Ava y Sara se dirigieron a las oficinas de las Empresas Montenegro con una determinación feroz. Al entrar al edificio, sintieron la tensión en el aire. Sabían que Alejandro estaría allí, y estaban listas para enfrentarlo. Sara decidió que su esposo no interviniera, puesto que Angelo los últimos días estaba perdiendo la paciencia con Alejandro. Llegaron a la sala de juntas y encontraron a Alejandro sentado en la cabecera de la mesa, su expresión arrogante y confiada. A su lado, una mujer desconocida para Ava. —Alejandro —dijo Ava con firmeza, avanzando hacia él—. No vamos a rendirnos. Te enfrentaremos hasta verte derrotado.Alejandro esbozó una sonrisa burlona, recostándose en su silla. —Ava, siempre tan dramática —respondió con desdén—. Y veo que has traído compañía.Sara dio un paso al frente, mirando a Alejandro con ojos llenos de desprecio.—No creas que puedes seguir haciendo lo que quieras, Alejandro. Vamos a luchar por lo que es justo, no vas a acabar con este patrimonio, no
Ava llegó a la imponente casa de Ammy con su pequeño hijo Bastián de la mano. El corazón le latía con fuerza, y sus pensamientos eran un torbellino de emociones y expectativas. La idea de que Omar conociera a su hijo la llenaba de una mezcla de esperanza y temor. Quería respuestas, y sentía que estaba cerca de obtenerlas.Al llegar a la entrada, una empleada de la casa les abrió la puerta y los condujo al salón principal. La decoración lujosa y elegante de la mansión solo aumentaba la tensión que Ava sentía. Miró a su alrededor, buscando a Omar, pero no lo encontró.—Lo siento, señora —dijo la empleada—, el señor Omar no está en casa en este momento.Ava sintió una punzada de decepción, pero intentó mantener la compostura. En ese momento, Ammy apareció en el umbral del salón, con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos.—Ava, qué sorpresa verte aquí —dijo Ammy, su voz teñida de una frialdad apenas disimulada—. Y veo que has traído a tu hijo. ¿Cómo se llama?—Bastián —respondió Ava, su
Mientras Ava cambiaba a Bastián de ropa en su habitación, el niño charlaba alegremente sobre su día en el parque. Con la energía de un niño de casi tres años, se retorcía ligeramente mientras su madre intentaba ponerle una camiseta limpia.—¡Mamá! —exclamó Bastián, sus ojos brillando de emoción—. Hoy vi a papá en el parque.Ava, sonriendo con ternura, soltó una pequeña risa ante la imaginación de su hijo y le sorprendía ver la imaginación del pequeño Bastian.—¿De verdad? —dijo, tratando de mantener la compostura mientras le ponía los pantalones—. ¿Y cómo era ese papá?Bastián asintió con vehemencia, su carita llena de seriedad.—Era como papá, pero diferente. Ava acarició la mejilla de su hijo, sus labios curvados en una sonrisa. —Eres todo un soñador, mi amor —le dijo, abotonando su camisa—. Ahora, ¿Estás listo para ir a comer?Justo en ese momento, el timbre sonó. Ava terminó de arreglar a Bastián y ambos caminaron hacia la salida, Martha se encontraba haciendo unas compras, no h
Martha y Bastián se despidieron de Ava con sonrisas y abrazos, Bastián corriendo hacia la puerta con entusiasmo infantil. Ava les devolvió la despedida desde el umbral, observándolos mientras se alejaban. La casa se sumió en un silencio momentáneo que Ava aprovechó para ordenar sus pensamientos.Ese beso con Omar o Sebastián, ya que cada vez estaba más segura de que aquel hombre era su esposo, pero si era no recordaba nada de su pasado, algo que Ammy estaba aprovechando. Pocos minutos después, el timbre de la puerta sonó de nuevo, y Ava corrió a abrir, asumiendo que Martha había olvidado algo. Al abrir la puerta, se encontró cara a cara con Ammy, cuya expresión era una mezcla de furia contenida y resentimiento.—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Ava, su sorpresa, dando paso a la preocupación.—¡Cómo te atreves! —gritó Ammy, sin preámbulos—. ¿Qué te hace pensar que puedes venir a mi casa e involucrarte en mi vida? ¡Deja en paz a mi esposo!Antes de que Ava pudiera responder, Ammy le
Omar se encontraba en su estudio, su mente revoloteaba entre el beso con Ava y las palabras que ella le había dicho. Sentía una inquietud profunda, una duda que comenzaba a corroer su sentido de identidad y su rol como esposo de Ammy. Ese beso, ese gesto había revolucionado su corazón. Decidido a encontrar respuestas, comenzó a explorar las habitaciones de la casa, cada paso resonando en el silencio opresivo. Tenía que encontrar las respuestas en algún sitio en la gran mansión. Tras varios minutos de búsqueda, llegó a una habitación que parecía poco utilizada. El polvo cubría las superficies y varias cajas estaban apiladas en las esquinas. Empujado por una intuición urgente, Omar empezó a abrir las cajas, encontrando ropa de hombre que no reconocía. Sentía que algo crucial estaba escondido entre esas pertenencias.Finalmente, en una de las cajas, encontró un álbum de fotos. Al abrirlo, vio imágenes de Ammy con un hombre que tenía sus mismos ojos. Observó las fotos con atención, bu
Omar llegó al parque, su respiración aún agitada por la carrera frenética que lo había traído hasta allí. La brisa fresca de la tarde intentaba calmar el torbellino de pensamientos en su mente, pero la confusión y el miedo seguían presentes. Necesitaba claridad, un momento de paz para poder ordenar sus pensamientos. Miró a su alrededor, observando los árboles y los bancos, y entonces, en medio de todo, sus ojos encontraron a Bastián jugando con su niñera.El corazón de Omar se aceleró al ver al pequeño. Había algo en la presencia de ese niño que le daba una extraña y reconfortante felicidad, una conexión inexplicable. Bastián lo vio y su rostro se iluminó con una sonrisa radiante. Soltó la mano de la niñera y corrió hacia él, sus pasos pequeños pero decididos.—¡Papá! —gritó Bastián con una voz llena de alegría y emoción.Las palabras del niño golpearon a Omar como una ola de calidez y reconocimiento. La alegría que sintió en ese momento era abrumadora, llenando su corazón de una man
Cuando Ammy llegó a su casa, su semblante reflejaba una mezcla de cansancio y tensión acumulada. Apenas había cruzado la puerta cuando una de las empleadas se le acercó con urgencia.—Señora Ammy, el señor Omar ha vuelto. —dijo la empleada con evidente nerviosismo.Ammy asintió, sus labios formaron una fina línea de preocupación mientras subía las escaleras apresuradamente. Al llegar a la habitación de Omar, abrió la puerta de golpe, encontrándolo de pie junto a la ventana, mirando hacia el jardín.—Omar —comenzó con voz dura—. ¿Qué creías que estabas haciendo escapando de la casa?Omar se giró lentamente, sus ojos reflejaban una mezcla de confusión y determinación. —¿Por qué me mientes, Ammy? No soy tu esposo. Quiero que me digas la verdad.Ammy sintió que el suelo se deslizaba bajo sus pies, pero mantuvo la compostura. Se acercó a un pequeño escritorio en la esquina de la habitación, abrió un cajón y sacó un sobre manila. Lo entregó a Omar con manos firmes, aunque sus dedos temblaba
—¡Papá! —el pequeño Bastián gritó con fuerza al notar la presencia de Omar. Corrió con entusiasmo por el parque, su risa resonaba en el aire. Al ver a Omar, sus ojos se iluminaron y gritó con alegría: —¡Papá! —Corrió hacia él, sus pequeños brazos extendidos.Omar se agachó para recibir al niño, pero al escuchar esa palabra, sintió un dolor punzante en el pecho. —Bastián. —dijo suavemente, lo levantó del suelo y lo abrazó con fuerza—. No soy tu papá, desearía ser ese padre que perdiste pero…pero puedes llamarme así si quieres.Bastián frunció el ceño, su expresión firme. —Eres mi papá. Lo sé.Omar sintió un fuerte dolor de cabeza, como si algo en su mente estuviera tratando de salir a la superficie. El dolor se intensificó y cayó de rodillas, sus manos agarrándose la cabeza. Antes de que pudiera decir algo más, todo se volvió negro y se desplomó en el suelo.Martha, la niñera, vio todo desde una distancia y corrió hacia ellos, su rostro pálido de preocupación. —¡Omar! ¡Bastián, aléjat