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Capítulo 2. El engaño

Bianca no podía dejar de mirar la prueba de embarazo que tenía en sus manos, nunca pensó que lo sucedido esa noche tuviera consecuencias.

No sabía cómo se lo diría a su padre, estaba segura de que la mataría. ¡Dios que tonta e irresponsable había sido! Todos sus planes se fueron por el retrete. No podría terminar sus estudios universitarios, su papá no lo permitiría, apenas había terminado el primer año y ya estaba embarazada.

Lo peor de todo es que no estaba segura de quién era el padre.

Lo único que recordaba era que el hombre con el que se acostó se parecía a Lorenzo Rizzo, pero sabía que no podía ser él porque se había casado con Carmina.

Decidió llamar a su prima en busca de información ya que la fiesta fue en casa de su amiga, a lo mejor ella sabía con quien se había acostado esa noche.

―¿Embarazada? ¡Por Dios, Bianca! Te volviste loca, no, no sé con quién te fuiste a la cama.

―Yo tampoco, Carmina, recuerdo tomar una copa de vino y después despertar al lado de un hombre, me asusté y hui. Nunca podía decirle a su prima que el hombre con el que se acostó se parecía un poco a su esposo. 

―Te vi tomar varias copas, prima, pero yo también bebí mucho esa noche. Mira, voy a ayudarte. ¿Recuerdas la casa en la playa que tengo en Sicilia y que perteneció a mis padres?

―Sí, fuimos muchas veces.

―En este momento no está rentada, la dejaré desocupada para que te mudes allá cuando no puedas ocultar más tu embarazo. Puedes tener a tu bebé y darlo en adopción, así podrás volver a la universidad en el semestre siguiente.

―¿Y si no quiero darlo en adopción? ―preguntó Bianca con el corazón en vilo, no se veía separándose de su bebé.

―¿Piensa darle ese disgusto a mi tío y criar a un niño sin padre?

―No lo sé. Estoy asustada y aunque no quiero que mi padre se entere, no sé si pueda ser capaz de darlo en adopción

―Bueno, tienes la opción, si cuando des a luz decides quedártelo ni modo, pero haz lo que te digo para que tengas la opción abierta.

―De acuerdo, prima, gracias.

Una sonrisa malvada asomó a la cara de Carmina. En ese momento entró Lorenzo a la casa.

Ella corrió a colgarse de su cuello.

―Te tengo una maravillosa noticia, mi amor, estoy embarazada.

Unos meses después.

Carmina estaba de mal humor, el disfraz de embarazada pesaba una tonelada y no podía quitárselo hasta que la estúpida de su prima tuviera al bebé. Solo se lo quitaba al bañarse y con mucha precaución de tener su puerta cerrada.

Afortunadamente, su suegro se estaba retirando del negocio dejando a Lorenzo encargado de este, lo que supuso muchos viajes para su marido. En el inicio del supuesto embarazo, Carmina le dijo que el médico le había aconsejado que se abstuvieran de tener relaciones sexuales y él como sabía poco de embarazos y no estaba enamorado de su esposa no objetó.

En ese preciso momento su marido estaba de viaje, lo que aprovechó Carmina para irse hasta un pueblo cercano de donde estaba su prima, esperaba que no tardara mucho en tener a su hijo, si no tendría que regresar a casa sin un bebé e inventarse una excusa. Su móvil sonó en ese preciso momento.

―Carmina, estoy en el hospital, mi hija, nació anoche, lo he pensado mucho y sé que no puedo darla en adopción, desde que la sostuve en mis brazos sentí que la amaba tanto que estoy dispuesta a pelear con el mundo por ella.

―Está bien, Bianca. te entiendo, iré por ti y juntas iremos con mi tío para hablar con él. Estaba llegando al pueblo porque pensé que estabas cerca de dar a luz. No te preocupes primita, yo te ayudaré si las cosas se ponen feas con mi tío

―Gracias, Carmina, no sé qué haría sin tu ayuda.

Carmina sonrió con tranquilidad, ya no tendría que cargar con el dichoso disfraz de embarazada nunca más, se apoderaría de la hija de su prima y se la presentaría a su esposo como suya.

De esa manera habría cumplido con el deber de darle un hijo, lo que le aseguraría una vida de lujos.

Desde ese momento podía estar tranquila porque su futuro estaría asegurado, nunca más dependería de la renta de la casa de Sicilia para subsistir, ni de la generosidad de su tío.

―Gracias por venir a recogerme, prima, mira, ¡qué hermosa es mi niña!

―Es muy bonita Bianca, y salió pelirroja como tú.

―Sí, comparte el mismo color de cabello que mi madre tenía y que yo heredé.

―Vamos a apurarnos que tenemos mucho que hacer antes de que caiga la noche.

A medio camino hacia a casa de la playa, Carmina paró en una cafetería.

―Tengo ganas de un café, espérame aquí, regreso enseguida.

―No te preocupes por nosotras, Gianna está dormidita.

Carmina compró un café para ella y un jugo para Bianca, le puso la droga y caminó de nuevo al coche. Mientras Bianca miraba embelesada a su hija.

―Te amo tanto, pequeña Gianna. Mamá siempre cuidará de ti.

La puerta del coche se abrió dando paso a Carmina.

―Toma, te traje un jugo de fresas, te hará bien para la pérdida de sangre del parto.

―Gracias, está rico ―respondió tomándoselo todo.

Un rato después Bianca se quedó dormida. Carmina estacionó en la casa de la playa. Un hombre se acercó de inmediato.

―Déjame busca el acta de nacimiento ―dijo Carmina registrando la cartera de Bianca, al hallar el documento le entregó el bolso a su cómplice ―Ya sabes que hacer.

El hombre le entregó un acta de nacimiento falsa con el nombre de Carmina. El registro del hospital estaba siendo modificado en ese mismo instante, con el dinero que la mujer le había dado pudo pagarle a alguien sin escrúpulos para que modificara el acta de nacimiento.

Después el hombre tomó en sus brazos a Bianca y la depositó en el coche de la chica, ni siquiera le puso el cinturón así era menos probable que sobreviviera. Carmina se marchó antes de que su sicario matara a su prima. «En fin ya tengo todo lo que quiero de ella»

El hombre empujó el carro por una pendiente a campo traviesa y lo vio rodar hacia abajo hasta impactarse contra un árbol, pensó que nadie pudo haber sobrevivido a esa caída.

Se equivocó.

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