Cuando Ammy llegó a su casa, su semblante reflejaba una mezcla de cansancio y tensión acumulada. Apenas había cruzado la puerta cuando una de las empleadas se le acercó con urgencia.—Señora Ammy, el señor Omar ha vuelto. —dijo la empleada con evidente nerviosismo.Ammy asintió, sus labios formaron una fina línea de preocupación mientras subía las escaleras apresuradamente. Al llegar a la habitación de Omar, abrió la puerta de golpe, encontrándolo de pie junto a la ventana, mirando hacia el jardín.—Omar —comenzó con voz dura—. ¿Qué creías que estabas haciendo escapando de la casa?Omar se giró lentamente, sus ojos reflejaban una mezcla de confusión y determinación. —¿Por qué me mientes, Ammy? No soy tu esposo. Quiero que me digas la verdad.Ammy sintió que el suelo se deslizaba bajo sus pies, pero mantuvo la compostura. Se acercó a un pequeño escritorio en la esquina de la habitación, abrió un cajón y sacó un sobre manila. Lo entregó a Omar con manos firmes, aunque sus dedos temblaba
—¡Papá! —el pequeño Bastián gritó con fuerza al notar la presencia de Omar. Corrió con entusiasmo por el parque, su risa resonaba en el aire. Al ver a Omar, sus ojos se iluminaron y gritó con alegría: —¡Papá! —Corrió hacia él, sus pequeños brazos extendidos.Omar se agachó para recibir al niño, pero al escuchar esa palabra, sintió un dolor punzante en el pecho. —Bastián. —dijo suavemente, lo levantó del suelo y lo abrazó con fuerza—. No soy tu papá, desearía ser ese padre que perdiste pero…pero puedes llamarme así si quieres.Bastián frunció el ceño, su expresión firme. —Eres mi papá. Lo sé.Omar sintió un fuerte dolor de cabeza, como si algo en su mente estuviera tratando de salir a la superficie. El dolor se intensificó y cayó de rodillas, sus manos agarrándose la cabeza. Antes de que pudiera decir algo más, todo se volvió negro y se desplomó en el suelo.Martha, la niñera, vio todo desde una distancia y corrió hacia ellos, su rostro pálido de preocupación. —¡Omar! ¡Bastián, aléjat
Ava se levantó temprano, mucho antes de que el sol asomara en el horizonte. La luz tenue de la madrugada apenas iluminaba su habitación mientras se vestía, eligiendo con cuidado un conjunto profesional: una blusa blanca impecable, una falda lápiz negra y una chaqueta a juego. Su expresión reflejaba una determinación férrea mientras se colocaba un par de anteojos, ajustándolos con precisión sobre su nariz.Hoy era un día decisivo. Después de la desgarradora revelación en el hospital, Ava había pasado la noche en vela, reflexionando sobre su vida y sus prioridades. Omar la había rechazado, dejándola con la dolorosa verdad de que no podía seguir viviendo en una fantasía. Era momento de enfrentar la realidad y tomar las riendas de su destino, no solo por ella, sino también por su hijo Bastián.Se miró en el espejo, notando la fuerza renovada en sus ojos. Había dejado atrás la fragilidad y el desconsuelo, y en su lugar, había surgido una mujer decidida a luchar por lo que le correspondía.
Han pasado dos semanas desde la última vez que Ava vio a Omar. Desde entonces, se ha sumergido por completo en su trabajo en la empresa y en el cuidado de su hijo, Bastián. Cada día era una rutina meticulosa de responsabilidades, reuniones y decisiones, que la mantenían ocupada desde el amanecer hasta la noche. En su tiempo libre, se dedicaba a sus sesiones con Antony, su psicólogo, buscando la estabilidad emocional que tanto necesitaba.A pesar de su determinación, había momentos en los que la tentación de preguntar por Omar era casi insoportable. Su mente volvía constantemente al hombre que se parecía tanto a su difunto esposo, pero Ava había decidido ser fuerte y tratar de olvidarlo. Sabía que aferrarse a una fantasía no la ayudaría a avanzar.—¿Vamos a almorzar? —preguntó Sara, desde el umbral de la puerta. —Tengo una reunión con mi psicólogo. —respondió mientras recogía algunos papeles de su escritorio. —¿Sesión o cita? —dijo con sorna Sara.—Es una sesión, como siempre. No dig
Omar se encontraba recostado en la cama, con la mente enmarañada por un torbellino de pensamientos. Las últimas semanas junto a Ammy habían sido una prueba constante de su paciencia y cordura. A pesar de todos los esfuerzos de Ammy por convencerlo de que él era su verdadero esposo, algo dentro de él seguía rebelándose. Su corazón, su mente, todo su ser le decía que había algo terriblemente equivocado en toda la situación.Miró a su lado y observó a Ammy dormir plácidamente. Su rostro, relajado y sereno, contrastaba con la agitación interna que él sentía. Recordó las palabras de Ava, la forma en que sus ojos brillaban con una mezcla de esperanza y desesperación cuando lo había besado. Aunque intentaba resistirse a esos sentimientos, no podía negar que Ava despertaba en él emociones profundas, sensaciones que ninguna otra mujer, ni siquiera Ammy, había logrado provocar.Decidido, se levantó con cuidado para no despertarla. Se movió en silencio por la habitación, abriendo el armario y s
Ava estaba sentada en la mesa de una acogedora cafetería, removiendo distraídamente su café mientras observaba a través del ventanal. La mañana había traído consigo una ligera llovizna, y las gotas de agua corrían por el vidrio, creando una sinfonía suave y relajante. Antony llegó unos minutos tarde, sacudiéndose el agua de su chaqueta antes de sentarse frente a ella.—Gracias por venir, Antony —dijo Ava, ofreciendo una sonrisa que no alcanzaba sus ojos—. Necesitaba hablar con alguien.Antony le devolvió la sonrisa, tratando de ignorar el nudo en su estómago. Se sentía culpable por lo que sabía, pero también aliviado de poder estar allí para ella.—Siempre tengo tiempo para ti, Ava. Cuéntame, ¿cómo te está yendo en la empresa? —preguntó, intentando mantener su tono ligero y despreocupado.Ava suspiró, apoyando su barbilla en una mano mientras revolvía su café.—Ha sido... interesante. Siento que estoy volviendo a encontrarme a mí misma en este nuevo rol. He dejado de lado mis diseños,
Bastián miró a su madre con sus grandes ojos llenos de esperanza, su pequeño rostro iluminado por la expectativa.—Mamá, ¿cuándo volveré a ver a papá? —preguntó con una inocencia desgarradora.Ava sintió un nudo en la garganta, sabiendo que tenía que romper el corazón de su hijo una vez más. Se arrodilló frente a él, tomando sus pequeñas manos entre las suyas.—Cariño, papá no va a regresar —dijo con suavidad—. Está en el cielo, cuidándonos desde allí. Ya no podemos verlo, pero siempre estará con nosotros en nuestros corazones.Bastián frunció el ceño, tratando de entender las palabras de su madre. Finalmente, asintió lentamente, aunque Ava podía ver la confusión y el dolor en sus ojos.Después de consolar a su hijo, Ava salió de la casa, sintiéndose emocionalmente agotada. Se dirigió a la empresa, necesitando concentrarse en algo que no fuera la tristeza que había en su hogar. En el camino, decidió pasar por su cafetería favorita para tomar un café.Recibió su café y caminó hasta el
Ava estaba sentada en su oficina, la mirada perdida en la pantalla de su computadora. Sus pensamientos eran un torbellino, girando incesantemente alrededor del beso apasionado que había compartido con Omar. No podía sacarlo de su mente, cada vez que cerraba los ojos, revivía la intensidad de ese momento, la conexión innegable que había sentido.El día pasó rápidamente, en un borrón de reuniones y tareas, pero su mente seguía atrapada en ese instante. Cada vez que intentaba concentrarse en el trabajo, su mente volvía a Omar y a la propuesta de encontrarse en el parque esa noche. Sabía que era una mala idea, que solo traería más complicaciones, pero su corazón latía con fuerza ante la posibilidad de verlo de nuevo.Finalmente, al caer la tarde, Ava se rindió ante la presión interna. Tomó su teléfono y marcó el número de Martha.—Martha, soy Ava —dijo, tratando de sonar casual—. Voy a llegar tarde a casa esta noche. Por favor, cuida de Bastián hasta que regrese.Martha, siempre comprensi