Este capítulo es dedicado a Ana Lia Lopez Benito.
Samara parpadeó de forma lenta, mientras el calor arropaba todo su cuerpo. Se movió un poco solo para que los brazos de André la abrazaran más, pero ella sabía que era hora de irse. Aunque había dejado un mensaje con el guardia de seguridad cuando salió de su casa por la noche, sus padres debían estar preocupados, y además, hoy era el gran día para ellos, en especial para Sophie, que tanto empeño había colocado en esta fiesta, que a la final sería su respiro cuando terminara. Se removió varias veces de forma lenta, colocó unas almohadas en los brazos de André, y luego se vistió a la velocidad de un rayo teniendo cuidado de hacer el menor ruido posible. Fue a la sala para ver las llaves de diferentes autos que él tenía en el sótano, y tomó una, para intentar llevarse alguno que la llevara a su casa. Había tomado clases de conducción desde que su madre comenzó hacer sus papeles legales, y pensó que no sería complicado llegar hasta su casa con el GPS. El trayecto le tomó el doble de
Eran las seis de la tarde cuando Samara se encontraba en su habitación, con una peluquera profesional y dos maquillistas que habían comenzado hace unos diez minutos. Su vestido color negro, largo y exquisito, estaba encima de la cama, junto a unas sandalias plateadas que tenían un diseño único. La mujer que estaba haciendo ondas en su cabello solo comentaba de lo largo que lo tenía mientras ella solo tecleaba chateando con André, preguntándole qué hacía en este momento. Le hubiese gustado decirle que viniera, pero prefería llevar la fiesta en paz con su madre, y más cuando al otro día pensaba decirle que iba a regresar con él. El tema de Iván, aún no lo procesaba, y prefirió hablarlo con André primero para tomar una decisión en cuanto a eso. Sus hombros estaban lo suficientemente tensionados, y vio que la mujer que estaba colocando crema en su rostro y una especie de base sobre su cuello esparcía el producto sobre su piel, sus mejillas se enrojecieron y solo le tomó la mano para p
Iván se fue contra André sin mediar palabras como si una antorcha se hubiese encendido en su misma alma, y a la vez, intentando dar el primer golpe, pero fue atajado por Michael de inmediato. —¡Iván, no! Sophie se levantó, mientras Samara vio como el abuelo se sentó en la silla y se arregló la chaqueta como si nada estuviera pasando. —¿Abuelo? —ella preguntó alarmada, pero él negó sin darle importancia. —No te preocupes mucho, no será André el que arruinará esta fiesta… Samara negó con los ojos abiertos, y también se apresuró en intervenir en el lugar, pero ya su padre tenía agarrado a Iván, junto con otro hombre de seguridad, mientras André se sacudía la chaqueta y lo miraba de arriba abajo como su sola presencia le causara adhesión. —¿Cómo es posible que hagas este escándalo? ¡No respetas nada! Ni siquiera a Hanna… —La voz de Sophie se escuchó por todo el lugar, pero ella solo se dirigió a André, mientras Samara le tomó brazo para detenerla. —Madre… por favor, no… —¿No puedes
Cuando entraron a un salón privado donde los guardias de seguridad los guiaron, André y Samara notaron como estaba el abuelo sosteniendo la mano de Sophie en la suya, mientras Michael hablaba muy rápido por teléfono dando algunas indicaciones. Samara se despegó del agarre de André, y fue al lado de su madre para preguntar muy preocupada por su apariencia. —¿Estás bien? —la mujer negó. —Siento mucho todo esto hija… yo… —No tienes que decir nada, mamá… no te pongas así, no es tu culpa… —Bien, los llamaré en la mañana —La voz de Michael se hizo más fuerte, y todos levantaron el rostro cuando finalizó la llamada, y vino hasta el sofá—. Es muy tarde para comprobar todo… pero no necesitamos tres dedos de frente, o ser tan estúpidos para no creer… —Si no creen en André, les aseguró yo mismo que la información es cierta… —Intervino Pierre mientras los labios de Sophie temblaron. —¿Cómo pudo haber hecho algo así? ¿Cómo a nosotros? —Esto no es hacia nosotros, Sophie… esto es a miles de p
—¿Cómo prefieres que te llame de ahora en adelante? —André tenía abrazado el cuerpo de Samara mientras ambos danzaban a un ritmo lento en medio de la pista. Ella alzó la mirada, y tuvo que echar un poco su nuca atrás para observarlo fijamente. —Me gusta "mon amour", o "la vida misma que respiro" o… —una carcajada resonó en boca de André de forma cínica. —No sueñes tanto… tampoco me gusta esta mierd@ de la cursilería… Samara sonrió, pero a la vez negó tapándole la boca. —No hay necesidad de usar groserías, y además tampoco debemos cambiar algo, esposo… incluso tampoco necesitamos otra boda. El ceño de André se frunció. —Ya has aceptado, dijiste sí… y otra boda es algo esencial para todos. Quiero tu nombre junto con mi apellido, tanto Samara como Hanna, o los nombres que tu madre quiera ponerte. Los quiero todos con mi apellido… Samara golpeó suavemente con su palma el pecho de André. —Estás loco… André acercó más su cuerpo, y pegó la nariz a la suya. —Tú lo haces mon amour,
Unos toques suaves, pero insistentes, hicieron que Samara parpadeara, mientras se removió en su cama con un calor abrazador. Pero cuando trató de estirarse para darle movilidad en sus músculos, sintió como esa dureza golpeó sus glúteos haciendo que brincara de la impresión. —Las mañanas… son muy difíciles para mí… —sintió como la mano grande de André vino a su vientre para apretarlo contra él, y luego esos golpes insistentes en la puerta, más la voz de su madre, le alteraron los nervios. —Te dije que te fueras, André… ¿Hiciste esto adrede, no es así? —ella apretó las palabras. —¿Qué? —su cuerpo fue girado bruscamente, y una pierna de él tomó todo su cuerpo como aprisionándolo—. ¿Me estás echando? Escúchame bien… —Samara le puso la palma en su boca para callarlo, y en el instante sintió como su anatomía palpitaba en su pierna. —Esto es vergonzoso… mi madre… —Eres mi esposa… ¡Por el amor de Alá…! —pero las mejillas de Samara se calentaron cuando ambos escucharon: —¿Hanna? ¿Puedo pa
—No puedes pasar… —André corrió la mirada a Sophie, mientras el aliento salió de su boca. —Sophie, querida… ¿De qué carajos estás hablando? Necesito hablar con Samara, urgente… Sophie se cruzó de brazos en negativa. —No puedes, lo he dicho ya… es de mala suerte ver a la novia, y solo falta menos de una hora, para que la recibas en el altar. No pasarás… —André sonrió de forma cínica mientras negó rascándose la mandíbula. —Soy André Roussel, no espero… La mujer sonrió. —No te canses, no pasarás… y… ¿Cuándo comenzarás a llamar a Hanna por su nombre real?, hoy compartirás votos con HANNA… ni siquiera es legal que la llames así… André iba a dar un paso hacia delante, pero sabía que esta mujer llena de terquedad, no lo entendería, su asunto era urgente. Demasiado como para esperar. —De acuerdo, querida suegra, usted gana… —en vez de sonreír ante el triunfo, Sophie arrugó el ceño cuando lo vio darse la vuelta e irse, pero no se detuvo a pensar en nada que no fura su hija allí adentro
—Lo mejor es que podamos hacerle unos análisis… pero dado los compromisos, puedo pedir de inmediato que venga una enfermera a tomarle una muestra, y ustedes pueden seguir con sus cosas… André negó mientras miraba a Samara tomar un poco de jugo de naranja. —No importa nada… ella se ve débil… si debemos ir a la clínica, lo haremos. Samara se giró, pasándole el vaso a Kamile, que estaba a su lado. —Estoy bien… creo que es el cansancio… de repente me desvanecí… sentí que se me acabaron las fuerzas. El médico asintió. —Puede ser exceso de trabajo, o pueden ser otras cosas… mi consejo es tomar unas muestras rápidamente, y yo les llamaré por la tarde, quizás… trataré de tener una respuesta pronto. —Creo que es mejor asegurarnos, mande a llamar a su enfermera… —Sophie anunció, y por primera vez, André estuvo de acuerdo con ella. —Bien, haremos eso, pero, vayan… no quiero dañar este día por un simple desmayo… —comentó Samara, y André fue rápidamente de nuevo a su sitio. —¿Qué estás dic