Capítulo 97
Unos toques suaves, pero insistentes, hicieron que Samara parpadeara, mientras se removió en su cama con un calor abrazador. Pero cuando trató de estirarse para darle movilidad en sus músculos, sintió como esa dureza golpeó sus glúteos haciendo que brincara de la impresión.

—Las mañanas… son muy difíciles para mí… —sintió como la mano grande de André vino a su vientre para apretarlo contra él, y luego esos golpes insistentes en la puerta, más la voz de su madre, le alteraron los nervios.

—Te dije que te fueras, André… ¿Hiciste esto adrede, no es así? —ella apretó las palabras.

—¿Qué? —su cuerpo fue girado bruscamente, y una pierna de él tomó todo su cuerpo como aprisionándolo—. ¿Me estás echando? Escúchame bien… —Samara le puso la palma en su boca para callarlo, y en el instante sintió como su anatomía palpitaba en su pierna.

—Esto es vergonzoso… mi madre…

—Eres mi esposa… ¡Por el amor de Alá…! —pero las mejillas de Samara se calentaron cuando ambos escucharon:

—¿Hanna? ¿Puedo pa
Maria Pulido

En estos últimos capítulos, también es indispensable volver a mencionarte, siempre tienes una hermosa intención de demostrar tu apoyo y motivar a hacerlo con los demás, estoy muy agradecida por tu cariño, y tu forma incondicional de estar siempre allí. Gracias, Liliana Cruz A

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