Quince días después. Desde que Esperanza James había sido dada de alta y trasladada a la mansión de Logan, el ambiente de la vivienda se había vuelto completamente tenso y cargado de una competitividad silenciosa. Rachel y Rebecca, ahora bajo el mismo techo, competían constantemente por quién cuidaba mejor de la matriarca de la familia. Para Rebecca, su suegra debía ser su responsabilidad, pero para Esperanza, era Rachel la que le ofrecía el cariño y la atención que necesitaba.—Deja que yo me encargue, Rachel —dijo Rebecca una mañana, mientras trataba de tomar la bandeja de desayuno que Rachel llevaba a la habitación de Esperanza—. Después de todo, es mi suegra. Soy yo la que debería estar cuidándola, no tú.Rachel, agotada por las últimas dos semanas de tensión, miró a Rebecca con una mezcla de cansancio y firmeza.—Rebecca, no se trata de quién tiene más derecho. Esperanza me pide ayuda a mí, y yo estoy aquí para ella. No estoy tratando de competir contigo. Esto no tiene nada que
El aire en la sala de la mansión se sentía denso, cargado de una tensión prácticamente insostenible. El silencio tras la impactante revelación de Logan fue roto por el eco de sus pasos mientras se acercaba a Rebecca, mientras él mantenía la mirada clavada en ella con una mezcla de furia y desesperación.Rebecca tragó saliva, consciente de que la confrontación que había evitado por años finalmente había llegado. La verdad que tanto temía revelar estaba ahí, expuesta, y no tenía escapatoria.—Logan… déjame explicarte —comenzó a decir, intentando sonar calmada, pero su tono temblaba—. Jamás quise hacer te daño. Tu abuela y yo, junto con Javier, decidimos que no lo supieras, no por maldad, sino para protegerte. ¿Qué sentido tenía que supieras que eras producto de una violación que sufrí de parte de mi abuelo?—¿Protegerme? —repitió Logan, alzando la voz—. ¡Toda mi vida ha sido una mentira! Me criaron en una maldita farsa, ¡y ahora intentas justificarlo diciendo que fue por mi bien! —gritó
Logan sitió que todo su mundo se tambaleaba. ¿Es que acaso podía pasar algo más? ¿Jamás tendría ni un ápice de respiro? ¿En qué momento su vida se había convertido en ese torbellino de locura tras locura?—¿Cómo que no la encuentras por ningún lado? —inquirió con la voz severa—. ¿Has llamado a la policía?—No quise llamar a la policía aún. Ya sabes lo que siempre dicen, que es mayor de edad y bla, bla, bla… Por eso te llamé a ti, pensé que quizás tú sabías algo… —dijo Charlie, quien sonaba al borde de un ataque de pánico—. Tú sabes cómo es tu hermana, ella jamás desaparecería así como así… ¡Estoy desesperado, Logan! ¡Desesperado!Logan inspiró profundamente y soltó el aire con lentitud, mientras su mente trabajaba a toda velocidad, y la preocupación por el paradero de su hermana reemplazó ampliamente a la furia que sentía hacia Rebecca, su abuela y toda su familia.—Escúchame bien, ve a casa y quédate allí por si regresa, ¿sí? Iré para ya ahora mismo y te juro que la encontraremos —re
El rugido del motor resonaba en el aire frío de la tarde mientras Logan y Charlie se dirigían al salón de belleza. El camino estaba casi vacío, pero el silencio exterior contrastaba con la tormenta de emociones que ambos hombres sentían por dentro.Logan no podía evitar repasar una y otra vez los eventos de las últimas horas. La confrontación con Rebecca, la revelación sobre su verdadera identidad y ahora la desaparición de Lorelai, su hermana, a semanas de dar a luz a su sobrino.La preocupación lo estaba devorando por dentro. En la mente de Logan, la peor de las posibilidades se hacía cada vez más real. «¿Dónde está? ¿Qué le habrá pasado? ¿Estará bien?» Las preguntas se acumulaban, una tras otra, haciéndole cada vez más difícil que se concentrara en el camino.Charlie, sentado a su lado, apenas podía contener el temblor en sus manos y movía una de sus piernas sin cesar, evidentemente ansioso, mientras miraba constantemente su teléfono, esperando alguna llamada o algún mensaje de Lor
Rachel se encontraba sentada en el sofá de la mansión de Logan, acariciando su abultado vientre, mientras miraba su teléfono con preocupación. Logan llevaba horas con Charlie, en busca de Lorelai, y ella no había podido hacer más que quedarse en casa, tensa y completamente inquieta, sin saber qué diablos hacer para poder ayudar a encontrar a su cuñada.Su embarazo avanzaba, y, tanto el médico como el propio Logan habían sido determinantes con respecto a que no debía estresarse, debido a que eso podría ocasionarle un daño al bebé. Sin embargo, no importaba cuanto intentara calmarse, la situación la tenía completamente en vilo.De pronto, su teléfono vibró, sacándola de sus pensamientos. Era un mensaje de Victor Cole, el detective que había contactado Logan y que lo estaba ayudando no solo en las investigaciones referentes a los sabotajes de la empresa, el intento de envenenamiento de su abuela, sino también, ahora, con la desaparición de Lorelai.«Rachel, necesito que hables cuanto ant
—¡Lorelai! —gritó Rachel, mientras corría hacia ella, cayendo de rodillas a su lado.El cuerpo de Lorelai estaba empapado en sangre, mientras que sus labios estaban pálidos y resecos, lo que evidenciaba que se encontraba en un profundo estado de shock. Sin embargo, había algo más que aterraba a Rachel: ¿dónde diablos estaba el bebé?—¿Dónde está? ¿Dónde está el bebé? —susurró Rachel, con la voz temblando por la desesperación mientras buscaba signos de vida en los alrededores.Lorelai abrió los ojos débilmente, mientras respiraba entrecortadamente.—El bebé… se… se lo llevaron —murmuró con apenas un hilo de voz, con la mirada perdida y llena de terror.Rachel sintió que el pánico subía por su garganta, pero sabía que no podía permitirse caer en el pánico. Tenía que actuar rápido. Lorelai estaba perdiendo demasiada sangre, y, si no hacía algo pronto, podría perder la vida.En ese momento, el sonido de un coche acercándose la sacó de sus pensamientos. Giró la cabeza justo a tiempo para v
—¿Qué diablos ha pasado? —murmuró Logan finalmente, con la voz temblorosa, en un susurro apenas audible, pero cargado de una mezcla de miedo y de rabia apenas contenida.Rachel lo miró, todavía tratando de procesar lo que había visto, lo que había sentido. La imagen de Lorelai, ensangrentada, con el cuerpo casi inerte en el suelo, no dejaba de repetirse una y otra vez en su mente, como una pesadilla que se negaba a desvanecerse. El vacío en su estómago era abrumador, como si algo oscuro y aterrador hubiera comenzado a apoderarse de su interior.—No lo sé —respondió Rachel, con la voz apenas más fuerte que un murmullo—. Pero alguien… alguien le ha hecho una cesárea… —Su garganta se cerró, y se vio obligada a tragar saliva al ver que las palabras se le atoraban en la garganta—. Y el bebé… Logan, el bebé no está por ninguna parte.Las palabras quedaron suspendidas en el aire, pesadas y frías, como una sentencia de muerte. Logan parpadeó, incrédulo, como si su mente se negara a aceptar lo
Una vez que la policía se marchó, tras interrogarlos y recabar las pruebas necesarias para el análisis forense del lugar, y así poder tener todo lo necesario para dar con el autor de aquel crimen, Logan cerró los ojos, intentando pensar con claridad, pero todo en su mente era confusión y desesperación.Estaba a punto de decir algo cuando su teléfono vibró en su bolsillo. Era un mensaje de Charlie. Lorelai había recuperado brevemente la conciencia y, aunque estaba débil, había dicho algunas palabras que Charlie creyó que él debía saber.«Lorelai acaba de mencionar un nombre. Dijo que “ellos” se llevaron al bebé. No fue Caroline. Fueron unos hombres… y Joseph».Logan leyó el mensaje en voz alta, y, tanto él como Rachel, se quedaron en completo shock.—¿Joseph? —preguntó Rachel, incrédula—. ¿Qué tiene que ver Joseph con todo esto? ¿Y de qué hombres habla?Logan estaba igual de atónito.Si bien Joseph jamás había sido trigo limpio y entre él y Logan siempre habían existido grandes roces,