Ava golpeó con su bastón el suelo pulido, un ritmo constante que coincidía con los latidos de su corazón. Se sentó en la oficina esterilizada, con el sillón de cuero fresco contra su piel, esperando que el médico regresara con noticias sobre la cirugía.—Señora Montenegro. —dijo el Dr. Harris al entrar, su voz teñida de optimismo contenido. —Las pruebas parecen prometedoras. Creemos que podemos devolverle la vista. —¿En verdad? —Los labios de Ava se curvaron en una sonrisa, imaginando ver el rostro de su hijo iluminarse de alegría. —Eso es... eso es asombroso.—Tendremos que programar los procedimientos y repasar los riesgos, por supuesto. Pero tengo grandes esperanzas en su caso. —Gracias, doctor. Ver a mi hijo otra vez es todo lo que deseaba. —Tendremos citas cada semana, hasta tener todo listo. Ava, podrás ver de nuevo. —Gracias doctor. Ava regresó a casa y le contó las nuevas noticias a sus padres, quienes estaban alegres de saber que su hija podría ver la luz del sol de nuev
El mundo de Omar era una neblina turbia, donde imágenes fragmentadas bailaban en el borde de su conciencia. Vio un rostro, no un rostro cualquiera, sino uno que parecía haber sido cosido en la esencia misma de su ser. ¿Ava? El nombre flotó a través de la niebla, un ancla que intentaba enraizarlo de nuevo a la realidad.—Omar, ¿puedes oírme? —La voz no era la de Ava; era más cálida, más cercana. Sus párpados se abrieron y entrecerró los ojos ante el resplandor clínico de la habitación del hospital, el olor estéril le picaba las fosas nasales.—¿Ammy? —Graznó inseguro, su voz sonaba extraña a sus propios oídos.—¡Gracias a Dios que estás despierto! —Ammy, con sus rasgos afilados suavizados por el alivio, se acercó y extendió la mano para acariciar suavemente su mejilla.—Tranquilo. —intervino un médico que estaba junto a la cama de Omar, con un portapapeles en las manos. —Nos diste un buen susto. Parece que fue solo un desmayo, tal vez por estrés.—¿Estrés? —repitió Omar, frunciendo el
Los dedos de Ava trazaron los delicados pétalos de una rosa en el jardín de Ammy Wilson, la fragancia se mezcló con el aire fresco de la mañana. Podía escuchar la voz de Antony, baja y tranquilizadora, momentos antes de que un fuerte clamor surgiera de la mansión, cortando su tranquilidad.Ammy tenía una discusión y al parecer era con su esposo. Las cosas no sonaban bien. —Disculpe, Ava. —dijo Antony con urgencia. Sus pasos crujieron en el camino de grava mientras corría hacia la conmoción.—Ten cuidado. —le gritó Ava, con la preocupación grabada en su voz. Sola ahora, sintió el calor del sol en su rostro, escuchando los cantos de los pájaros eclipsados por el sonido de las voces elevadas desde la casa.Luego, se acercó otra serie de pasos, más lentos y más pesados. —¿Antony? —preguntó, volviéndose hacia el sonido, con las manos juntas en el regazo.—No, solo soy yo, Omar. —La voz era áspera, teñida de molestia.—¿Omar? —Ava se enderezó y ladeó la cabeza con curiosidad. —Lo siento,
El olor estéril de la habitación del hospital pareció contener el aliento mientras los dedos del médico trabajaban hábilmente, desenvolviendo la gasa que rodeaba la cabeza de Ava. Nancy agarró la mano de Ava y con el pulgar frotó suavemente en círculos la palma de su hija. Antony se acercó más, con los ojos fijos en el rostro de Ava, irradiando aliento silencioso.—Ya casi llegamos. —murmuró el Dr. Ramírez, su voz era un bálsamo tranquilizador en medio de la tensión.Después de un par de semanas de exuberantes exámenes, el momento llegó. La cirugía en los ojos de Ava se llevó a cabo y ahora con delicadeza el médico retiraba el vendaje para ver los resultados. El corazón de Ava latía con fuerza contra su pecho, pero se concentró en el ritmo de su respiración, lenta y constante. El último trozo de vendaje cayó y hubo una pausa colectiva antes de que ella se atreviera a abrir los párpados. —¿Mamá? —La voz de Ava tembló levemente, su visión borrosa e incierta. —Aquí estoy, cariño. —dij
Ammy giró un mechón de su cabello rubio miel alrededor de su dedo, con los ojos fijos en la silueta de Sebastian a través de la ventana empapada de lluvia. Estaba sentado rígidamente en el sillón, su perfil lleno de cicatrices bañado por el suave resplandor de la lámpara, perdido en pensamientos que no la incluían a ella. Ella observó, con el corazón hundido, cómo él ocasionalmente miraba hacia donde Ava y Antony estaban riendo juntos bajo un paraguas compartido. Cada carcajada parecía resonar en el pecho de Ammy, un claro recordatorio de lo que no podía tener.—Omar. —gritó suavemente, usando el nombre que había inventado para él, esperando que despertara algo dentro de él. —¿Podemos hablar?Se giró lentamente, su mirada fría e indiferente, recorriendo su figura sin apenas un destello de reconocimiento. La desesperación arañó sus entrañas, impulsándola a seguir adelante. Ella se acercó a él con pasos calculados, cada uno lleno de la esperanza de que esta vez algo pudiera cambiar.—A
En la amplia sala de reuniones de las Empresas Montenegro, la tensión era palpable. Los socios estaban sentados alrededor de una larga mesa de caoba, con expresiones de expectación y ansiedad. Las paredes estaban adornadas con retratos de antiguos presidentes, testigos silenciosos de la historia y las decisiones cruciales que se habían tomado en ese lugar.Ava y Sara se sentaron juntas, observando con atención. Ambas confiaban en que Angelo sería el elegido. Con su experiencia y dedicación, parecía la opción lógica para llevar a las empresas a un futuro próspero. El resto de los socios estaban de su lado, Alejandro no iba a ser el ganador. Angelo, vestido con un traje oscuro impecable, estaba en pie, respondiendo con serenidad a las últimas preguntas de los socios. Su voz firme y segura resonaba en la sala, generando asentimientos aprobatorios.En el otro extremo de la mesa, Alejandro, con su porte arrogante, observaba a todos con una sonrisa enigmática. Su presencia imponente no pas
A medida que la noche se acercaba, Ava se preparó con la ayuda de su madre. Eligió un vestido elegante y cómodo, que realzaba su belleza natural. Aunque no podía ver su reflejo en el espejo, podía sentir la confianza y el apoyo de su madre.Cuando Antony llegó a recogerla, la tomó del brazo con cuidado, guiándola con ternura.—Estás hermosa, Ava. Vamos a disfrutar esta noche —le dijo, intentando transmitirle tranquilidad.Mientras se dirigían a la fiesta, Ava trató de calmar los nervios que sentía. Sabía que sería un reto, pero también sabía que era un paso necesario para recuperar un poco de normalidad en su vida. Con Antony a su lado y el apoyo de su madre, se sentía lista para enfrentar lo que viniera.Ava y Antony llegaron a la imponente mansión de Ammy, cuyo brillo y esplendor contrastaban con los sentimientos de nerviosismo que Ava no podía evitar. La mansión estaba llena de luces, risas y música, creando una atmósfera vibrante que se extendía hasta el gran jardín donde la fiest
Antony observó a Omar, claramente incómodo en la fiesta, y vio cómo salía apresuradamente de la sala principal. Ammy, frustrada y molesta, trataba de mantener la compostura mientras hablaba con algunos invitados. No tuvo otra opción que ir con su media hermana. —Ava, tengo que arreglar un asunto. No tardaré en regresar para llevarte a casa, ¿de acuerdo? —le dijo Antony, intentando ocultar su preocupación.Ava asintió, aunque su inquietud aumentaba al quedarse sola en medio de la fiesta. Las sombras borrosas que ahora podía ver no ayudaban a calmar su ansiedad. Decidió que lo mejor sería encontrar un lugar más tranquilo. Recordó el jardín, un lugar que conocía bien y donde siempre se había sentido a salvo.Caminó despacio, tanteando el camino entre los invitados, escuchando sus murmullos y risas a su alrededor. Finalmente, salió al aire fresco del jardín. La tranquilidad del lugar la envolvió, dándole un respiro. Mientras caminaba por los senderos familiares, un hombre se acercó a ell