Tras la detonación, Harvey se quedó inmóvil, con una expresión de sorpresa y de dolor grabada en el rostro. La bala lo había alcanzado en el pecho y quedó tendido en el suelo, con las manos sosteniendo la herida, mientras respiraba con dificultad.Al ver esto, el oficial que había dado la voz de alto se apresuró a mirar a sus compañeros y ordenó:—¡Rápido, dejen pasar a la ambulancia!Varios coches patrulla se hicieron a un lado, mientras dos oficiales se acercaban a arrestar a Harvey, quien, a pesar de la herida, seguía vivo y consciente.David se levantó, respirando con dificultad, y se acercó a Jenna, abrazándola con fuerza y notando cómo todo su cuerpo temblaba sin parar.—Tranquila, amor. Todo va a estar bien —murmuró, tratando de convencerse a sí mismo tanto como a ella.Rachel, en estado de shock, se bajó de la parte trasera del coche de David y se acercó a su amiga, abrazándola mientras miraba cómo Harvey era subido a una camilla, esposado y gravemente herido.Un par de minuto
La mañana se presentaba fría y gris como el ánimo de David, Jenna y Rachel, quienes se habían negado a salir de la comisaría, hasta tener una respuesta concreta. De todos modos, aunque estuvieran en casa, bajo las cálidas mantas de la cama, no podrían pegar ojo hasta que aquello estuviera resuelto.David suspiró, poniéndose de pie y se encaminó hacia uno de los oficiales.—Disculpe, ¿tendrá un cigarrillo? —preguntó. No solía fumar, debido a su condición cardíaca, pero, en ese momento, el estrés era tal que sintió la necesidad de hacerlo.El oficial asintió, sacando una cajita de cigarros del bolsillo de su camisa, y le entregó uno, junto a un mechero.—Gracias —dijo David, antes de salir hacia la acera, en donde encendió el cigarrillo, dándole una profunda calada.—¿Qué haces? —preguntó Jenna, saliendo tras él—. No deberías…—Lo sé —la interrumpió David—. Sé que no debería fumar, pero… —Negó con la cabeza y se humedeció los labios.—Está bien, solo me llamó la atención —dijo Jenna, so
Unos días después, tras el arresto de Susan Whitmore, la mansión aún se encontraba sumida en la tensión, como un eco de los recientes eventos que aún resonaba en sus corazones.Aquella mañana, el sol apenas iluminaba las estancias, como si el propio día estuviera respetando la gravedad de los sentimientos que flotaban en el aire.Jenna después del almuerzo, que habían compartido David, Noah, ella y Rachel, su mejor amiga, se había encaminado a la cocina con la intención de preparar un té para ambas, antes de dirigirse al porche para disfrutar del cálido día.Después de todo lo sucedido, Jenna, sintiendo que necesitaba más apoyo que nunca, le había pedido a Rachel, que por favor se quedara con ellos en la mansión, al menos por unos días, y ella, tras negarse inicialmente, dado que no quería incomodar a David, había terminado aceptando.En ese momento, mientras Jenna, vertía el agua en las tazas, Rachel entró en la cocina, con una expresión pensativa, pero cuando sus miradas se cruzaron
—¡Jenna! —la llamó, deteniéndose en la puerta del baño, mientras ella se inclinaba sobre el inodoro y comenzaba a vomitar.Cuando Jenna terminó, se enjuagó la boca y la cara y se giró hacia David, quien la miraba con la preocupación grabada en el rostro.—¿Qué te pasa? ¿Estás bien? —preguntó acercándose para sostenerla por los hombros.—Sí, estoy bien —respondió Jenna, inspirando profundamente y esbozando una sonrisa con la que pretendía tranquilizarlo—. Llevo unos días así, pero estoy segura de que solo es por el estrés de todo lo que pasó. Lo más probable es que al relajarme después de tanta tensión mi cuerpo esté reaccionando.Sin embargo, David no parecía convencido.—No sé, Jenna, puede ser, pero me dices que llevas días así. Voy a llamar al médico. Me gustaría que te revise.—No, no es necesario, en serio. Solo necesito descansar un poco antes de comenzar a preparar la cena —insistió Jenna, con tono tranquilizador.David la miró con determinación.—Mira, no quiero que lo tomes a
Un par de meses más tarde, el embarazo de Jenna iba de maravillas. Después de todo lo que habían pasado, la casa por fin estaba llena de alegría y de una especie de luz que parecía iluminar incluso los días nublados. Jenna y David habían descubierto recientemente, con una ecografía 5D, que tendrían una niña y ambos estaban más que emocionados por la noticia, mientras que Noah se mostraba sumamente feliz y entusiasmado con la idea de ser el hermano mayor.Esa mañana, Jenna se encontraba preparando el desayuno cuando David entró con una amplia sonrisa en su rostro. Desde que Harvey había muerto y Amanda y Susan se encontraban encarceladas, a la espera de su juicio, ambos estaban sumamente relajados y felices, disfrutando de cada día que les regalaba la vida.—Buenos días, amor —dijo David, acercándose a ella y dándole un suave beso en los labios.—Buenos días —respondió Jenna, sonriendo—. ¿Qué te tiene tan feliz hoy?—Estar vivo y estar con ustedes —respondió David, y rio.—Vamos, eso d
Una vez David y Jenna se encontraron cómodamente sentados en sus respectivos asientos, el jet privado despegó con suavidad, dejando atrás el aeropuerto y conduciéndolos hacia una aventura que prometía ser inolvidable.Sentada en la cabina, Jenna miraba a través de la ventana, observando cómo el paisaje se alejaba a toda velocidad, mientras David, tomándola cálidamente de la mano, no podía dejar de mirarla con una mezcla de emoción y amor.—¿Qué piensas? —preguntó David, acariciándole suavemente el dorso de la mano, con suavidad.—No sé… —respondió Jenna mirando fijamente a través de la ventanilla.—¿No te gusta? —preguntó David, preocupándose un poco.Jenna frunció el ceño y se volvió hacia él antes de soltar una risita.—¿Qué? ¡Claro que me gusta! ¡Me encanta! —exclamó sonriente—. Es solo que es la primera vez que me monto en un avión. Aún no puedo creerlo.—Te mereces todo esto y mucho más. Te mereces todo lo bueno que pueda ofrecerte —dijo David, mirándola fijamente a los ojos con
El último día en la isla fue tan mágico como los seis anteriores.Jenna se despertó con el sonido de las olas y el sol brillante iluminando cálidamente la habitación, descubriendo que David ya estaba despierto y la miraba con una sonrisa.—Buenos días, mi amor —dijo él, antes de darle un suave beso en los labios—. ¿Cómo has dormido?—Muy bien —respondió ella, estirándose con pereza—. Pero no quiero que este viaje termine.David sonrió y suspiró.—Yo tampoco, cariño —admitió—, pero aún tenemos todo un día para disfrutar de este lugar. Además, tenemos que volver, ¿qué tal que Noah haya vuelto locas a Margaret y a Rachel? No podemos abusarnos de su buena voluntad —bromeó.Jenna rio.—Tienes razón. Si queremos repetir esta escapada algún día, es mejor que no se vuelvan locas.El desayuno fue tranquilo, en la terraza de la villa, y ambos disfrutaron de la suave brisa marina y la impresionante vista.Una vez que terminaron de comer, David se puso de pie y, tomándola de la mano, la guio haci
Media hora más tarde, Jenna y Rachel entraron en la exclusiva tienda del afamado diseñador Harry Stewart, donde fueron recibidas con una calidez y una atención que hicieron que Jenna se sintiera una verdadera celebridad. Las paredes de la boutique estaban adornadas con espejos con marcos dorados de intrincados diseños y lámparas de cristal, mientras que cientos de perchas con vestidos de alta costura, de noche, de día, de cóctel, etcétera, brillaban bajo la suave iluminación del local.Una amable asistente se acercó a ellas, con una sonrisa profesional y, con amabilidad, dijo:—Bienvenidas, señoritas. Nos alegra mucho recibir su visita. El señor David nos advirtió de su llegada, por lo que estoy a su entera disposición. ¿En qué las puedo ayudar?Rachel, entusiasmada como un niño pequeño en una juguetería, viendo que su amiga estaba atónita, tomó la delantera.—Buenas tardes, señorita. Estamos aquí para canjear una tarjeta especial. Mi amiga está buscando un vestido espectacular. Lo me