Atardecía ya cuando Débora abrió los ojos, miró donde estaba y reconoció el cuarto de su esposo, notó un peso en el pecho, un brazo le rodeaba la cintura, se giró para ver a quien correspondía, y allí estaba él, dormido a su lado. Acarició su rostro, notó el raspar de la incipiente barba, que lo hacía tan varonil… ¡Dios como lo amaba! Pero no podían estar juntos se hacían tanto daño…, No entendía porque insistía en mantenerla a su lado. Subió la mano y le acarició el cabello que le caía sobre la frente. Ese gesto lo despertó y al verla sonrió. Que guapo era cuando sonreía, los ojos, esos ojos color miel ahora denotaban tanta ternura, como podían pasar tan rápidamente de la ternura al odio, apenas unas horas antes la estaban juzgando y acusando con dureza, y ahora la miraban con amor… Él le habló amorosamente interesándose por su estado. Respondió que un poco dolorida, pero creía que bien. No lo estaba tanto puesto que al querer levantarse se mareó, la ayudó a incorporarse, al
Aunque los dos lo sabían, y lo habían hablado infinidad de veces, empezó remontándose a su primer día. Allí empezó a comportarse como un verdadero cafre en lugar de ser el hombre sensato y educado que aparentaba ser.-No entiendo Daniel, no tienes por qué recordar eso, ese día los dos fuimos responsables…-No me refiero a eso Débora, escúchame… , ahora sé que mi comportamiento no fue el adecuado, tú eras una muchacha inocente que tuviste tu primera experiencia sexual de la peor de las maneras y yo el hombre experimentado que debió estar a la altura…-Daniel, no hace falta que recordemos nuevamente toda la historia – suplicó – los dos la sabemos y nos hace daño…-No voy a hablarte de la historia, cariño, voy a hablarte de sentimientos, por primera vez entre nosotros voy a abrirte mi corazón:Le explicó que se había bloqueado al descubrir lo que acababa de hacerle, y en lugar de pensar en ella, que era lo correcto, sólo pensó en él, en las consecuencias que ello podría acarrearle y nece
-No hace falta Daniel, no es necesario – repetía cada vez más asustada Débora por esas palabras tan enigmáticas, no tenía ni idea de cómo actuar, deseaba con toda su alma recuperar al marido amoroso que se desvivía por ella, que la había hecho llegar a lo más alto y olvidarse del que la había degradado hasta llevarla al extremo de preferir estar muerta a que la volviera a tocar. Pero no, no sabía cómo hacerlo.– yo ya te he perdonado todo, está todo olvidado...- susurró en un intento que él se abalanzara sobre ella y la besara llenándola con su cuerpo y su amor, también ella lo necesitaba y lo deseaba con todas sus fuerzas. Pero no fue así, su marido seguía allí quieto esperando que ella tomara la iniciativa.-Yo sé que tú lo has olvidado cariño, pero yo no puedo hacerlo... Este dolor me corroe por dentro y no va a dejarme vivir en paz nunca más... Por favor ayúdame a poder olvidar yo también, necesito, sé que todo, o al menos la mayor parte ha sido culpa de mis celos absurdos y de mis
A Doris la cogió por sorpresa esa noticia, ahora sí que los tenía cogidos por las pelotas, pero no lo demostró. Después de una desagradable mueca de disgusto al ver que Savater sólo llenaba su vaso y no el suyo agarró la botella para servirse, una fuerte mano la detuvo, quedó con la botella a medio camino, luego las palabras de Savater no dejaron lugar a dudas:-Ni te he invitado a beber de mi botella ni te he dado permiso para hacerlo.Ella bajó por primera vez la cabeza. En todo el tiempo en que lo estuvo buscando siempre se había mostrado altiva, hoy, pero, sintió miedo y más cuando el hombre la amenazó. Le dijo claramente que prefería hablar con ella y no directamente con Juárez pues probablemente no podría contenerse y le rompería la cara. Le ordenó que le diera un recado, y no era otro que dejaran en paz a su mujer o deberían atenerse a las consecuencias. Ella no les había hecho nada y que supiera, él tampoco, por lo tanto, les pidió que se olvidaran de su existencia si quer
Unos chiquillos camino de la escuela encontraron la bolsa en el suelo, por suerte se les ocurrió llevarla a comisaría. El policía de la entrada revisó el contenido, la cartera estaba intacta: dinero, tarjetas, documentación: Débora Rojas, informaron a Tony pues se trataba de la mujer de Daniel Savater, y el mismo llamó a la casa para que vinieran a recogerlo.José supuso que Débora y su hijo Martín estarían buscando como locos por el pueblo y se puso en contacto con él. Este andaba entretenido pues intuía que su patrona se demoraría bastante así que no le dio importancia y recogió el bolso en la comisaría. Allí le dijeron que aparentemente el contenido estaba intacto por lo que no fue necesario denunciar robo alguno. Intentó llamarla, pero no respondió, pasó por el consultorio por si aún estaba allí, pero le dijeron que ya se había ido. Así que regresó a la plaza, suponía que la joven al darse cuenta de que había perdido su bolso regresaría al punto de encuentro para pedir ayuda.
Toni movió la cabeza negativamente, le dolía ver a su amigo en ese estado, era una buena persona y nada vanidoso. Había aumentado su capital y su poder desde que se puso al frente de los negocios familiares, pero nunca dejó de ser un hombre accesible y preocupado por el bienestar de los habitantes de la zona. De ser un hombre seguro de sí mismo, ahora parecía un ser frágil y apagado, con los ojos nublados por las lágrimas e incapaz de articular palabra. Sabía que los primeros días eran cruciales en un secuestro, pero no lo dijo, para no preocuparlos más. Decidió ponerse en marcha inmediatamente. Puso vigilancia al Menfis y a Montrail,…Horas más tarde estaban peor que al principio pues no tenían ningún indicio, nadie había visto nada raro, al parecer la joven al salir de la consulta había desayunado en una cafetería cercana al hospital, a partir de ahí nada de nada. Sería más difícil de lo previsto, Tony rogó para que los secuestradores fueran profesionales. Estos se preocupaban
Se escuchó un murmuro de sorpresa y pena entre los hombres, Martín tomó la iniciativa para anunciar que creía hablar en nombre de todos para decirle que estaban a su disposición, que todos apreciaban mucho a la señora y que no iban a aceptar ningún pago extra por su colaboración. Emocionado les dio las gracias a todos antes de repartir las tareas. Mandó un grupo al pueblo, les ordenó ponerse a disposición de Tony, se encargarían de la vigilancia de los sospechosos. El resto, repartidos en grupos de tres peinarían la zona en busca de cualquier indicio o movimiento de personas sospechoso. Puso a Mike al mando para coordinar todo y así lo informó a los trabajadores a los que repitió que se pusieran a las órdenes del capataz. No era ningún estúpido, y entendía que su empleado tenía la cabeza más despejada y pensaría con más claridad. Pretendía incorporarse a uno de los grupos para buscar como cualquier peón. Mike no se lo permitió, le expuso y tenía toda la razón que alguien y sólo p
¡Su esposa embarazada! ¡Débora embarazada! Y el sin enterarse. Su primera reacción fue de ira, furia contra su esposa por habérselo ocultado. Luego se enfureció consigo mismo por pensar así. ¿Cómo iba a atreverse Débora a decirle que estaba esperando un hijo después de sus “afortunadísimas” palabras advirtiéndole que no quería tener más hijos? Creyó morir nuevamente de pena y culpabilidad, no daba una a derechas, todo lo bueno que le pasaba, el mismo se encargaba de estropearlo de la manera más burda y estúpida. ¡Un hijo! ¡Dios mío! Un hijo de Débora y suyo, sería maravilloso si lograba liberar a su esposa de sus captores, por descontado. Ahora no urgía rescatarla solo a ella, también a su hijo. Debía estar seguro, quizá se trataba de un error. Se levantó como una exhalación estrujando los papeles con fuerza en su mano. Cogió la camioneta sin decir una palabra a nadie, condujo con desesperación hasta la consulta. La rabia que arrastraba contra sí mismo la vertió sobre todas l