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Era evidente que Adaira era lo suficientemente importante como para que enviasen un helicóptero a buscarlo, pero ¿Dos? ¿Lo habría organizado la noche anterior? ¿También sería una diputada? ¿O era amante de otra persona multimillonaria?

Antonella estaba buscando dinero para pagar la cuenta de hospedaje que deán prometió cobrar. Adaira miro el papel con el precio y lo miro de manera burlona.

—Cobras muy poco –dijo, guardándose la cuenta y devolviéndole el dinero a su amiga para sacar su propia cartera y dejar varios billetes encima de la mesa. –. Gracias por el hospedaje.

Deán la fulmino con la mirada.

—Yo no te la voy a dar a ti, ya que todavía no has hecho algo para complacerme… nada.

Y a Adaira le entraron ganas de echarse a reír al oírlo hablar como a un sultán que estuviese informando a una de las chicas de su harén de su descontento, pero entonces lo miro a los ojos y se puso seria. Tuvo un mal presentimiento.

Los hombres empezaron a salir
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