Rachel no podía conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes de Rebecca y Esperanza se mezclaban con las palabras crípticas que había escuchado aquella noche; por lo que, sin poder quitarse eso de la cabeza, no podía dejar de dar vueltas en la cama, intentando hallar una posición cómoda. No obstante, el peso de las sospechas que se había instalado en ella la mantenía inquieta y en alerta.Al volverse hacia Logan, lo encontró profundamente dormido, ajeno al torbellino que giraba en su mente y que no la dejaba descansar.«¿Cómo diablos puede dormir tan tranquilo después de todo lo que ha pasado hoy?», se preguntó.Sin embargo, no tenía tiempo para pensar en ello. Algo en su instinto le decía que no podía esperar y que tenía que descubrir qué escondía Rebecca. Después de pensarlo por un momento, el único lugar en toda la mansión en el que podía llegar a encontrar alguna respuesta, era la biblioteca y despacho de Esperanza. El mismo sitio en el que, días atrás, la abuel
Cuando Rachel entró en la habitación, cerró la puerta detrás de sí, con cuidado y con el corazón todavía latiéndole a toda velocidad. El sobre marrón que había encontrado y que ahora se apretaba contra el pecho, seguía oculto debajo de su pijama. Aunque no tenía ni la más mínima idea de qué podían contener esas cartas y documentos, ni qué podía revelar, algo en su interior le decía que eran importante. ¡Muy importantes!Echando un vistazo rápido a Logan, quien se encontraba en la misma posición que cuando ella había salido del dormitorio, Rachel se sentó en la cama, mientras se preguntaba cómo podía dormir tan tranquilo. Sin embargo, en ese momento no tenía tiempo para enfocarse en ello, sino que, con manos temblorosas, comenzó a sacar el sobre, procurando no hacer ruido, listo para abrirlo a la luz de la lámpara de la mesita de noche, cuando un grito desgarrador rompió el silencio de la noche.—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Esperanza! ¡Oh, Dios mío, alguien venga! ¡Logan! —La voz de Rebecca reson
—Eso es lo que queremos descubrir —respondió el doctor, alternando la mirada entre Logan y Rebecca—. ¿Quedaron algunos de esos bombones?Rebecca se apresuró a asentir.—Sí…, sí. No pensé que pudiera ser algo peligroso… De hecho los guardé para comer algunos más tarde… ¡Oh Dios mío!—¿Alguien más comió de esos dulces? —inquirió el médico con las cejas en alto.Logan, Rachel y Rebecca negaron rápidamente con la cabeza.El médico miró a Rebecca fijamente y dijo:—Mande a buscar esos bombones de inmediato. Necesitamos analizarlos cuanto antes.Rachel observó el intercambio de palabras, con su mente en ebullición. Algo andaba peor que mal. Todo parecía estar demasiado bien orquestado como para que fuera un simple accidente. ¿Y si Caroline había chantajeado a Lorelai, quién le aseguraba que no tenía nada que ver en todo aquello? Después de todo, era uno de los puntos más bajos al que podía atacar a Logan. Su abuela era su todo.Pensando en esto, se volvió hacia Logan, quien continuaba miran
Aquella noche, en un abrir y cerrar de ojos, se había convertido en un espiral de tensión y caos. Después de que los médicos confirmaran que Esperanza había sido envenenada a través de los bombones, el ambiente en el hospital se tornó frío y sumamente tenso. Logan apenas podía contener la rabia que se había apoderado de él, mientras caminaba de un lado a otro de la sala de espera, con los puños apretados a ambos lados de su cuerpo.Rachel era consciente de que no era el momento adecuado para decirle nada más, pero el peso de aquel sobre comenzaba a agobiarla, por lo que, tras tomar una profunda bocanada de aire, y hacer lo que podía, caminó fuera del hospital, sintiendo el frío calarla hasta los huesos, y sacó su teléfono, tras lo cual marcó rápidamente el número de Jenna Miller, su mejor amiga.—Rachel, ¿cómo estás? —preguntó Jenna al contestar, con la voz cargada de preocupación. No era normal que su amiga la llamara, y mucho menos a esas horas de la noche.—He estado mejor —respond
Siguió leyendo más cartas, y mientras lo hacía no hizo más que confirmar los detalles que habían sido cuidadosamente escondidos durante años. Sin embargo, la última carta era la más directa, escrita por el propio hombre que Logan siempre había considerado su «padre».«Rebecca, hemos llegado a un acuerdo. Criaré a Logan como mi hijo, y nunca sabrá la verdad. Lo mantendremos en secreto, por el bien de la empresa y de todos nosotros. Si esta historia llega a la prensa, la familia se desmoronaría y el legado que tanto hemos trabajado por construir desaparecería. No hay otra opción».Rachel dejó caer la carta, con las manos temblando. No podía creer lo que acababa de leer. La familia de Logan no solo estaba envuelta en mentiras, sino que todo lo que él creía sobre su origen era falso. ¿Cómo era posible que hubieran preferido el bienestar de la empresa antes que…?Suspiró, pensativa. ¿Cómo se lo iba a decir a Logan? ¿Cómo podría contarle algo así en medio de todo lo que estaba sucediendo co
Rachel no podía quitarse de la cabeza lo que había descubierto en aquel sobre, entre aquellas cartas y documentos, pero aún no tenía ni la más remota idea de cómo enfrentarse a Logan. El temor de cómo pudiera tomar aquella realidad, el miedo de ver cómo todo lo que él había creído en su vida se desmoronaba, la paralizaba por completo. Sabía que más temprano que tarde tendría que decirle la verdad, pero, por el momento, no podía forzarlo. Necesitaba pensarlo bien, necesitaba un consejo.Desesperada por encontrar un respiro en todo aquello, decidió llamar a su madre. Quizás una conversación banal con ella pudiera calmar su mente y, al menos, distraerla por un momento.—Hola, mamá —dijo Rachel, procurando de que su voz sonara casual cuando la conexión se estableció—. ¿Cómo estás?—Rachel, cariño, me sorprende que llames. Sé que últimamente has tenido una vida ajetreada, entre el trabajo y tu nueva vida como esposa…—Tranquila, mamá. Sé que pequé de no llamarte antes, pero es que… —Suspir
Mientras conducía hacia el lugar en el que habían acordado encontrarse, la mente de Rachel no dejaba de revolverse en cada detalle de lo que había leído en las cartas. ¿Cómo podría enfrentarse a Logan con esa información? ¿Acaso ella era la persona idónea para revelarle aquellos oscuros secretos? No lo sabía. ¿Cómo haces para decirle a alguien que toda su vida estuvo construida con base en una mentira?Cuando Rachel llegó a la cafetería, vio que Jenna ya se encontraba en una mesa ubicada en una discreta esquina del local.Al ver a Rachel entrar, Jenna se levantó y la abrazó con fuerza, sintiendo que todo el cuerpo de su amiga se encontraba en tensión.—Rachel, me tienes preocupada. ¿Qué es lo que está pasando? —preguntó cuando ambas se sentaron a la mesa.—Es… demasiado, Jenna. Ni siquiera sé por dónde comenzar… —respondió, tras tomar una gran bocanada de aire.Jenna la miró con atención, indicándole que estaba allí para escuchar todo lo que tuviera para decirle.—Empieza por donde te
Quince días después. Desde que Esperanza James había sido dada de alta y trasladada a la mansión de Logan, el ambiente de la vivienda se había vuelto completamente tenso y cargado de una competitividad silenciosa. Rachel y Rebecca, ahora bajo el mismo techo, competían constantemente por quién cuidaba mejor de la matriarca de la familia. Para Rebecca, su suegra debía ser su responsabilidad, pero para Esperanza, era Rachel la que le ofrecía el cariño y la atención que necesitaba.—Deja que yo me encargue, Rachel —dijo Rebecca una mañana, mientras trataba de tomar la bandeja de desayuno que Rachel llevaba a la habitación de Esperanza—. Después de todo, es mi suegra. Soy yo la que debería estar cuidándola, no tú.Rachel, agotada por las últimas dos semanas de tensión, miró a Rebecca con una mezcla de cansancio y firmeza.—Rebecca, no se trata de quién tiene más derecho. Esperanza me pide ayuda a mí, y yo estoy aquí para ella. No estoy tratando de competir contigo. Esto no tiene nada que