CAPÍTULO 104

El olor estéril de la habitación del hospital pareció contener el aliento mientras los dedos del médico trabajaban hábilmente, desenvolviendo la gasa que rodeaba la cabeza de Ava. Nancy agarró la mano de Ava y con el pulgar frotó suavemente en círculos la palma de su hija. Antony se acercó más, con los ojos fijos en el rostro de Ava, irradiando aliento silencioso.

—Ya casi llegamos. —murmuró el Dr. Ramírez, su voz era un bálsamo tranquilizador en medio de la tensión.

Después de un par de semanas de exuberantes exámenes, el momento llegó. La cirugía en los ojos de Ava se llevó a cabo y ahora con delicadeza el médico retiraba el vendaje para ver los resultados.

El corazón de Ava latía con fuerza contra su pecho, pero se concentró en el ritmo de su respiración, lenta y constante. El último trozo de vendaje cayó y hubo una pausa colectiva antes de que ella se atreviera a abrir los párpados.

—¿Mamá? —La voz de Ava tembló levemente, su visión borrosa e incierta.

—Aquí estoy, cariño. —dij
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