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Sin embargo, desde entonces, cada negocio que hacía era una mina de oro. Ya era mucho más rico que su padre porque, mientras Alfred su padre, había heredado una fortuna y se había limitado a conservarla, deán se había dedicado al capital de automóviles y artículos DL, olvidando la cautela. Era muy irónico que sus últimas ganancias de los últimos meses hubieran hecho que el magnate multimillonario Frank Bernard, lo considerara como yerno.

—Ni siquiera he visto a la hija de Bernard –dijo Deán secamente.

—Claro que si –contradijo Calvin –. Según Bernard, la viste cuando pasaste la noche en Pisa.

Deán frunció el entrecejo. Hacia unos años atrás su yate había tenido problemas en una tormenta, cerca de la costa de pisa y había llamado por radio para que le permitieran atracar; Frank tenia forma de evitar de malas maneras la visita de intrusos en su edificio cerca de la costa. Aunque Deán había sido bien recibido y agasajado con todo tipo de lujos, había sido una noche es

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