Más tarde, Adaira pensaría que se había comportado como un cavernícola, y que su propia manera de mirarlo no había tenido nada que ver con cómo le habían brillado los ojos marrones como a un depredador al abrazarla y besarla apasionadamente. No recordaba lo que había ocurrido después porque se había dejado llevar por la intensidad del momento. Nunca se había sentido así y la sensación fue al mismo tiempo maravillosa, mágica y aterradora.
—Solo serán un par de horas –le dijo, mirándolo con satisfacción porque por fin se estaba comportando como ella quería —. ¿Esperara a que vuelva?
Y la magia que había convertido a Adaira en una mujer a la que no reconocía se rompió de repente.
—No. Y cuando digo que no, es no. Eres una mujer muy extraña –le contesto el, indignado y tentado por semejante desafío.
— ¿Por qué no te digo lo que quieres oír? Pues para tu información yo no soy la Bella durmiente ni tú el príncipe azul, ¡Así que el beso no ha servido de nada!
Deán la vio echar por la nieve y volvió a entrar en la casa dando un pequeño portazo. ¡Era una mujer mezquina, testaruda y estúpida! Se dio la vuelta y vio a Antonella mirándolo con sorpresa desde la puerta del salón. Después, sonrió divertida.
—Adaira ha estado en Siberia y en Italia –le explico.
El asintió y volvió a la cocina, a recoger los platos del almuerzo. No iba a pensar en el beso, aunque hubiese sido el millón que ella le daba y el primero después de once años. ¡De eso nada! Pensar en ella sería darle a la escocesa la importancia que ya creía tener y él no estaba dispuesto a hacerlo.
Mientras recogía los platos de la mesa, Antonella no dejaba de parlotear sin parar del enorme piso que tenía en la ciudad, el dinero que ganaba y que pronto se casaría. Deán tuvo que admitir que a comparación de las dos, la parlanchina era muy amigable aun sin conocerlo.
Una idea se cruzó por su mente al ver a la joven chica:— ¿Cuál es el nombre de tu amiga y tú? –pregunto casual sin dejar al descubrimiento su interés.
—Llevamos una noche aquí y nos vemos como unas invasoras sin nombre –argumento –Mi nombre es Antonella y mi amiga Adaira.
—Hmm…. ¿Qué las llevo a hacer paracaidismo?
—Pronto me casare y pensamos escapar un poco de la realidad. No contamos con que el tiempo nos jugaría en contra, pero creo que fue bueno venir y no ver a Adaira preocupada por su futuro marido –Antonella lo ayudo a recoger todo. Inmediatamente Deán levanto la cabeza mirándola con interés.
— ¿Qué dijiste?
—Queríamos escapar…
—No. Eso no, ¿Ella está comprometida?
No había pensado en esa posibilidad, si después de aquella pelea a sus dieciséis años ella le dio a entender a quien quería no pensó que ahora ella estaba a punto de casarse después de ambos besarse.
—Oh no, claro que no –Aseguro sonriendo –. Lamentablemente sus padres fallecieron recientemente, ella ha estado muy afligida por el testamento. ¿Puedes creer que la obligan a casarse con un hombre común?Deán la miro sin entender. Antonella al ver su cara de confusión inmediatamente explicó sin pelos en la punta.
—Adaira es una mujer superficial, a ella le gusta la perfección y todo lo que con lleve los lujos y eso su padre lo sabía –y él también pensó –. Al morir dejo una condición y era que ella se casara con un hombre que no estuviera en la realeza o un millonario. No puedo entender el por qué hacerlo. A pesar de todo, ella es una buena mujer.
Entonces pensó “Si él podía seducirla, ella lo tomaría como candidato, y en caso contrario usaría su poder para casarse con ella” era la única forma de estar a su lado y hacerla vulnerable para su merced.— ¿Te digo algo? –la mujer asintió –. Tu amiga me gusta demasiado, no quiero ocultarlo pero tampoco quiero decirlo y que ella se burle en mi cara por ser pobre. Solo con su vestimenta se puede ver que son personas de estatus alto.Antonella se sorprendió por la confección, si bien no era tonta y vio como ambos se miraban y el beso que se dieron fuera de la casa. Pero no espero que el hombre que las había recibido en su casa, dejándolas subir sin guía a sus habitaciones podría confesarle sus sentimientos.
Era la segunda vez que un hombre le confesaba sus sentimientos y no sabía cómo reaccionar o que decir ante aquel caso. ¿Debería decirle “Ve por ella y sean felices”? o “Eres pobre y ella no te dará atención más que ofrecer su cuerpo en una habitación” no podía decirle eso mas que callar.
—No es necesario decir nada. Soy un hombre común que no puede darle nada —pronuncio remarcando lo común que era. Si ella era su mejor amiga, entonces ella lo ayudaría a él a llegar a ese altar.
Deán estaba mirando por la ventana de su habitación cuando por fin regreso Adaira con paso seguro. Estaba bien. No había podido evitar preocuparse por ella y en esos momentos fue a abrir la puerta de su habitación para oír la conversación que tenía lugar en el piso de abajo.
—Estaremos en palacio a la hora de la comida –dijo Adaira con satisfacción.
— ¿Estas segura de que quieres marcharte tan pronto, Adaira? –pregunto Antonella en tono divertido –. ¿Es que no te está esperando nuestro sexi anfitrión? ¡Te apuesto lo que quieras a que no consigues acostarte con el antes de mañana!
Antonella sabía lo que decía y por qué lo hacía. Tal vez para que ambos salieran de su abstinencia. Adaira palideció y se le encogió el estómago. Deán sonrió victorioso y volvió entrar a la habitación.
— ¿¡Pero de que hablas!? –Exclamo Adaira indignada, caminado por la sala –. Lo que tú dices, sería lo último que haría en mi vida. ¡Él es tan indigente que no me puedo ver en una misma cama junto a el! Debes estar feliz que pude llegar hasta el vehículo y llamar a mi jefe de seguridad. Vendrán ni bien pare la tempestad. En este clima, no pueden volar hasta aquí.Antonella suspiro pesadamente. Era tan mala siendo de cupido como para poder llevar a Adaira un lugar humilde.—Está bien, no creo que el hombre sin nombre nos corra por un día más.
—Iré a descansar –anunció Adaira subiendo las escaleras.
Cerró la puerta con cuidado, ya que tenía miedo de que cualquiera de sus actos pudiese ser entendido como una invitación para su anfitrión. Lo tenía claro: algunos hombres pensaban, hablaban y se comportaban como auténticos animales. Era evidente que su amiga los había visto besarse y había malinterpretado el beso. Se sintió avergonzada. Nunca había sido consciente de sus actos como aquel momento, ¿Qué le pasaba? Ella no era así, ella era Adaira Campbell una mujer que primero estaba su futuro y no sus sentimientos o lo que dejara de sentir.Una mujer realmente segura de sí misma había salido de la habitación y poner sus puntos a su anfitrión. Pero se quedó dolida y volvió a sentir lo que era ser humillada y lo único que se le ocurrió fue cerrar la puerta con llave antes de meterse en la cama.—No naciste para llorar y sentir. Eres una princesa y te prohíbo llorar sin algo valido. –sentencio su madre colocándole un hermoso vestido negro.— ¿Y cuando este
Era evidente que Adaira era lo suficientemente importante como para que enviasen un helicóptero a buscarlo, pero ¿Dos? ¿Lo habría organizado la noche anterior? ¿También sería una diputada? ¿O era amante de otra persona multimillonaria?Antonella estaba buscando dinero para pagar la cuenta de hospedaje que deán prometió cobrar. Adaira miro el papel con el precio y lo miro de manera burlona.—Cobras muy poco –dijo, guardándose la cuenta y devolviéndole el dinero a su amiga para sacar su propia cartera y dejar varios billetes encima de la mesa. –. Gracias por el hospedaje.Deán la fulmino con la mirada.—Yo no te la voy a dar a ti, ya que todavía no has hecho algo para complacerme… nada.Y a Adaira le entraron ganas de echarse a reír al oírlo hablar como a un sultán que estuviese informando a una de las chicas de su harén de su descontento, pero entonces lo miro a los ojos y se puso seria. Tuvo un mal presentimiento.Los hombres empezaron a salir
Sin embargo, desde entonces, cada negocio que hacía era una mina de oro. Ya era mucho más rico que su padre porque, mientras Alfred su padre, había heredado una fortuna y se había limitado a conservarla, deán se había dedicado al capital de automóviles y artículos DL, olvidando la cautela. Era muy irónico que sus últimas ganancias de los últimos meses hubieran hecho que el magnate multimillonario Frank Bernard, lo considerara como yerno.—Ni siquiera he visto a la hija de Bernard –dijo Deán secamente.—Claro que si –contradijo Calvin –. Según Bernard, la viste cuando pasaste la noche en Pisa.Deán frunció el entrecejo. Hacia unos años atrás su yate había tenido problemas en una tormenta, cerca de la costa de pisa y había llamado por radio para que le permitieran atracar; Frank tenia forma de evitar de malas maneras la visita de intrusos en su edificio cerca de la costa. Aunque Deán había sido bien recibido y agasajado con todo tipo de lujos, había sido una noche es
-Recibí esta carta hoy –le conto Gregory, dándole un papel a Deán –. Contiene cosas que dice que usted no es propietario de su territorio como tampoco sus datos están en el registro de identidad de Escocia.— ¿Eso perjudica a algo? –Cuestiono Calvin desarrollando su diploma de abogado –La casa está a mi nombre y es por eso que estoy aquí.—No fue solo por eso que están aquí, queremos saber la nacionalidad de usted señor Marshall, que usted no se registrara en el registro nacional después de vivir dos años en Edimburgo es extraño. Incluso puede ir preso por falsificación de identidad, usted no tiene deudas y es una persona que no tiene problemas con nadie. Es tanto su problema que la señora Adaira Campbell tomo cartas en el asunto.Deán se había quedado completamente blanco.— ¿Adaira…Campbell? –Calvin miro atónico al abogado, la última vez que había visto a Adaira fue cuando ella tenía dieciséis años y el dieciocho.—Si señor; la primogénita de nuestro
-¿No debería esperarlo? Como a la mayoría de los hombres le gusta tener la compañía femenina, a una mujer también le gusta la compañía masculina.Él pensó que Adaira seguía siendo aquella mujer espontanea que conseguía lo que quería y esta vez el aceptaría.—De hecho, estoy dispuesta a hacerle una oferta todavía mejor –añadió ella con voz suave y los ojos brillantes.— ¿Una oferta que no podre rechazar? –replico él.Deán iba a admitir lo que ella había sospechado desde un principio. Quería acostarse con ella y que no hacia eso solo porque tenía problemas con su estadía en escocia. Era una chantajista y una completa hipócrita. ¡Qué mal gusto tenía con las mujeres! ¿Cómo podía sentirse atraído por alguien tan despiadada?—Si accedes a casarte conmigo hasta dos meses, al final del segundo mes hare que todo esto no interfiera en tu vida y recibirás una buena cantidad de dinero –le propuso Adaira en voz baja.Deán sabía que no había sido el mismo desde
Sobre todo, una garantía donde no me quitaran mi casa ni seguirán indagando en mi vida privada. Independientemente de lo que ocurra o no ocurra en el periodo de casados no seré su servidor o concubino, como lo quiera llamar, sino que seré su esposo y no tendrá derecho a mandarme. –propuso el con la boca seca, sabiendo que aquello era lo más importante.—Por supuesto –le aseguro Adaira, ofendida por sus palabras.Le había ofrecido dos meses de lujo inimaginable en su palacio, era una invitación por la que muchos hombres hubiesen matado, y él le hablaba de pasar allí el tiempo acordado como si hubiese hablado en entrar a una prisión. Y, lo que era peor, estaba poniendo en duda su palabra.—Pero yo también espero que me des garantías…Deán tomo aire tratando de controlar su pulso. Tenía la boca muy seca, un cosquilleo en el estómago y los músculos de la pelvis completamente contraídos.— ¿De qué tipo?—Tendrás que comprometerte de desempeña
Pero durante la semana siguiente, cuando Deán se enteró exactamente cuál sería su papel como acompañante de la multimillonaria escocesa, se sintió de todo menos tonto. En primer lugar, aguanto una estresante visita de un abogado de la capital que se presentó allí con un documento de diez páginas que este describió como un contrato de trabajo y en el que se detallaba que Adaira esperaba de el: una imagen perfecta, educación y una buena disposición a la hora de complacerla y a sus invitados como acompañante o anfitrión, puntualidad, un buen consumo moderado de alcohol y ningún consumo de drogas. Si cumpliese esas obligaciones como era debido, después de dos meses recibiría una buena suma de dinero a cambio.Lo de la imagen perfecta hizo que Deán se sintiese humillado, a Cristal le gustaba que se dejara su barba. Pero después se dio cuenta de que no recordaba cuando había sido la última vez que se afeito. Así que cuando la secretaria de Adaira lo llamo para decirle que tenía una
-Háblame –le pidió –. Cuéntame porque quieres casarte con una persona pobre y no alguien que este a tu altura, a la altura de una reina –dijo con desprecio cada palabra.Adaira eso la desconcertó, nunca ningún hombre le había preguntado algo sobre su vida. El dinero y el sexo eran una buena combinación para hacer olvidar a cualquiera y no ver los problemas de ella. Ella creía que ya el tema de casamiento toda la población lo sabía y el solo preguntaba para burlarse de ella y eso la molesto.—Estoy segura de que en realidad no te interesa el tema.—Si no me interesase, no te lo preguntaría.—No sé –respondió ella –. Es muy sencillo. Cuando vienes de la realeza todo tiene ciertas reglas, ahora debo hacerme cargo de mi hermana menor y debo tener alguien a mi lado que no piense en el poder.Pero tú sí; pensó Deán.—Fue bueno eso. Eres joven y sacrificas tu libertad…—La libertad está sobrevalorada. Para mi es importante mi reinado y mi famil