Débora cerró los ojos intentando pensar, lo poco que le permitía concentrarse la cercanía asquerosa de Jorge que ahora se entretenía tironeándole del pelo. Logró darle un manotazo. ¡No! ¡Su cabello no! Su melena era de Daniel. Estaba dispuesta a cortársela para impedir que Jorge se la acariciara. Ahí encontró la solución, cortar, debía cortar por lo sano, ella era el pretexto de Jorge para lastimar a su hermano, las disputas entre ellos no terminarían nunca y ahora ella estaba en medio. Podía irse… abandonarlos a los dos, si desaparecía de sus vidas ya no había motivo para la disputa, pero Jorge no lo iba a permitir. -No pienses que podrás huir de mi - ¡Dios mío! Débora se estremeció, parecía que le había leído el pensamiento.Si no se casaba con él, Daniel iba a pasar una temporada en la cárcel. Se lo dijo tranquilamente mientras volvía a besarla, la cogió desprevenida y logró introducir la lengua en su boca. Sintió repugnancia, pero no luchó, sabía por experiencia que sería contr
Daniel siguió contemplando al amor de su vida, se habían acabado las noches tristes añorándola en la soledad de su habitación. Su cama ya no volvería a estar vacía. Ahora ya nada los separaba, iban a estar juntos para siempre. Se casarían enseguida, tan pronto tuviera solucionado todo el papeleo legal, ya había iniciado los trámites, le quedó tiempo esa misma mañana.Ahora quería hacerlo bien. Sería una gran boda, no como la primera. Débora se lo merecía. En la vieja capilla del rancho, ya lo estaba imaginando. Darían una gran fiesta, aprovecharían también para bautizar a los mellizos, convertiría la celebración en un gran acontecimiento que sería recordado en la región por mucho tiempo. Así iba a ser el bautizo de David si su hermanastro y Rebeca no lo hubieran estropeado, esta vez nada empañaría la felicidad de todos. Tiraría la casa por la ventana si era necesario. Necesitaba proclamar a los cuatro vientos que Débora era la mujer de su vida, su compañera para el resto de s
Dan tenía la taza de café en la mano, tembló, estuvo a punto de dejarla caer, pero consiguió volver a colocarla sobre el plato sin tener que lamentar ningún estropicio..¿Estás bromeando verdad? – preguntó sorprendido..No – Fue la escueta respuesta de Débora.¿Por qué?.No quiero….Esto parece un diálogo de idiotas… ¿Vas a explicarme que te pasa? – preguntó cada vez más asustado, en otro momento se hubiera enojado si alguien osaba contradecir sus órdenes…, ahora en cambio estaba asustado... ni siquiera él se daba cuenta de cuanto…La muchacha intentó ganar tiempo… La presencia de Daniel en la casa complicaba sus planes, si él la obligaba a regresar al rancho todo estaría perdido. Le mintió, inventó una excusa e intentó zafarse como pudo. No se negó directamente a regresar con él, sólo le pidió unos días. Dan deseoso de estar con ella no entendía a que venía esa petición. ¿Acaso no había tenido tiempo suficiente, no se habían pasado los últimos meses separados? El escollo que imped
Entró en la pequeña salita y se presentó con formalidad:-Soy el inspector Fernando Díaz, ¿y usted?Débora se presentó, el policía la acompañó a un despacho situado al fondo de la comisaría. La estancia era de lo más impersonal una mesa metálica en la que solo había una pantalla de ordenador. Dos sillas a cada lado y una pequeña ventana por la que se colaba la luz diurna. Quedaron sentados frente a frente, el policía permaneció unos minutos en silencio mirando fijamente a la mujer. Ella no logró sostener la mirada a pesar de esforzarse, había ensayado para mostrarse segura, de momento no lo estaba consiguiendo. Bajó los ojos nerviosa…-Bueno, usted dirá señorita… - Apremió el policía ante el incómodo silencio de ambos, tamborileando con sus dedos sobre la mesa.-Le he dicho a su compañero que quiero confesar un asesinato…-Ya, por eso estamos aquí – habló con una sonrisa… La aprensión inicial creyendo que era una loca desocupada con ganas de tomarles el pelo desapareció. Le gusta
Débora podía repetir una y mil veces que había matado a su rival, pero el inspector seguía sin verlo demasiado claro. Intentó recrear mentalmente el asesinato y advirtió que el rancho estaba situada a unas cuatro horas en coche de Houston, más o menos…-¿Usted residía en el rancho también, junto a la difunta Sra. Savater? – preguntó.-No…, mi marido… - titubeó – bueno Daniel me había pedido que me trasladara a Houston con su madre mientras él arreglaba el problema de Rebeca. Pero yo sabía que no tenía solución, así que alquilé un taxi, me trasladé al rancho, cité a Rebeca y la maté de un disparo, luego simulé un robo y regresé por el mismo medio. -Aun así, son muchas horas, no creo que le diera tiempo.-Me escapé antes de la cena, fingí que no me encontraba bien para encerrarme en la habitación. Aproveché que todos estaban distraídos para escaparme, regresé poco antes de que se levantaran… - Aclaró Débora ante las miradas incrédulas de los dos policías, que seguían intercambiándose m
Arriba, Frank, quedó encargado de seguir todo su proceso, informó al fiscal y a las autoridades del distrito y aunque no le correspondía llamó a jefe de policía del pueblo donde se había cometido el asesinato, seguía sin cuadrarle nada y decidió indagar más sobre la personalidad de la joven, más que nada para corroborar sus sospechas de que esa preciosidad que tenían encerrada encubría al verdadero asesino. Pero a quién, lo dicho, quizá al propio marido de la víctima, el todopoderoso Savater. Buaf…, si él lograba descubrirlo se llevaría una buena felicitación de sus superiores, quizá un ascenso… Contrariamente a la opinión de su jefe, a él si le hubiera gustado proseguir con la investigación…En fin, no podría ser…Tony se sorprendió al oír el nombre de Débora y mucho más al saber que estaba detenida. Corroboró conocerla personalmente. La describió como una muchachita guapa, algo tímida, sencilla, de ascendencia humilde, pero de muy buen corazón. Su interlocutor le preguntó por su re
Jorge estaba muy cerca de allí, escondido en la hacienda de Margaret esperando acontecimientos. Se había enterado por unos trabajadores que Daniel había estado en Houston pero que regresó solo. Bien., la pequeña Débora lo había rechazado… todo salía según lo previsto. Esperaría una semanita para que se calmaran las cosas y luego la buscaría. Prepararían la boda y el final de parte de la familia Savater. Para conseguir apoderarse de todo necesitaba deshacerse de ellos, la vieja Helen, la estúpida de Lisbeth, ese chiquillo pesado de David y sobre todo de Daniel. …..Se ordenó el traslado inmediato de Débora a Castroville, el juez que revisó su caso se inhibió por falta de competencia. Descubrió con alivio que el asesinato se había cometido fuera de su jurisdicción, y que podía desentenderse del asunto. Desde que le llegó todo el papeleo había recibido la llamada de la propia señora Helen d
Tony y Dan se volcaron en un insistente ruego para convencer a Débora, la instaban sin tregua, usando todos los argumentos que les venían a la cabeza, para que dijera la verdad.Ella no respondía a ninguna de sus preguntas ni hacía caso de sus ruegos. Permaneció en silencio, ajenas a las súplicas de Daniel que la miraba anhelante. Había adoptado esta postura para poder aislarse y no ceder. Debía ser fuerte por el bien de Daniel. Saber que estaba haciendo lo correcto y que a su amor no le pasaría nada le daba fuerzas suficientes. Tanto el policía como Dan, estaban desesperados. Se acababa el tiempo. -¡Débora por favor! ¡Basta ya de tanta tontería! – gritó Daniel desesperado - ¿Es que no te das cuenta del daña que me estás haciendo? ¿Piensa en mí, piensa en David, piensa en los bebés! ¡Maldita sea! ¡Retráctate de esta estúpida confesión y di quién te está obligando!-Es por ti y por los niños por lo que estoy haciendo esto – afirmó finalmente – y ya basta, estáis perdiendo el tie