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Débora regresó al rancho, se encerró en su habitación, no quiso comer nada seguía enfrascada en la búsqueda de una solución factible para sus problemas. Finalmente halló la respuesta, la única posible: Huir, desaparecer del rancho, terminar su matrimonio y la relación con Daniel, antes que alguno de los dos hiciera algo irreparable. Ahora sabía que el comportamiento de Daniel no era debido a la locura, sino a unos celos enfermizos, supuso que si se iba tarde o temprano la olvidaría y la razón de esos celos se desvanecería, volvería a refugiarse en su trabajo y en su hijo. Quizá algún día con el tiempo conociese a una chica de su clase, como Chloé, de la que no tuviera ni la más mínima duda y fuera aceptada por todo su entorno y podría formar la tan ansiada familia.

¿Y ella? Pues sus sufrimientos debían acabar, ese estado no la beneficiaba en nada, y mucho menos favorecía la estabilidad y el perfecto crecimiento del pequeño que vivía en su interior y que dependía de ella. Yéndose daba
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