En estos últimos capítulos, también es indispensable volver a mencionarte, siempre tienes una hermosa intención de demostrar tu apoyo y motivar a hacerlo con los demás, estoy muy agradecida por tu cariño, y tu forma incondicional de estar siempre allí. Gracias, Liliana Cruz A
—No puedes pasar… —André corrió la mirada a Sophie, mientras el aliento salió de su boca. —Sophie, querida… ¿De qué carajos estás hablando? Necesito hablar con Samara, urgente… Sophie se cruzó de brazos en negativa. —No puedes, lo he dicho ya… es de mala suerte ver a la novia, y solo falta menos de una hora, para que la recibas en el altar. No pasarás… —André sonrió de forma cínica mientras negó rascándose la mandíbula. —Soy André Roussel, no espero… La mujer sonrió. —No te canses, no pasarás… y… ¿Cuándo comenzarás a llamar a Hanna por su nombre real?, hoy compartirás votos con HANNA… ni siquiera es legal que la llames así… André iba a dar un paso hacia delante, pero sabía que esta mujer llena de terquedad, no lo entendería, su asunto era urgente. Demasiado como para esperar. —De acuerdo, querida suegra, usted gana… —en vez de sonreír ante el triunfo, Sophie arrugó el ceño cuando lo vio darse la vuelta e irse, pero no se detuvo a pensar en nada que no fura su hija allí adentro
—Lo mejor es que podamos hacerle unos análisis… pero dado los compromisos, puedo pedir de inmediato que venga una enfermera a tomarle una muestra, y ustedes pueden seguir con sus cosas… André negó mientras miraba a Samara tomar un poco de jugo de naranja. —No importa nada… ella se ve débil… si debemos ir a la clínica, lo haremos. Samara se giró, pasándole el vaso a Kamile, que estaba a su lado. —Estoy bien… creo que es el cansancio… de repente me desvanecí… sentí que se me acabaron las fuerzas. El médico asintió. —Puede ser exceso de trabajo, o pueden ser otras cosas… mi consejo es tomar unas muestras rápidamente, y yo les llamaré por la tarde, quizás… trataré de tener una respuesta pronto. —Creo que es mejor asegurarnos, mande a llamar a su enfermera… —Sophie anunció, y por primera vez, André estuvo de acuerdo con ella. —Bien, haremos eso, pero, vayan… no quiero dañar este día por un simple desmayo… —comentó Samara, y André fue rápidamente de nuevo a su sitio. —¿Qué estás dic
—¿Quién iba a imaginarlo? —Connor se giró hacia Kamile mientras se llevaba un trago a la boca, y miraba la dirección en que ella estaba observando. André estaba bailando en la grama una canción movida con Samara, mientras sus carcajadas eran audibles para todos en el lugar. —¿Te refieres a André? Sigue siendo el mismo, solo finge con ella… —Kamile negó ante su contestación, y dejó su copa en la mesa. —Deja la bobada… conozco a André al igual que tú… ¿Por qué quieres cubrir su fachada? Este es André… al descubierto, enamorado… no tienes que hacerlo parecer un chico malo delante de mí. —Bien… entonces ¿Qué puedo decir? Se enamoró… —Kamile asintió cruzando sus brazos. —Fue valiente al aceptar sus sentimientos, no todos tienen estas características y ese valor. Connor se giró a ella, y luego la miró fijamente. —Es imposible no enamorarse de una mujer como Samara. Ella es trasparente, uno no tiene que adivinar que le pasa, porque simplemente lo expresa… no oculta nada y sobre todo… e
—No quiero reírme… pero, ni en las peores pesadillas, te imaginé en una clínica cuando deberías estar en tu ultra luna de miel… recargada… —André se giró hacia Connor fulminándolo con la mirada, y a punto de insultarlo, cuando la doctora que hizo pasar a Samara minutos antes, salió para informar: —Puede pasar ahora, señor Roussel… —Junto a él, se levantaron todos en la sala de espera. El abuelo, Michael y Sophie, y también Kamile, que estaba al lado de Connor. —¿Cuándo pasaremos nosotros? —preguntó Sophie agitada, pero la doctora negó. —Por ahora, solo el papá… ellos les contarán las noticias… «¿Papá?», a André se le encogió la piel solo con la mención, pero se apresuró en ir tras esa mujer. Cuando entró al consultorio, notó como Samara estaba en una bata azul, aunque ya se había cambiado el vestido de novia cuando vinieron a la clínica. Él dejó pasar a la doctora por su lado, y luego le tomó la mano a Samara para seguir la indicación de la pantalla. —Aquí está su bebé… de 7 sem
—No quiero herir tus sentimientos… pero quiero que sea niño… —Samara suspiró encima del pecho de André, mientras él daba pequeñas caricias en su espalda desnuda. Estaban en Bora Bora, polinesia francesa, una pequeña isla del Pacífico Sur, con un paisaje increíble, pero esto solo era un paso, porque luego de una semana, André sorprendería a Samara llevándola a Marsella, donde ella siempre soñó ir. —Será lo que Alá quiera… él sabrá que necesitamos, y lo que se ajustará a nosotros… además… —ella levantó la cabeza para mirarlo—. No solo tendremos un hijo, ¿verdad? André se tensó por un momento corto, y luego respondió. —Pues… no lo sé… será como Alá quiera… —Samara sonrió negando. —No puedo ganar una contigo… siempre tienes una respuesta para todo… —escuchó la risa de André—. Sé que este no es el momento para pensar en trabajo… pero me gustaría que me ayudaras a encontrar un CEO, mis padres no confían en nadie, y yo tampoco… No quiero manejar una empresa… solo quiero dedicarme a la fu
Algunos meses después… André estaba recostado al sofá de su gran habitación, observando como Samara estaba profundamente dormida, pero con su mano puesta encima de su pequeña hija que dormía también a su lado. No pudo evitar sonreír ante la imagen, y luego pasó la mano por su rostro, evidenciando que eran las dos de la mañana. «¿Por qué estaba despierto a esta hora?», muy fácil de resumir. Ada, o Adeline, tal como el nombre de su abuela, se despertaba como un reloj programado a esta hora, y después de un mes que había llegado al mundo, ya veía lo suficientemente agotada a Samara como para seguir dejándola vivir este caos, sola. Samara no había aceptado a una niñera nocturna, porque quería estar para su bebé las 24 horas, cosa que André aún no lograba entender a pesar de su cansancio, pero lo debía respetar, y antes de que pensara en otra cosa, ese sonido constante llegó a sus oídos, y se levantó de inmediato para tomar a su hija en brazos. —Más te vale que no comiences a gritar c
—Vamos, Samy… ¡Soy el padrino!—Lo sé, cariño, lo sé… Ada no se deja la cinta en su cabeza…André resopló soltando el aliento, y caminó en grandes zancadas por toda la habitación para llegar hasta ella.—Ella no quiera esta mier… —miró a Samara deteniéndose—. Esta pendejada… no le gustan estas cintas… y tú la obligas…Ada, de ocho meses, balbuceó, arrojándole los brazos a su padre, y él se apresuró en tomarla de inmediato.—Ella será la que lleva los anillos… debe estar bonita… —objetó Samara cruzándose de brazos.—Es bonita de todas formas… además. ¿A quién se le ocurre colocar a una bebé de 8 meses para llevar los anillos?—André…—Son pendejadas de Kamile, Samara… la gente se ha vuelto loca de verdad… y ¿Qué pretenden ellos? Ya todos saben que tiene tres meses de embarazo…—¡André! —esta vez Samara subió el tono de voz.—¿Podemos irnos ya?—Solo… déjame comprobar que llevé todo en su maleta…—Bien… bajaré con Ada…Samara vio como André salió con Ada, y luego negó en su cabeza.No h
—¡Háganlo ya…! ¡Queremos saber!Connor y Kamile estaban de pie con una bengala de colores apagada, mientras la gente frente a ellos, pujaba por saber el sexo del bebé que estaban esperando.Solo estaban las personas de confianza, algunos familiares de Kamile y Connor, y, además, personal de confianza de la empresa Walton, a quien Connor había invitado.La situación era hasta graciosa, porque Kamile todavía trabajaba para André, y Connor para Samara.Kamile ya tenía 6 meses de embarazo, y con ayuda de Samara, había preparado una celebración para descubrir el sexo de su bebé.Con respecto a Ada, la había dejado en la mansión con el abuelo y Louisa, ya que no quería que el humo, y el clima un poco apretado la afectara, y además, porque en este día, Ada había estado un poco inquieta por otro diente que le estaba saliendo.Sin embargo, mientras miraba como André tenía el brazo sobre el hombro de Connor, metido entre la pareja, y casi tomando el mando para encender la bengala, pensó en que