Capítulo 32

Irene.

Me desesperó su actitud tranquila cuando sabía que me tenía enfadada por todo lo que había hecho durante el día entero. No se puso a pensar una sola vez que me enojaría su poco tacto con mi trabajo.

Necesitaba concentrarme y me lo estaba poniendo muy difícil solo porque al señor abogado se le dio por jugar al "aparezco y desaparezco" por horas.

Lo vi dejar a Julián en su cuna y en completa calma detallarlo como si fuera algo que le gustara ver. No quise interrumpir su momento con él, por ello salí del dormitorio.

Era mejor no ser como él, adoptar su actitud era lo último que haría.

Al menos era la misión. Pero verlo aparecer con sus manos en los bolsillos como si verme enojada representara nada para él, me indicó que esto no podría acabar bien.

__ Hace una hermosa noche ¿no? - dijo con un tono suave. - ¿Como estuvo tu día, gatita rosa?

Apreté las uñas en la palma de mi mano. Lo hacía solo por molestarme.

__ ¿Quien te crees para aparecer así en la mañana? - solté con enojo.
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