El rugido del motor resonaba en el aire frío de la tarde mientras Logan y Charlie se dirigían al salón de belleza. El camino estaba casi vacío, pero el silencio exterior contrastaba con la tormenta de emociones que ambos hombres sentían por dentro.Logan no podía evitar repasar una y otra vez los eventos de las últimas horas. La confrontación con Rebecca, la revelación sobre su verdadera identidad y ahora la desaparición de Lorelai, su hermana, a semanas de dar a luz a su sobrino.La preocupación lo estaba devorando por dentro. En la mente de Logan, la peor de las posibilidades se hacía cada vez más real. «¿Dónde está? ¿Qué le habrá pasado? ¿Estará bien?» Las preguntas se acumulaban, una tras otra, haciéndole cada vez más difícil que se concentrara en el camino.Charlie, sentado a su lado, apenas podía contener el temblor en sus manos y movía una de sus piernas sin cesar, evidentemente ansioso, mientras miraba constantemente su teléfono, esperando alguna llamada o algún mensaje de Lor
Rachel se encontraba sentada en el sofá de la mansión de Logan, acariciando su abultado vientre, mientras miraba su teléfono con preocupación. Logan llevaba horas con Charlie, en busca de Lorelai, y ella no había podido hacer más que quedarse en casa, tensa y completamente inquieta, sin saber qué diablos hacer para poder ayudar a encontrar a su cuñada.Su embarazo avanzaba, y, tanto el médico como el propio Logan habían sido determinantes con respecto a que no debía estresarse, debido a que eso podría ocasionarle un daño al bebé. Sin embargo, no importaba cuanto intentara calmarse, la situación la tenía completamente en vilo.De pronto, su teléfono vibró, sacándola de sus pensamientos. Era un mensaje de Victor Cole, el detective que había contactado Logan y que lo estaba ayudando no solo en las investigaciones referentes a los sabotajes de la empresa, el intento de envenenamiento de su abuela, sino también, ahora, con la desaparición de Lorelai.«Rachel, necesito que hables cuanto ant
—¡Lorelai! —gritó Rachel, mientras corría hacia ella, cayendo de rodillas a su lado.El cuerpo de Lorelai estaba empapado en sangre, mientras que sus labios estaban pálidos y resecos, lo que evidenciaba que se encontraba en un profundo estado de shock. Sin embargo, había algo más que aterraba a Rachel: ¿dónde diablos estaba el bebé?—¿Dónde está? ¿Dónde está el bebé? —susurró Rachel, con la voz temblando por la desesperación mientras buscaba signos de vida en los alrededores.Lorelai abrió los ojos débilmente, mientras respiraba entrecortadamente.—El bebé… se… se lo llevaron —murmuró con apenas un hilo de voz, con la mirada perdida y llena de terror.Rachel sintió que el pánico subía por su garganta, pero sabía que no podía permitirse caer en el pánico. Tenía que actuar rápido. Lorelai estaba perdiendo demasiada sangre, y, si no hacía algo pronto, podría perder la vida.En ese momento, el sonido de un coche acercándose la sacó de sus pensamientos. Giró la cabeza justo a tiempo para v
—¿Qué diablos ha pasado? —murmuró Logan finalmente, con la voz temblorosa, en un susurro apenas audible, pero cargado de una mezcla de miedo y de rabia apenas contenida.Rachel lo miró, todavía tratando de procesar lo que había visto, lo que había sentido. La imagen de Lorelai, ensangrentada, con el cuerpo casi inerte en el suelo, no dejaba de repetirse una y otra vez en su mente, como una pesadilla que se negaba a desvanecerse. El vacío en su estómago era abrumador, como si algo oscuro y aterrador hubiera comenzado a apoderarse de su interior.—No lo sé —respondió Rachel, con la voz apenas más fuerte que un murmullo—. Pero alguien… alguien le ha hecho una cesárea… —Su garganta se cerró, y se vio obligada a tragar saliva al ver que las palabras se le atoraban en la garganta—. Y el bebé… Logan, el bebé no está por ninguna parte.Las palabras quedaron suspendidas en el aire, pesadas y frías, como una sentencia de muerte. Logan parpadeó, incrédulo, como si su mente se negara a aceptar lo
Una vez que la policía se marchó, tras interrogarlos y recabar las pruebas necesarias para el análisis forense del lugar, y así poder tener todo lo necesario para dar con el autor de aquel crimen, Logan cerró los ojos, intentando pensar con claridad, pero todo en su mente era confusión y desesperación.Estaba a punto de decir algo cuando su teléfono vibró en su bolsillo. Era un mensaje de Charlie. Lorelai había recuperado brevemente la conciencia y, aunque estaba débil, había dicho algunas palabras que Charlie creyó que él debía saber.«Lorelai acaba de mencionar un nombre. Dijo que “ellos” se llevaron al bebé. No fue Caroline. Fueron unos hombres… y Joseph».Logan leyó el mensaje en voz alta, y, tanto él como Rachel, se quedaron en completo shock.—¿Joseph? —preguntó Rachel, incrédula—. ¿Qué tiene que ver Joseph con todo esto? ¿Y de qué hombres habla?Logan estaba igual de atónito.Si bien Joseph jamás había sido trigo limpio y entre él y Logan siempre habían existido grandes roces,
El hospital estaba sumido en un silencio pesado, roto únicamente por el incesante pitido de las máquinas que mantenían a Lorelai con vida. A pesar de los rayos de sol que comenzaban a filtrarse por las ventanas, la atmósfera en la habitación era tan densa como la noche más oscura. Logan, Rachel y Charlie permanecían en la pequeña habitación, cada uno atrapado en sus pensamientos, con el peso de la incertidumbre hundiéndolos cada vez más. El aire parecía cargado de angustia, miedo, y una silenciosa desesperación.Lorelai seguía inmóvil en la cama, con el rostro demacrado y pálido, apenas reconocible después del trauma que había atravesado. Tubos y cables rodeaban su frágil cuerpo, y las máquinas trabajaban incansablemente para mantenerla en ese estado de coma inducido que los médicos consideraban su mejor oportunidad de recuperación. Pero la verdad era que el pronóstico seguía siendo incierto. Su vida pendía de un hilo.—La cirugía fue más complicada de lo que habíamos anticipado —les
Un par de días más tarde. Victor Cole estaba sentado en su oficina, rodeado de papeles, informes y mapas. Llevaba dos días sin dormir lo suficiente, pero la adrenalina lo mantenía en pie. Sabía que estaban cerca, que la verdad se encontraba al alcance de su mano. Y lo más importante, sabía que el bebé de Lorelai y Charlie estaba en peligro inminente, si no hacían algo cuanto antes. Las pistas que había conseguido hasta ahora habían sido simples fragmentos, sin embargo, algo lo mantenía alerta. Ese niño no era el único. Había algo mucho más siniestro detrás de toda aquella operación. Mientras revisaba sus notas por enésima vez, su teléfono sonó, rompiendo el tenso silencio que lo rodeaba. —¿Cole? —respondió, llevándose el teléfono a la oreja. —Tenemos algo grande —dijo una voz familiar al otro lado. Era uno de sus hombres de mayor confianza—. Un informante nos ha dado una pista sobre una red de tráfico infantil que opera desde el muelle. Están preparando una venta en las próximas ho
Victor Cole sentía la presión como una soga apretándose lentamente alrededor de su cuello. Sabía que estaban cerca, muy cerca, de desmantelar algo mucho más grande de lo que había imaginado al inicio de su investigación.El tráfico de bebés no era una simple venganza personal de Joseph y Caroline, sino una parte de una red criminal que operaba en las sombras. Y ahora, todo su instinto le gritaba que debían moverse rápido. Si no lo hacían, los bebés, incluyendo al hijo de Lorelai y Charlie, desaparecerían para siempre.Mientras conducía hacia el muelle, su teléfono vibró de nuevo, iluminando la pantalla en el asiento del pasajero. Era Logan.Victor suspiró, consciente de que no podía evitar esa llamada por mucho que quisiera. Logan James lo llamaría una y otra vez hasta que por fin lo atendiera, así que, sabiendo que no le quedaba más remedio, contestó sin apartar los ojos del camino.—¿Qué pasa, Logan? Voy por la carretera.La voz de Logan, tensa y cargada de emoción, llenó el coche,