CAPÍTULO 115

Ava llegó a la imponente casa de Ammy con su pequeño hijo Bastián de la mano. El corazón le latía con fuerza, y sus pensamientos eran un torbellino de emociones y expectativas. La idea de que Omar conociera a su hijo la llenaba de una mezcla de esperanza y temor. Quería respuestas, y sentía que estaba cerca de obtenerlas.

Al llegar a la entrada, una empleada de la casa les abrió la puerta y los condujo al salón principal. La decoración lujosa y elegante de la mansión solo aumentaba la tensión que Ava sentía. Miró a su alrededor, buscando a Omar, pero no lo encontró.

—Lo siento, señora —dijo la empleada—, el señor Omar no está en casa en este momento.

Ava sintió una punzada de decepción, pero intentó mantener la compostura. En ese momento, Ammy apareció en el umbral del salón, con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos.

—Ava, qué sorpresa verte aquí —dijo Ammy, su voz teñida de una frialdad apenas disimulada—. Y veo que has traído a tu hijo. ¿Cómo se llama?

—Bastián —respondió Ava, su
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