Este capítulo es dedicado a Maria Luisa Chable, gracias...
Samara estaba restregando sus ojos, cuando fue imposible no sentir ese ardor en sus parpados, mientras que su corazón quería explotar. Ella estaba sentada a la ventana, mientras Sophie se había quedado en el medio, y en el otro extremo estaba Michael hablando por teléfono. Habían insistido en llevarla hasta la clínica donde estaba el abuelo, aunque sería Sophie la única en acompañarla. Sus mejillas dolieron cuando quiso llorar en silencio. Había huido de esa escena porque no fue capaz de soportar el dolor, pero había sido egoísta, el abuelo no tenía la culpa y ahora que sacaba cuentas, él se había enfermado desde ese día, y ella ni siquiera lo había ido a ver. Había un desespero en su garganta, pero cuando el auto se detuvo y el chofer anuncio que había llegado, vio como Sophie se giró hacia su esposo, y le dijo “Te llamaré”. Su puerta fue abierta de un momento a otro por Alex, el chofer de confianza de los Walton, y apresurada, caminó muy rápido sabiendo que Sophie la seguía. En
André acercó su rostro para pegar sus mejillas contra ella, y en este instante estrelló el aliento en su rostro. Los ojos de Samara se cerraron por inercia, y luego sintió como esos brazos que fueron su puerto seguro por mucho tiempo, abrazaron todo su cuerpo. —Samy… debes escucharme… eso que dije… Sabía qué hacía mal con escucharlo solo unos segundos, pero se iría de este país, y de su vida para siempre. Solo… solo necesitaba tocarlo por un momento, solo necesitaba verlo un poco más. Samara giró su cabeza un poco restregando su piel con la de él, y en el siguiente segundo su boca se pegó con la suya, haciendo que su oración quedara recortada. El beso fue hambriento, André pegó su cuerpo totalmente a ella, y aunque lo sintió crecer en su estómago, ella tomó sus mejillas para besarlo con ansia. Sí, su orgullo estaba en el piso, pero incluso la ansiedad dominó sobre todas las cosas, aunque se reprimiría por esto un momento después. Fue André quien se despegó del beso, fue él quien
Samara se hizo adicta literalmente a los días que pasaron. El hecho de ir y venir a la clínica y tener un momento con André, así sea distante, fue como un respiro para su alma, aunque la gravedad del abuelo, era preocupante a estas alturas. Pudo notar que el ánimo del millonario estaba decayendo, aunque se esforzaba por mostrarle un rostro duro a su familia, y a pesar de que Sophie la había acompañado durante todos estos cuatro últimos días a la clínica, él no perdía el momento para decirle que después de que el abuelo saliera de esta situación, iba con toda su armadura contra ella. No entendió muy bien la palabra “en contra”, pero su sonrisa irónica dibujada en su rostro le dejó claro que estaba decidido a conseguir que lo perdonara, y a estas alturas, ella no podía hacerlo. No cuando sabía que había sido utilizada, no cuando su esposo le fue infiel de una forma descarada, y no cuando literalmente se jactó al hablarle a Connor de esa forma tan despectiva de ella. Era claro que las
En el momento en que estacionaron en el lugar subterráneo, Connor detalló como Samara miraba el lugar con detenimiento. —Te daré la llave para que subas por el ascensor, y entres al apartamento… Ella asintió lento, y luego lo miró. —¿Es aquí donde trae a esas mujeres? —Connor abrió los ojos. —Samara… no… —Puedes darme las llaves Connor, subiré… Connor rebuscó en su pantalón, y luego se las pasó, pero antes de que ella pudiera bajarse del auto, de nuevo la retuvo. —André ha cambiado mucho desde que te conoció… no puedo defenderlo completamente, pero es necesario que también lo escuches. Si lo conoces, sabrás que expresa una cosa, y siente otra muy distinta. —Por favor llámame si sabes algo del abuelo. —¿Prefieres que venga a buscarte? —Samara negó. —Trataré de salir de aquí con André… Samara se bajó del auto, y con respecto a la indicación de Connor, se metió en el ascensor, mientras miró la llave electrónica. Sus ojos se rodaron al saber que este apartamento también estaba
—Gracias… —Samara alzó su mirada, mientras sus ojos se encontraron. Esta era la primera vez que escuchaba esta pablara de parte de André, pero trató de no demostrar su forma conmovida, y se sentó delante de él. —¿No comerás nada? —cuando él hizo la pregunta, ella negó. —Venía de la casa de la señora Sophie… y… Marta… —Samara sacudió la cabeza—. Han sido muy amables conmigo todo este tiempo. —¿Quién no podría hacerlo contigo? —Samara volvió a mirarlo. —Ya no tienes que fingir conmigo… lo sé todo… —André tomó la taza de café. Su estómago se resintió, habían pasado muchos días desde que había comido algo, y todo este tiempo estuvo bebiendo hasta que no le quedaba conciencia. —No sabes todo… y tampoco quieres escuchar. Samara se cruzó de brazos. —Escucha, no estoy aquí para pedirte explicaciones, André… sé que debemos hablar, y hay cosas que se deben resolver, pero quiero decirte, que no volveré a tu lado aun y cuando esto suceda… me mentiste aún y cuando quise ayudar desde el pri
André y Samara llegaron a la clínica 20 minutos después de haber pasado la ciudad con gran velocidad. Ambos se dirigieron en silencio a los pasillos, pero cuando entraron a la sala de UCI, se encontraron con que, tanto Francois como Albert y Armand, estaban discutiendo fuertemente por luchar por el primer lugar para ver a al abuelo. —¿Qué es esto? —André alzando su voz para callar el bullicio—. Tengo la potestad de mi abuelo, y si han dado el permiso de verlo, no entrarán en esta condición… ¡Coño, el abuelo tenía razón con ustedes…! Él fue a tomarle la mano a Samara, pero ella solo estaba estática, mientras miraba a Sophie con atención. Sophie y Michael estaban allí, y si André podía resumir en cómo se veían, la palabra era "desesperados", pero antes de que ellos se dirigieran hacia Samara para decirle algo, él se apresuró para posicionarse frente a ella. —¿Vas a entrar? Porque iré ahora mismo a ver al abuelo… —ella se debatió por un momento, pero luego asintió. —Entraré, por supu
Hubo un silencio extraño durante el camino junto a los Walton, así que Samara solo pudo mirar por fuera de la ventanilla, mientras cerraba los ojos, y pensaba en lo que el abuelo le había dicho. Ahora todo estaba realmente complicado, eso sumado a que su corazón no dejaba de palpitar fuertemente ante la información que André le había dado. Aún no podía digerirlo, y por un momento creyó, si esto podría ser solo otra jugada suya para algo que desconocía. Pero recostándose en el espaldar del asiento, en lo único que pudo pensar, fue en ese beso. Cuando llegaron a la residencia de los Walton, Samara se bajó y caminó rápidamente, deteniéndose en la sala, donde Sophie y Michael le pidieron que se sentara. Podía notar como Michael apretaba la mano de su esposa, como si con eso regulara su ansiedad, porque ella se veía lo suficientemente pálida. Eso sin contar a como sentía el peso en el ambiente. —Nosotros… queremos contarte una historia… —Samara asintió mientras su boca se abrió para to
A la mañana siguiente Samara se estaba arreglando en la misma habitación que Sophie le dejó desde un principio que llegó a esa casa, y aunque en su mente todavía todo se repetía de forma rápida, se miró por un momento en el espejo. Decir que se acostaron a dormir muy tarde era quedarse corto, porque, aunque tenían mucho para contarse, su mente estaba abollada de información, y sobre todo de indicaciones. Michael y Sophie le habían repetido infinidad de veces que ella era la única heredera del patrimonio Walton, y que, así como esta residencia, la fortuna, y todos los centros de beneficencia, había más propiedades fuera de los Estados Unidos, que ella pudiera imaginar. Y sin contar las empresas donde tenían intereses y acciones, o algunos centros comerciales particulares. No sabía cómo digerir toda la información, o cómo tomar su vida a partir de ahora. Un día atrás solo quería huir ante un dolor que aún palpitaba en su pecho, y ahora, tenía estas personas que solo querían su prese