Entró en la pequeña salita y se presentó con formalidad:-Soy el inspector Fernando Díaz, ¿y usted?Débora se presentó, el policía la acompañó a un despacho situado al fondo de la comisaría. La estancia era de lo más impersonal una mesa metálica en la que solo había una pantalla de ordenador. Dos sillas a cada lado y una pequeña ventana por la que se colaba la luz diurna. Quedaron sentados frente a frente, el policía permaneció unos minutos en silencio mirando fijamente a la mujer. Ella no logró sostener la mirada a pesar de esforzarse, había ensayado para mostrarse segura, de momento no lo estaba consiguiendo. Bajó los ojos nerviosa…-Bueno, usted dirá señorita… - Apremió el policía ante el incómodo silencio de ambos, tamborileando con sus dedos sobre la mesa.-Le he dicho a su compañero que quiero confesar un asesinato…-Ya, por eso estamos aquí – habló con una sonrisa… La aprensión inicial creyendo que era una loca desocupada con ganas de tomarles el pelo desapareció. Le gusta
Débora podía repetir una y mil veces que había matado a su rival, pero el inspector seguía sin verlo demasiado claro. Intentó recrear mentalmente el asesinato y advirtió que el rancho estaba situada a unas cuatro horas en coche de Houston, más o menos…-¿Usted residía en el rancho también, junto a la difunta Sra. Savater? – preguntó.-No…, mi marido… - titubeó – bueno Daniel me había pedido que me trasladara a Houston con su madre mientras él arreglaba el problema de Rebeca. Pero yo sabía que no tenía solución, así que alquilé un taxi, me trasladé al rancho, cité a Rebeca y la maté de un disparo, luego simulé un robo y regresé por el mismo medio. -Aun así, son muchas horas, no creo que le diera tiempo.-Me escapé antes de la cena, fingí que no me encontraba bien para encerrarme en la habitación. Aproveché que todos estaban distraídos para escaparme, regresé poco antes de que se levantaran… - Aclaró Débora ante las miradas incrédulas de los dos policías, que seguían intercambiándose m
Arriba, Frank, quedó encargado de seguir todo su proceso, informó al fiscal y a las autoridades del distrito y aunque no le correspondía llamó a jefe de policía del pueblo donde se había cometido el asesinato, seguía sin cuadrarle nada y decidió indagar más sobre la personalidad de la joven, más que nada para corroborar sus sospechas de que esa preciosidad que tenían encerrada encubría al verdadero asesino. Pero a quién, lo dicho, quizá al propio marido de la víctima, el todopoderoso Savater. Buaf…, si él lograba descubrirlo se llevaría una buena felicitación de sus superiores, quizá un ascenso… Contrariamente a la opinión de su jefe, a él si le hubiera gustado proseguir con la investigación…En fin, no podría ser…Tony se sorprendió al oír el nombre de Débora y mucho más al saber que estaba detenida. Corroboró conocerla personalmente. La describió como una muchachita guapa, algo tímida, sencilla, de ascendencia humilde, pero de muy buen corazón. Su interlocutor le preguntó por su re
Jorge estaba muy cerca de allí, escondido en la hacienda de Margaret esperando acontecimientos. Se había enterado por unos trabajadores que Daniel había estado en Houston pero que regresó solo. Bien., la pequeña Débora lo había rechazado… todo salía según lo previsto. Esperaría una semanita para que se calmaran las cosas y luego la buscaría. Prepararían la boda y el final de parte de la familia Savater. Para conseguir apoderarse de todo necesitaba deshacerse de ellos, la vieja Helen, la estúpida de Lisbeth, ese chiquillo pesado de David y sobre todo de Daniel. …..Se ordenó el traslado inmediato de Débora a Castroville, el juez que revisó su caso se inhibió por falta de competencia. Descubrió con alivio que el asesinato se había cometido fuera de su jurisdicción, y que podía desentenderse del asunto. Desde que le llegó todo el papeleo había recibido la llamada de la propia señora Helen d
Tony y Dan se volcaron en un insistente ruego para convencer a Débora, la instaban sin tregua, usando todos los argumentos que les venían a la cabeza, para que dijera la verdad.Ella no respondía a ninguna de sus preguntas ni hacía caso de sus ruegos. Permaneció en silencio, ajenas a las súplicas de Daniel que la miraba anhelante. Había adoptado esta postura para poder aislarse y no ceder. Debía ser fuerte por el bien de Daniel. Saber que estaba haciendo lo correcto y que a su amor no le pasaría nada le daba fuerzas suficientes. Tanto el policía como Dan, estaban desesperados. Se acababa el tiempo. -¡Débora por favor! ¡Basta ya de tanta tontería! – gritó Daniel desesperado - ¿Es que no te das cuenta del daña que me estás haciendo? ¿Piensa en mí, piensa en David, piensa en los bebés! ¡Maldita sea! ¡Retráctate de esta estúpida confesión y di quién te está obligando!-Es por ti y por los niños por lo que estoy haciendo esto – afirmó finalmente – y ya basta, estáis perdiendo el tie
Jorge estaba que se lo llevaba el demonio. Que Débora se hubiera entregado no entraba en sus planes. Estaba seguro de que lo había hecho para defender al imbécil de Daniel y no aceptar su proposición. Pero no se saldría con la suya. Nadie se burlaba de él. Conseguiría sacarla de la cárcel, iba a casarse con ella y evidentemente, le haría pagar por haber intentado reírsele en su cara.Margaret en cambio estaba contentísima. La muerte de Rebeca le había proporcionado un dos por uno, sus dos rivales quedaban fuera de combate, y además quedaba automáticamente libre de toda sospecha. Esa noche lo iba a celebrar.A Lisbeth tampoco le disgustaba la opción de que Débora se pudriera en la cárcel por asesina, sería la única forma de perderla de vista, al menos una temporada, pues no dudaba que su hermano, tozudo como el que más tuviera intención de esperarla. Bueno, con un poco de suerte le caerían sus buenos añitos y en ese tiempo ella confiaba en estar ya bien lejos de todos, disfrutand
La sala de vistas se llenó enseguida, la prensa había pedido infinidad de acreditaciones, tantas que se vieron obligados a limitar el nombre de periodistas a uno por medio, así que el resto de los profesionales se quedaron a las puertas en espera de que saltara una noticia bomba o pillar alguna que otra fotografía de la familia Savater que no se prodigaba demasiado. Sólo algunos curiosos lograron tener cabida en ella después de hacer cola desde primera hora de la mañana. A muchos les conmovió la historia del rico hombre de negocios que se enamoró de una joven prostituta inmigrante y se casó con ella, atacaban a la mujer que lo había abandonado y que les impedía estar juntos. Para otros la detenida era una mujer ambiciosa que se escondía bajo una apariencia angelical y que tenía claro su cometido: Enamorar al hombre rico para escalar posiciones y no dudó en acabar con todos los obstáculos que se le pusieron por el camino. Los medios se dedicaron a entablar juicios paralelos. Iban
Los interrogatorios, tanto de la acusada como de los policías que recibieron su declaración, así como de los que cubrían las investigaciones ocuparon el primer día. Eran los únicos testimonios de la fiscalía, Daniel llamó a los empleados que estuvieron custodiando la casa de su madre la noche del asesinato, todos aseguraron que nadie había salido de la casa, presentó también registro de las cámaras de seguridad. El fiscal refutó el testimonio al considerarlo de parte y manipulable. El juez hizo un receso hasta el día siguiente por la mañana en que se haría el alegato final de las partes y quedaría visto para sentencia. Daniel estaba verdaderamente preocupado, a pesar de haber sembrado algunas dudas en el jurado, lo más seguro es que este basándose en la declaración de Débora y sus supuestos motivos “celos por no permitir o retrasar el divorcio” la condenaran. Decidió dar un paso adelante. Mañana en las conclusiones lo haría. Mientras tanto Débora permaneció detenida en las depen