le entregó un acta de nacimiento falsa con el nombre de Carmina. El registro del hospital estaba siendo modificado en ese mismo instante, con el dinero que la mujer le había dado pudo pagarle a alguien sin escrúpulos para que modificara el acta de nacimiento.
Después el hombre tomó en sus brazos a Bianca y la depositó en el coche de la chica, ni siquiera le puso el cinturón así era menos probable que sobreviviera. Carmina se marchó antes de que su sicario matara a su prima. «En fin ya tengo todo lo que quiero de ella»
El hombre empujó el carro por una pendiente a campo traviesa y lo vio rodar hacia abajo hasta impactarse contra un árbol, pensó que nadie pudo haber sobrevivido a esa caída.
Se equivocó.
Bianca se despertó en un hospital sin tener idea de lo que había pasado, le dolía todo el cuerpo, pero especialmente el pecho. Tenía miedo, sintió una angustia muy profunda dentro de sí por lo que sin poder evitarlo soltó un sollozo. Un médico que estaba escribiendo algo en su historia levantó la cabeza, sorprendido al escucharla, al ver sus ojos desesperados se apresuró a examinarla. ―¿Puedes hablar? ―preguntó el doctor. ―¿Qué me ocurrió? ―cuestionó Bianca con voz ronca. El médico pudo observar que la confusión estaba pintada en su cara. Él terminó de examinarla y le brindó una sonrisa tranquilizadora. ―Hola, soy el doctor Fabricio Conte, me alegra ver que despertó, tuvo usted un accidente de coche hace unos días en Sicilia del cual resultó severamente lesionada. Estaba tan grave que la trasladaron a Roma para poder atenderla mejor ―explicó el médico. ―¿Sicilia? No, no lo creo, hace mucho que no voy a Sicilia, acabo de terminar el primer año de la universidad y este año pasaré e
Bianca se marchó cabizbaja, estaba desesperada, su abuela se moriría si tenía que sacarla del hospital privado por no tener conque pagar la cuenta. Si tan solo el hospital público hubiese aceptado operarla cuando le tocó la segunda operación, ella no estaría en esa situación tan desesperada. Su abuela había sido diagnóstica con muerte cerebral, por eso el hospital público se negó a operarla de nuevo para intentar salvarla, quería desconectarla para que muriera, pero ella se opuso y se la llevó a uno privado. La operación consumió todos los ahorros que tenía y ya no sabía de donde sacar dinero. Y aún tenía que pagar su estancia en el otro hospital privado para pacientes terminales donde tuvo que llevarla después de la operación, porque si la enviaban de nuevo al público al cabo de un par de meses la desconectarían. Bianca sentía que se lo debía a su abuela, su Nonna era la única que la había apoyado y consolado después del accidente y de la pérdida de su bebé. Nunca la juzgó, ni le r
No, mi princesa, la señorita Bianca y yo estamos hablando de un trabajo, y sabes que no puedes entrar a mi oficina de esa manera ―reprendió Lorenzo a Gianna con cariño ―Ve con tu niñera y espera que nosotros terminemos de hablar ¿Sí? ―Pero, la señorita Bianca no se irá. ¿Verdad, papá? Ella es mi mamá perfecta ―aseguró Gianna. ―No, no se irá ―respondió Lorenzo para asombro de Bianca. La niña depósito un beso en el rostro de la sorprendida Bianca y salió de la oficina de su padre. Bianca se preguntó cómo era posible que Carmina hubiese abandonado de esa manera a su hija, que no daría ella por tener a su hijo con ella. Desde que su prima se había casado con Lorenzo se distanció totalmente de su familia Romano y cuando ocurrió su accidente ni siquiera la fue a ver. La llamó para pedirle ayuda cuando su padre la echó de la casa y su prima simplemente le había colgado el teléfono. Lo último que escuchó de ella era que se había mudado a Londres a vivir la gran vida con el dinero que le h
Bianca estaba en la habitación de Gianna acomodando la ropa de la niña cuando escuchó llegar a Lorenzo con su hija. ―Mamá, mamá ―gritó la niña corriendo por toda la casa. Bianca se asomó a las escaleras pensando que quizás Carmina había vuelto de visita, para su asombro, Gianna soltó un gritito de felicidad al verla y subió corriendo las escaleras. Bianca temiendo que se hiciera daño comenzó a bajar con prisas hasta que la niña cayó en sus brazos. ―Mamá, no fuiste al colegio, era día de mamás y yo me escondí y lloré, lloré y lloré hasta que llegó papá y me dijo que estabas en casa ―dijo Gianna abrazándola con fuerza. Bianca miró a Lorenzo confusa y él le hizo señas de que después le explicaría. ―No sabía que era día de mamás en el colegio, mi pollito ―le respondió Bianca con suavidad mientras la cargaba y subía las escaleras con ella para llevarla a su habitación. ―¿La próxima irás, mamá? ―preguntó la niña mirándola con sus grandes ojos verdes. ―Sí, la próxima vez te acompañaré
Bianca se quedó mirando a Lorenzo sin palabras ante la amenaza que le hizo, durante una fracción de segundo pensó en retractarse, pero se recordó la promesa que le hizo a su abuela. ―Nunca haría sufrir a un niño, al menos no intencionalmente, pero le aseguro, señor Lorenzo que educaré a Gianna lo mejor que pueda, con afecto y valores. ―Lorenzo, no me digas señor, se vería extraño si vamos a casarnos ―alegó él. ―Está bien... Lorenzo ―dijo con timidez. ―¿Tienes familia a la que notificarle de la boda? ―No, soy huérfana ―respondió mintiendo en parte porque en realidad no tenía a nadie que pudiera acompañarla ―No hay nadie a quien invitar. ―Lo lamento, pero piensa que ahora tendrás una hija. ―Sí, Gianna será mi hija de ahora en adelante ―contestó ella pensando en su bebé y rogando que tuviese una madre que lo amara. ―¿Trajiste todas tus cosas? ¿Hay algo que quieras de tu casa? Porque no volverás a vivir allí ―Traje una maleta con lo esencial no pensé que me quedará para siempre.
Cuando subieron al coche el teléfono de Lorenzo comenzó a sonar, era la niñera que lo llamaba porque Gianna se había despertado y estaba llorando por su mamá. No había logrado calmarla, al fondo se oía a la pequeña que lloraba a todo pulmón. ―Papá, me dijiste que cuando despertara mi mamá estaría aquí y no está ―sollozó la pequeña. ―Vamos en camino, mi princesa, te pondré a mamá para que te diga cuando llegamos que voy conduciendo el coche ―dijo Lorenzo a su hija. Bianca tomó el aparato que él le tendió. ―No llores, mi pollito, que ya voy en camino, mi maleta se había perdido. ―Mi papá te comprará ropa, pero ven ya, mamá ―pidió la niña haciendo un puchero. ―Ya voy, corazoncito, pronto llegaré. ¿Por qué no sacas tus vestidos más lindos para que cuando yo llegue veamos que te pondrás mañana para la boda? Dile a la niñera que te ayude ―le propuso para calmarla. El viaje de regreso lo hicieron más rápido que el de ida, cuando llegaron a la casa, Lorenzo bajó la caja con el vestido d
Bianca bajó por las escaleras y se encontró con que Gianna y la niñera la estaban esperando, la niña estaba impaciente por salir a la boda. Al verla descender la miró con una gran sonrisa. ―Está muy bonita, mamá, pareces un ángel ―le dijo la niña emocionada. ―El ángel eres tú, mi pollito, con ese vestido pareces una princesa ―le respondió Bianca. ―¿Dónde está Lorenzo? ―le preguntó a la niñera. ―El señor Lorenzo se marchó, dijo que la esperaba en el lugar, señora ―le respondió la niñera. ―Vamos, Dora, ayer era Bianca y hoy soy señora ―le dijo a la niñera. ―Al casarse con el señor Lorenzo ahora es la señora de la casa y es mejor que nos marchemos si no quiere llegar tarde a su boda. Gianna tomó su mano y al salir de su casa, Bianca se encontró con una limosina adornada con lazos. ―¡Oh! Me encanta este coche ―exclamó Gianna subiendo a él cuando el chofer le abrió la puerta. El paseo fue divertido para las tres y tuvieron que sostener a Gianna cuando se dio cuenta de que el techo
Lorenzo miró sorprendido a Fabián y una mirada de sospecha se instaló en su rostro al pensar que Bianca pudiera haber tenido una relación con su mejor amigo. La vio palidecer antes de poner una sonrisa en su rostro. ―Sí, hace unos años tuve un grave accidente automovilístico, estuve meses hospitalizada y el doctor Conte fue mi médico entonces. Una sensación de alivio recorrió el cuerpo de Lorenzo, su amigo podía ser un mujeriego, pero nunca se enredaba con una paciente. ―Sí, es cierto ―confirmó el médico ―¿Cómo estás, Bianca? ―Casándome ―dijo ella en broma para romper el incómodo momento. Bianca logró su propósito y el ambiente se relajó. Un fotógrafo que Lorenzo había contratado para que cubriera el evento tomó múltiples fotos. Los novios posaron solo, junto a Gianna y los abuelos. ―Quiero una foto con Gianna ―dijo Bianca para que la niña tuviera el recuerdo de ese día. La niña y ella hicieron varias poses juntas y las fotos quedaron muy bien. ―Su hija y usted se parecen much