El callejón está solo, la pared del local de la pizzería y la otra pared de departamentos son los únicos testigos. Mi respiración es agitada, me paso el brazo por mi frente para limpiar el sudor. Una sonrisa aparece en mis labios, esa sonrisa que puedes ver en una villana de telenovela, ya lista para empezar su venganza, se te pone la piel de gallina y dices desde tu lugar: “Hija de su madre, “¿Ahora que va a hacer?” Pero en esta parte, estoy en el lugar de la villana. Había encontrado de camino al departamento un contenedor y he pasado dos horas bajando por las escaleras de incendio y en este momento estoy por cumplir mi meta propuesta:
—Y arderás como el mismo infierno. —tiro el cerillo encendido en el montonal de cosas qué se encuentran dentro del contenedor, todo lo de él ya no es, “Tim, mi amor”, es ahora Timothy “El imbécil”. En segundos todo lo que he juntado de él, está ardiendo como el mismo infierno, va a querer que el mismo diablo se lo lleve cuándo se entere que hasta sus más preciados juegos de XBOX, esa misma consola, su ropa, cosas personales coleccionables que me tenía harta de tener regadas por todo el departamento, la ropa que le había regalado con mi bono navideño hace unos meses, que tanto adora y que parecía fotografía cada salida… todo eso está ardiendo.
No puedo evitar sentir esa opresión en mi pecho, un sentimiento de tristeza, de decepción, de cansancio…y si me pongo a llorar, juro que voy a apagar el fuego que he desatado.
—No llores, Emma Jones—mis labios hacen malabares para evitar soltar unas cuantas palabras, después puede que el sollozo y luego salga un moquero que no me hace ver bonita. Cierro los ojos y las lágrimas que mantenía a raya desde esta tarde, se deslizan por mis mejillas que arden de la ira. Todos los recuerdos de mi relación con Timothy “El imbécil”, pasan dentro de mi cabeza como un último momento de tortura.
— ¡¿Qué es lo que estás quemando, Emma?!—escucho la voz cantada de Timothy a mi espalda, abro los ojos, me limpio las lágrimas con el dorso de mi mano, me vuelvo hacia él y no puedo evitar pensar: “Todos merecemos una segunda oportunidad” Pero luego recuerdo que Timothy “El imbécil” ha tenido cuatro y se me pasa. La ira sale de su escondite lista para atacar. Lo miro detenidamente, sus ojos se abren casi a punto de salir de su órbita cuándo comienza a caer en cuenta lo que estoy haciendo. Levanta la mirada hacia el segundo piso de la pizzería dónde yo lo llamaba “Nuestro nido de amor” y tiene la ventana abierta, quizás se me ha caído una que otra cosa en el transcurso al bajar, puede, he dicho. Y efectivamente, una camisa cuelga de la esquina de la ventana, como pidiendo: “auxilio, no quiero que me quemen.” Baja su mirada lentamente hasta mí y puedo ver: Pánico. —Dime que mi XBOX está dónde siempre, cariño.
Levanto el dedo índice y lo señalo:
—Última vez que me dices, cariño. Definitivamente has perdido ese derecho, Timothy—de nuevo sus ojos están casi a punto de salir de órbita, su labio inferior tiembla… ¿Va a llorar? ¡Vaya, esto es nuevo! Estoy a punto de aplaudir por tal escena.
—M-M-e has dicho Timothy. —Una sonrisa se expande de nuevo por mi hermoso rostro lleno de pecas.
—A menos que en eso también me hayas visto la cara de tonta, así te llamas, ¿Verdad? —me cruzo de brazos, él está en total shock, su mirada recae en mí y luego al contenedor que arde a mi lado.
— ¿Entonces esto es…es en serio? —pregunta con un gesto de esos que uno le dice “Me puso ojos del gato con botas”.
— ¿Qué si es en serio? ¿Estás de broma, Timothy? ¡Me has engañado! ¡Dejaaa tú! ¿Cuántas veces? ¡Nunca lo sabré! A menos que cargues con una libretita dentro de tu bóxer dónde lleves la cuenta de con cuanta mujer te has metido, ¡Te dije claramente muchas veces: No me rompas el maldito corazón! ¡Lo has…hecho cuatro malditas veces! ¿Sabes lo que me costó repararme en esas cuatro veces? —agito las manos en el aire acompañando las palabras que han salido fluido de mis lindos y suculentos labios que nadie valora.
— ¡Dime que no has metido dentro de ahí mi consola de XBOX Emma Jonessssss! —remarca la "s" al final y luego grita algo histérico pero…estoy con cara de: ¡Whatttssss! Bajo de golpe sin delicadeza mis brazos a mis costados.
—Es lo único que te preocupa, ¿No? El maldito XBOX. —el tipo está a punto de desmayarse al sospechar que realmente está esa maldita consola en el interior de ese contenedor.
—¡¡Contéstame!!—sin usar siquiera y lean bien, siquiera usar las palabras, mis labios se expanden en una hermosa, esplendorosa y feliz sonrisa. Timothy grita, me insulta, sigue gritando, señala sus manos en dirección al departamento, supongo que es esa camisa que pide auxilio y es una de sus favoritas, no sé, simplemente me desconecto. Finjo escuchar pero realmente no presto atención ni una palabra, es como en esa película donde te dan un control remoto y le bajas el volumen, daría lo que fuera por tenerlo y adelantar la escena.
Levanto la mano para que deje de hablar y como perrito obediente se detiene, está agitado, rojo de lo cabreado, su vena de la frente que tanto amaba está a punto de explotar, su pecho sube y baja exageradamente rápido.
—Solo diré esto: Es mi departamento y oficialmente estás en la calle, quisiera decir: “Fue un gusto” pero la verdad, creo…—me mira como si no se la creyera—…es lo mejor. No soy yo…eres tú.
Y con una sonrisa lo esquivo, me cuelgo de las escaleras y antes de que tenga la intención de subir detrás de mí, las levanto para que no lo haga. Le hago señas de "Adiós" acompaño de un "Púdrete" con el dedo del medio.
Sé que es de mala educación ser así con tu ex, (siente mi sarcasmo puro y a toda su potencia) pero seamos sinceros, una persona así ya no quiero en mi vida. Entro al departamento mientras escucho gritos histéricos del infiel que tengo ahora por ex, no me importa y no quiero seguir el mismo patrón, algo en mí festeja, me felicito a mí misma por ser decidida.
Me detengo cuándo paso por el espejo de cuerpo completo, retrocedo un paso y puedo ver algo diferente en la mujer que está reflejándose en él. Me acerco y con mi mano acaricio mi mejilla, las pecas discretas que hacen un camino por mi nariz. Luego mis dedos suben a mis ojos, luego se deslizan a mi cabellera pelirroja...
—Emma Jones... ¿Eres tú? —sonrío y luego rompo en risas. Podrían tacharme de loca, pero al fin siento algo dentro de mí que florece, tan así que mis ojos buscan las puertas del armario que están abiertas. Entro y al final del estante brilla algo.
Algo en mi quiere salir.
Las lágrimas no vuelven, el sentimiento de dolor se ha escondido en algún lugar por el momento, -luego en soledad quizás salga en una corta visita y me recuerde lo que ha pasado este día-, pero lo que sí sé es:
—No más rota ni descosida Emma Jones.
Dicen que el antro KARMA es uno de los mejores y exclusivos de la ciudad de Los Ángeles, que algunos millonarios y gente famosa e importante, pagan una cuota anual demasiada exorbitante para tener unos súper privilegios, pero afortunadamente -en nuestro caso ya que somos simples mortales- nuestra querida amiga Zoe era todo posible. Zoe, es la mano derecha y asistente del dueño, le había entregado a nuestra amiga una tarjeta de color cobre plastificada con el que le daba la entrada a la planta de abajo y a la barra libre, nuestra amiga dice que más allá de la pista se encuentra una puerta custodiada por un hombre en traje oscuro e intimidante, pero esa zona es VIP y solo entran las tarjetas color oro, aunque es intrigante imaginar que puede haber más allá de esa puerta, nos conformamos con la pista principal y la enorme barra con bebidas gratis. — ¡Es estupendo el lugar! —exclamo
Estoy sentada en mi escritorio mirando la pantalla de mi computadora, me levanto al mismo tiempo que tomo una pelota de plástico y comienzo a pasear por mi pequeño espacio, la pelota pasa de una mano a otra, mientras mi mente es una revolución de ideas. ¿Por qué antes no fue así? Creo que tengo la respuesta. Timothy, el imbécil. Estaba más concentrada en nuestra relación tóxica que no fluía en esta parte de mi vida laboral, tengo tantas ideas, empieza como una brisa y luego se hace un tornado, eso es emocionante, algo en mi me inquieta cuándo me encuentro con esos ojos verdes a través del cristal de la oficina de Layla. Han estado dos horas en una reunión, pero él no deja de mirarme. El solo recordar que es el tipo de la cazadora, me da harta pena. ¿De qué habrán hablado, Emma Jones? &iq
Suspiro al ver la cara de Zoe cuándo le he contado con lujo de detalle todo lo que ha sucedido en mi trabajo. —¿"Un roto para un descosido"?—pregunta Zoe antes de tomar el último bocado de sushi. — ¿Suena cool? —pregunto emocionada. —Suena...—termina de masticar—... interesante. Algo así como "encuentra tu pareja" o "corazones rotos, te escucho, cuentame tu pena" no sé algo así... ¿Estás segura de hacer la sección? Podrías seguir con los horóscopos y los consejos de moda—niego mientras mastico mi comida, al terminar doy un sorbo a mi té. —Quiero mostrarle a las mujeres que podemos avanzar después de una relación tóxica. Quiero enseñarles que podemos ser mejores, tener más ese tipo de poder fe
Sábado en la revista y yo sentada en un puf color melón, cruzada de mis piernas para hacer soporte para mi laptop, mastico discretamente un chicle de menta y entretenida escucho la lluvia de ideas del equipo. Con mi dedo índice levanto mis lentes de pasta negra que se habían empezado a deslizar por el puente de mi nariz. El señor McMillan está dando sus puntos de vista de cada uno, los corregía y les daba pequeñas pulidas para mejorarlas. Sinceramente el ambiente está relajado hasta que la puerta de cristal se abre y aparece la hermana: Eloise McMillan. Realmente es hermosa, pelo negro cayendo en ondas perfectas por un lado de su hombro y el resto por su delgada espalda. Lo que si noté es que es demasiada delgada, enfundada en alguna faja que puede desaparecerte unas dos costillas, te levanta el pecho y resalta el trasero. Comencé a jugar con el tapó
Entro y salgo—Otro. —dice mi amiga Zoe al verme en un conjunto de oficina demasiado...¿Nerd?Pongo los ojos en blanco al ver que no doy con ninguno. Miro el otro conjunto que cuelga de uno de los percheros que Zoe ha agregado hace cinco minutos. — ¡Estoy cansada! ¡Nunca pensé que esto de comprar fuera tan agotador! ¿Dónde está la diversión? —cuelgo el conjunto de hace momentos, a
Sex on fire de Kings Of Leon suena de fondo, cierro los ojos al sentir el tequila deslizarse por mi garganta. Agito mi cabeza, chupo un limón con sal y doy un grito de júbilo. Me muevo al ritmo de la música, mis mejores amigas bailan a un lado de la mesa de nuestro privado, estamos en el momento, tranquilas, disfrutando, bailando, gozando. —¡¡Otra ronda!!—grita Nora al dar el último trago a su tequila. Zoe llama al mesero por un teléfono que está instalado para llamar directamente a la barra. ¡Todo está súper nice! sigo bailando hasta que llega el mesero con nuestra tercera ronda de chupitos de tequila y vodka. — ¡Hay que ir a la pista! —grita Zoe antes de dejar su vaso de vodka en la mesa. Al salir las tres del privado, estoy a punto de chocar con un tipo, no lo veo, solo doy disculpas y sigo e
ARCHERLas luces de neón y la música de fondo me relajan al instante. Las mujeres que pasan a mi lado no dejan de mirarme de pies a cabeza, como estuviesen hambrientas, unas depredadoras esperando atacar a su presa, pero esta vez, no tenía humor de jugar. Me acerco a la barra principal y hay una larga fila de gente esperando su bebida o para ordenar, saco del interior de mi cazadora mi cartera pero una mujer pasa casi a punto de chocar conmigo que hace que me haga bruscamente a un lado, me giro a verla pero no se ha dado cuenta, mi mirada sin querer se va a sus piernas torneadas, su trasero redondo enfundado en un vestido negro de encaje algo corto para mi gusto y su cabello en ondas perfectas me llama la atención: Es pelirrojo.Emma Jones. Agito mi cabeza para que se evapore la imagen de mi e
—Deberías de hablar con tu jefe, Emma—Nora está de brazos cruzados al lado de Zoe, estamos en el estacionamiento esperando a que Tim el imbécil desapareciera en el taxi con la rubia de la vez pasada, ella intenta ayudarle pero él solamente le cierra la puerta en la cara y el taxi arranca dejando a la rubia en la acera del antro.Suelto un suspiro. ¿Por qué tenías que aparecer Archer McMillan? — ¿Podría hacerlo mañana? ¡Estoy aún temblando por lo de Tim! —Zoe y Nora niegan y me hacen señas en una dirección a mi espalda, cuándo me giro, es mi jefe, no se da cuenta de nuestra presencia, quita la alarma del auto y abre la puerta para marcharse. Las chicas me empujan y antes de que se suba, escucha mis zapatillas hacer ruido contra el suelo, él levanta la mirada, el calor aumenta en la forma que me mira