Este capítulo es dedicado a Evelia Muocapo, gracias por ser parte de esos suspiros, por soñar como todas las que leemos esta historia, y por formar parte de este grupo de chicas, que decidieron apoyarme incondicionalmente, me siento muy halagada por esto.
—¿Cómo prefieres que te llame de ahora en adelante? —André tenía abrazado el cuerpo de Samara mientras ambos danzaban a un ritmo lento en medio de la pista. Ella alzó la mirada, y tuvo que echar un poco su nuca atrás para observarlo fijamente. —Me gusta "mon amour", o "la vida misma que respiro" o… —una carcajada resonó en boca de André de forma cínica. —No sueñes tanto… tampoco me gusta esta mierd@ de la cursilería… Samara sonrió, pero a la vez negó tapándole la boca. —No hay necesidad de usar groserías, y además tampoco debemos cambiar algo, esposo… incluso tampoco necesitamos otra boda. El ceño de André se frunció. —Ya has aceptado, dijiste sí… y otra boda es algo esencial para todos. Quiero tu nombre junto con mi apellido, tanto Samara como Hanna, o los nombres que tu madre quiera ponerte. Los quiero todos con mi apellido… Samara golpeó suavemente con su palma el pecho de André. —Estás loco… André acercó más su cuerpo, y pegó la nariz a la suya. —Tú lo haces mon amour,
Unos toques suaves, pero insistentes, hicieron que Samara parpadeara, mientras se removió en su cama con un calor abrazador. Pero cuando trató de estirarse para darle movilidad en sus músculos, sintió como esa dureza golpeó sus glúteos haciendo que brincara de la impresión. —Las mañanas… son muy difíciles para mí… —sintió como la mano grande de André vino a su vientre para apretarlo contra él, y luego esos golpes insistentes en la puerta, más la voz de su madre, le alteraron los nervios. —Te dije que te fueras, André… ¿Hiciste esto adrede, no es así? —ella apretó las palabras. —¿Qué? —su cuerpo fue girado bruscamente, y una pierna de él tomó todo su cuerpo como aprisionándolo—. ¿Me estás echando? Escúchame bien… —Samara le puso la palma en su boca para callarlo, y en el instante sintió como su anatomía palpitaba en su pierna. —Esto es vergonzoso… mi madre… —Eres mi esposa… ¡Por el amor de Alá…! —pero las mejillas de Samara se calentaron cuando ambos escucharon: —¿Hanna? ¿Puedo pa
—No puedes pasar… —André corrió la mirada a Sophie, mientras el aliento salió de su boca. —Sophie, querida… ¿De qué carajos estás hablando? Necesito hablar con Samara, urgente… Sophie se cruzó de brazos en negativa. —No puedes, lo he dicho ya… es de mala suerte ver a la novia, y solo falta menos de una hora, para que la recibas en el altar. No pasarás… —André sonrió de forma cínica mientras negó rascándose la mandíbula. —Soy André Roussel, no espero… La mujer sonrió. —No te canses, no pasarás… y… ¿Cuándo comenzarás a llamar a Hanna por su nombre real?, hoy compartirás votos con HANNA… ni siquiera es legal que la llames así… André iba a dar un paso hacia delante, pero sabía que esta mujer llena de terquedad, no lo entendería, su asunto era urgente. Demasiado como para esperar. —De acuerdo, querida suegra, usted gana… —en vez de sonreír ante el triunfo, Sophie arrugó el ceño cuando lo vio darse la vuelta e irse, pero no se detuvo a pensar en nada que no fura su hija allí adentro
—Lo mejor es que podamos hacerle unos análisis… pero dado los compromisos, puedo pedir de inmediato que venga una enfermera a tomarle una muestra, y ustedes pueden seguir con sus cosas… André negó mientras miraba a Samara tomar un poco de jugo de naranja. —No importa nada… ella se ve débil… si debemos ir a la clínica, lo haremos. Samara se giró, pasándole el vaso a Kamile, que estaba a su lado. —Estoy bien… creo que es el cansancio… de repente me desvanecí… sentí que se me acabaron las fuerzas. El médico asintió. —Puede ser exceso de trabajo, o pueden ser otras cosas… mi consejo es tomar unas muestras rápidamente, y yo les llamaré por la tarde, quizás… trataré de tener una respuesta pronto. —Creo que es mejor asegurarnos, mande a llamar a su enfermera… —Sophie anunció, y por primera vez, André estuvo de acuerdo con ella. —Bien, haremos eso, pero, vayan… no quiero dañar este día por un simple desmayo… —comentó Samara, y André fue rápidamente de nuevo a su sitio. —¿Qué estás dic
—¿Quién iba a imaginarlo? —Connor se giró hacia Kamile mientras se llevaba un trago a la boca, y miraba la dirección en que ella estaba observando. André estaba bailando en la grama una canción movida con Samara, mientras sus carcajadas eran audibles para todos en el lugar. —¿Te refieres a André? Sigue siendo el mismo, solo finge con ella… —Kamile negó ante su contestación, y dejó su copa en la mesa. —Deja la bobada… conozco a André al igual que tú… ¿Por qué quieres cubrir su fachada? Este es André… al descubierto, enamorado… no tienes que hacerlo parecer un chico malo delante de mí. —Bien… entonces ¿Qué puedo decir? Se enamoró… —Kamile asintió cruzando sus brazos. —Fue valiente al aceptar sus sentimientos, no todos tienen estas características y ese valor. Connor se giró a ella, y luego la miró fijamente. —Es imposible no enamorarse de una mujer como Samara. Ella es trasparente, uno no tiene que adivinar que le pasa, porque simplemente lo expresa… no oculta nada y sobre todo… e
—No quiero reírme… pero, ni en las peores pesadillas, te imaginé en una clínica cuando deberías estar en tu ultra luna de miel… recargada… —André se giró hacia Connor fulminándolo con la mirada, y a punto de insultarlo, cuando la doctora que hizo pasar a Samara minutos antes, salió para informar: —Puede pasar ahora, señor Roussel… —Junto a él, se levantaron todos en la sala de espera. El abuelo, Michael y Sophie, y también Kamile, que estaba al lado de Connor. —¿Cuándo pasaremos nosotros? —preguntó Sophie agitada, pero la doctora negó. —Por ahora, solo el papá… ellos les contarán las noticias… «¿Papá?», a André se le encogió la piel solo con la mención, pero se apresuró en ir tras esa mujer. Cuando entró al consultorio, notó como Samara estaba en una bata azul, aunque ya se había cambiado el vestido de novia cuando vinieron a la clínica. Él dejó pasar a la doctora por su lado, y luego le tomó la mano a Samara para seguir la indicación de la pantalla. —Aquí está su bebé… de 7 sem
—No quiero herir tus sentimientos… pero quiero que sea niño… —Samara suspiró encima del pecho de André, mientras él daba pequeñas caricias en su espalda desnuda. Estaban en Bora Bora, polinesia francesa, una pequeña isla del Pacífico Sur, con un paisaje increíble, pero esto solo era un paso, porque luego de una semana, André sorprendería a Samara llevándola a Marsella, donde ella siempre soñó ir. —Será lo que Alá quiera… él sabrá que necesitamos, y lo que se ajustará a nosotros… además… —ella levantó la cabeza para mirarlo—. No solo tendremos un hijo, ¿verdad? André se tensó por un momento corto, y luego respondió. —Pues… no lo sé… será como Alá quiera… —Samara sonrió negando. —No puedo ganar una contigo… siempre tienes una respuesta para todo… —escuchó la risa de André—. Sé que este no es el momento para pensar en trabajo… pero me gustaría que me ayudaras a encontrar un CEO, mis padres no confían en nadie, y yo tampoco… No quiero manejar una empresa… solo quiero dedicarme a la fu
Algunos meses después… André estaba recostado al sofá de su gran habitación, observando como Samara estaba profundamente dormida, pero con su mano puesta encima de su pequeña hija que dormía también a su lado. No pudo evitar sonreír ante la imagen, y luego pasó la mano por su rostro, evidenciando que eran las dos de la mañana. «¿Por qué estaba despierto a esta hora?», muy fácil de resumir. Ada, o Adeline, tal como el nombre de su abuela, se despertaba como un reloj programado a esta hora, y después de un mes que había llegado al mundo, ya veía lo suficientemente agotada a Samara como para seguir dejándola vivir este caos, sola. Samara no había aceptado a una niñera nocturna, porque quería estar para su bebé las 24 horas, cosa que André aún no lograba entender a pesar de su cansancio, pero lo debía respetar, y antes de que pensara en otra cosa, ese sonido constante llegó a sus oídos, y se levantó de inmediato para tomar a su hija en brazos. —Más te vale que no comiences a gritar c