Rachel sintió cómo un peso invisible le aplastaba el pecho, mientras subía en el ascensor hasta el piso veintitrés en el que se encontraba el despacho presidencial. Las palabras de Lorelai no la dejaban en paz y la perseguían, cada una resonando como un eco que le retorcía el estómago. Lo que había hecho Caroline había sido un golpe sumamente bajo, pero enterarse de que Lorelai, la hermana de Logan, había sido una marioneta en manos de aquella mujer, la había dejado al borde del desconcierto. ¿Qué más era capaz de hacer? ¿Qué era lo que quería? ¿A Logan o el dinero que él podía darle? No lo sabía, pero tenía que descubrirlo.Cuando finalmente llegó a la puerta de la oficina, su mano tembló al girar el pomo.Logan estaba sentado detrás de su escritorio, con el ceño fruncido mientras revisaba un informe. Al ver a Rachel, su expresión cambió, y la preocupación se acentuó en sus ojos azules.—Rachel, ¿qué pasa? —preguntó, poniéndose de pie de inmediato al ver la palidez en el rostro de su
En la mansión de Esperanza James.Mientras subían las escaleras de mármol, Logan llevaba el ceño fruncido, y Rachel podía sentir el peso de sus propios pensamientos, denso como una niebla oscura que parecía no querer disiparse.Al llegar a la habitación de Esperanza, en compañía del ama de llaves, el aire se volvió aún más pesado. La habitación, amplia y adornada con antigüedades, estaba levemente iluminada por una lámpara que se encontraba sobre la mesita de noche y que proyectaba sombras alargadas en las paredes. Esperanza se hallaba tendida en la cama, con el rostro pálido y aspecto frágil, muy diferente a como Rachel la había visto aquella misma mañana.Logan se adelantó rápidamente, su preocupación evidente en cada paso.—Abuela… —dijo, rompiendo el silencio con la voz temblorosa—. ¿Cómo te sientes?Esperanza abrió los ojos con lentitud, y luchó por enfocar su mirada en su nieto. Su respiración era errática, cada inhalación parecía acarrearle un esfuerzo monumental.—Estoy bien,
Rachel no podía conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes de Rebecca y Esperanza se mezclaban con las palabras crípticas que había escuchado aquella noche; por lo que, sin poder quitarse eso de la cabeza, no podía dejar de dar vueltas en la cama, intentando hallar una posición cómoda. No obstante, el peso de las sospechas que se había instalado en ella la mantenía inquieta y en alerta.Al volverse hacia Logan, lo encontró profundamente dormido, ajeno al torbellino que giraba en su mente y que no la dejaba descansar.«¿Cómo diablos puede dormir tan tranquilo después de todo lo que ha pasado hoy?», se preguntó.Sin embargo, no tenía tiempo para pensar en ello. Algo en su instinto le decía que no podía esperar y que tenía que descubrir qué escondía Rebecca. Después de pensarlo por un momento, el único lugar en toda la mansión en el que podía llegar a encontrar alguna respuesta, era la biblioteca y despacho de Esperanza. El mismo sitio en el que, días atrás, la abuel
Cuando Rachel entró en la habitación, cerró la puerta detrás de sí, con cuidado y con el corazón todavía latiéndole a toda velocidad. El sobre marrón que había encontrado y que ahora se apretaba contra el pecho, seguía oculto debajo de su pijama. Aunque no tenía ni la más mínima idea de qué podían contener esas cartas y documentos, ni qué podía revelar, algo en su interior le decía que eran importante. ¡Muy importantes!Echando un vistazo rápido a Logan, quien se encontraba en la misma posición que cuando ella había salido del dormitorio, Rachel se sentó en la cama, mientras se preguntaba cómo podía dormir tan tranquilo. Sin embargo, en ese momento no tenía tiempo para enfocarse en ello, sino que, con manos temblorosas, comenzó a sacar el sobre, procurando no hacer ruido, listo para abrirlo a la luz de la lámpara de la mesita de noche, cuando un grito desgarrador rompió el silencio de la noche.—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Esperanza! ¡Oh, Dios mío, alguien venga! ¡Logan! —La voz de Rebecca reson
—Eso es lo que queremos descubrir —respondió el doctor, alternando la mirada entre Logan y Rebecca—. ¿Quedaron algunos de esos bombones?Rebecca se apresuró a asentir.—Sí…, sí. No pensé que pudiera ser algo peligroso… De hecho los guardé para comer algunos más tarde… ¡Oh Dios mío!—¿Alguien más comió de esos dulces? —inquirió el médico con las cejas en alto.Logan, Rachel y Rebecca negaron rápidamente con la cabeza.El médico miró a Rebecca fijamente y dijo:—Mande a buscar esos bombones de inmediato. Necesitamos analizarlos cuanto antes.Rachel observó el intercambio de palabras, con su mente en ebullición. Algo andaba peor que mal. Todo parecía estar demasiado bien orquestado como para que fuera un simple accidente. ¿Y si Caroline había chantajeado a Lorelai, quién le aseguraba que no tenía nada que ver en todo aquello? Después de todo, era uno de los puntos más bajos al que podía atacar a Logan. Su abuela era su todo.Pensando en esto, se volvió hacia Logan, quien continuaba miran
Aquella noche, en un abrir y cerrar de ojos, se había convertido en un espiral de tensión y caos. Después de que los médicos confirmaran que Esperanza había sido envenenada a través de los bombones, el ambiente en el hospital se tornó frío y sumamente tenso. Logan apenas podía contener la rabia que se había apoderado de él, mientras caminaba de un lado a otro de la sala de espera, con los puños apretados a ambos lados de su cuerpo.Rachel era consciente de que no era el momento adecuado para decirle nada más, pero el peso de aquel sobre comenzaba a agobiarla, por lo que, tras tomar una profunda bocanada de aire, y hacer lo que podía, caminó fuera del hospital, sintiendo el frío calarla hasta los huesos, y sacó su teléfono, tras lo cual marcó rápidamente el número de Jenna Miller, su mejor amiga.—Rachel, ¿cómo estás? —preguntó Jenna al contestar, con la voz cargada de preocupación. No era normal que su amiga la llamara, y mucho menos a esas horas de la noche.—He estado mejor —respond
Siguió leyendo más cartas, y mientras lo hacía no hizo más que confirmar los detalles que habían sido cuidadosamente escondidos durante años. Sin embargo, la última carta era la más directa, escrita por el propio hombre que Logan siempre había considerado su «padre».«Rebecca, hemos llegado a un acuerdo. Criaré a Logan como mi hijo, y nunca sabrá la verdad. Lo mantendremos en secreto, por el bien de la empresa y de todos nosotros. Si esta historia llega a la prensa, la familia se desmoronaría y el legado que tanto hemos trabajado por construir desaparecería. No hay otra opción».Rachel dejó caer la carta, con las manos temblando. No podía creer lo que acababa de leer. La familia de Logan no solo estaba envuelta en mentiras, sino que todo lo que él creía sobre su origen era falso. ¿Cómo era posible que hubieran preferido el bienestar de la empresa antes que…?Suspiró, pensativa. ¿Cómo se lo iba a decir a Logan? ¿Cómo podría contarle algo así en medio de todo lo que estaba sucediendo co
Rachel no podía quitarse de la cabeza lo que había descubierto en aquel sobre, entre aquellas cartas y documentos, pero aún no tenía ni la más remota idea de cómo enfrentarse a Logan. El temor de cómo pudiera tomar aquella realidad, el miedo de ver cómo todo lo que él había creído en su vida se desmoronaba, la paralizaba por completo. Sabía que más temprano que tarde tendría que decirle la verdad, pero, por el momento, no podía forzarlo. Necesitaba pensarlo bien, necesitaba un consejo.Desesperada por encontrar un respiro en todo aquello, decidió llamar a su madre. Quizás una conversación banal con ella pudiera calmar su mente y, al menos, distraerla por un momento.—Hola, mamá —dijo Rachel, procurando de que su voz sonara casual cuando la conexión se estableció—. ¿Cómo estás?—Rachel, cariño, me sorprende que llames. Sé que últimamente has tenido una vida ajetreada, entre el trabajo y tu nueva vida como esposa…—Tranquila, mamá. Sé que pequé de no llamarte antes, pero es que… —Suspir