Capítulo 45. Solo es ella.

Gabriel Uzcátegui.

Sus manos me tocan la cintura y yo debería responderle, corresponderle, hacer cualquier cosa que no sea quedarme aquí como una de las estatuas caras del hotel.

Sin embargo, sólo puedo pensar en lo mal que me siento, en que no es justo ni para ella ni para mí, y en que ninguna distracción física llenará el vacío que Emma ha dejado en mi vida.

—Quizá deberíamos relajarnos —, sugiero, esperando que no oiga la desesperación en mi voz.

—Relájate —, repite ella, con una pizca de picardía, claramente malinterpretando mi intención.

Y cuando pasa sus manos en mi cuello, llevándonos hacia la cama, sé que estoy a punto de cometer un error del que no puedo retractarme. Porque la verdad es que no estoy aquí por Nubia; estoy aquí persiguiendo a un fantasma, y esa no es forma de empezar, ni de acabar, nada.

Los dedos de Nubia recorren mi brazo, provocando una corriente que debería encender algo, cualquier cosa. En lugar de eso, es como si estuviera pasando las páginas de un álbum
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