Mike entró con paso firme en la comisaría, aliviado al comprobar que no había trascendido el incidente. Se interesó por su patrón y le permitieron pasar a verlo. La mala noche pasada y los restos de la golpiza habían dejado huella en el rostro de su amigo. Le preguntó que había sucedido. Lo que menos quería Daniel en ese momento era perder el tiempo en estúpidas explicaciones. Sólo le relató que tuvo una tonta pelea con su vecino en el Menfis, sin mencionarle el motivo. No quiso explicarle nada más. Dan estaba seguro de que Mike sabía más de lo que le contaba, pero como no había sido sincero con él, estaba dolido, ya hablaría más tarde con su “hermano” para aclarar las cosas y preguntarle porque le ocultó la agresión a Débora. No era normal que le mintiera, era la primera vez que no estaba de su parte, ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que discutieron… y eso le dolió mucho…La llegada de Tony a la comisaría aceleró su puesta en libertad. El juez fijó una fianza a
Inmerso en sus cavilaciones no se dio cuenta del paso del tiempo. José interrumpió sus pensamientos para informar que el doctor Hatahle estaba en la casa y pedía verlo. Ordenó que subiera a la habitación, a fin de cuentas, aprovecharía para darse una miradita a sus heridas. Le dolía mucho el pecho, quizá tenía algo roto…, solo eso le faltaba. El doctor entró, resopló al ver su rostro…-Bueno amigo, vaya cara que le han dejado ¿qué le pasó?-Me caí por la escalera – ironizó.-Vaya… creo deberían revisar las escaleras de esta casa, todo el mundo se cae en ellas últim… –No terminó la frase, enseguida se dio cuenta que había hablado más de la cuenta, pero ya era tarde, lo descubrió en los ojos inquisidores de Dan.-Mejor nos dejamos de tonterías, ¿verdad? – Anunció sirviendo dos copas – ¿le apetece? - Y le entregó una al joven. Se sentó en una silla y le indicó al hombre que hiciera lo mismo a su lado.Dasan intentó rehusar la bebida, estaba de guardia y le quedaba trabajo pendiente, p
Afortunadamente Daniel no tenía nada de importancia. Sólo golpes y moratones que desaparecerían con el tiempo. Volvió a quedarse sólo y a oscuras, había corrido las cortinas adrede, la noche en vela le había dejado una terrible jaqueca y prefirió la oscuridad y el silencio. Interiormente sabía que no lograría apartar ese dolor de su cabeza, por muchos analgésicos que tomara y mucho menos de su corazón. Oyó como se abría la puerta de la habitación contigua, prestó atención y escuchó la voz infantil de su hijo y la de Débora, observó a través de la puerta encenderse la luz. Adivinó que acostaba al niño para la siesta. Al cabo de un ratito ella salió, dirigiéndose por el pasillo a su propia habitación. Esperó un tiempo y se encaminó hacía allí. Entró en el cuarto por la puerta interior y la encontró acostada encima de la cama, a su lado la muñeca que le había comprado en Las Vegas. Cuan lejano le parecían esos días, no había tenido un momento de paz desde ese maldito día de septie
Mike empezaba a preocuparse, ahora habían entrado piezas nuevas en la partida: Monna y Doris ¿Qué tenían ellas que ver con Débora? Mike no las conocía en persona, había oido Daniel y también a Débora hablar de esta tal Doris, que al parecer era la encargada del local, pero nada más, por lo que le preguntó que tenian que ver en todo. Daniel estaba seguro de que Monna había engañado a Débora, pero para no desautorizar a su esposa consintió en darle trabajo. También le explicó que había amenazado a Doris para que no volviera a mentir a su esposa…, evidentemente conociendo a la mujer no le haría el más mínimo caso, pero por si acaso ya estaba advertida. -Vaya amigo, yo hubiera actuado peor, confieso que si Eddie hubiera atacado a mi esposa e intentado forzarla lo mato allí mismo…-No te creas, si no llega a intervenir la policía deteniéndome, no sé cómo habría acabado la cosa. Si llega a oídos de mi madre que me dedico a pelear en los bares de mala muerte por una esposa de la que descon
Daniel se quedó un rato apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados observando a Débora. La joven estaba sentada en la cama medio incorporada y leía, o intentaba hacerlo, en voz alta un cuento infantil en inglés. Repetía cada frase un par de veces, no lo hacía del todo mal. Quizá pronto podría mostrarle su bien surtida biblioteca y animarla a que escogiera lo que quisiera en lugar de quitarle los cuentos a su hijo. Su pronunciación había mejorado mucho. Se alegró de sus progresos. Sonrió al recordar su primer encuentro en el Menfis cuando su inglés era prácticamente ininteligible. Aún cometía algún que otro error, pero la mejora era notable.Su revoltoso cabello le caía por los hombros y resaltaba con el blanco de las sábanas. Deliciosa. Sencillamente deliciosa. Una oleada de deseo recorrió todo su cuerpo, sintió ganas de acostarse en la cama con ella, leer juntos ese cuento, enredarse en su cabello… No distinguía si era amor, o solo deseo… Supuso que sólo deseo, el n
José se había esmerado en la preparación, ya que todo tenía un aspecto espléndido, incluso dos velas llameaban tímidamente en medio de los platos. La ayudó a sentarse, observó divertido como ella levantaba la tapa para curiosear el postre.-Por cierto, de donde has sacado ese pijama tan feo, parece de monja ¿Qué has hecho con los camisones que compramos en Las Vegas? – Preguntó mientras bajaba la luz de la habitación.-No hace falta que bajes la luz, no es una cena romántica-Ya lo sé, simplemente bajo la luz por ti: para que no veas mi carota mientras comes,-¡Idiota!-Tengamos la fiesta en paz, chiquita. Y no has respondido a mi pregunta: ¿De donde has sacado ese pijama tan feo?-Pues tengo otros, Marcia me ayudó a pedirlos por catálogo, los pagó ella así que se le ha de devolver el dinero.-Hablaré con ella sobre su pésimo gusto, pues me gustan más los que compramos nosotros – insistió acercándose a la mesa.-No hay nosotros, y no me importa lo que a ti te guste. Odio dormir con e
Débora despertó con la sensación de haber dormido mucho, se sentía descansada, relajada…, Al abrir los ojos no reconoció los muebles como los de su cuarto, se incorporó de un salto y vio a Daniel salir del baño, llevaba puestos unos pantalones oscuros y se abrochaba una camisa fina color verde pálido, que resaltaba el moreno de su cuerpo… Iba silbando, parecía de muy buen humor, y ciertamente lo estaba, pues se acercó a ella con una sonrisa de oreja a oreja y la acusó de dormilona antes de darles los buenos días y estamparle un cariñoso beso en la frente.Contrariamente a lo que pareciera, para Débora el buen semblante de su marido no podía presagiar nada bueno, se empezó a preocupar y esa inquietud borró en un santiamén la sensación de relajación que había experimentado. Instintivamente se puso a la defensiva preocupada por despertar en la cama de él, preguntó porque estaba allí. Daniel seguía sonriendo y le respondió con una obviedad:-Buenos días, creo que te acabas de despertar
No le quedó más remedio que obedecer y desayunar. Comió con ganas, era mentira que no tenía hambre, ella siempre tenía apetito. Daniel no paraba de mirarla, estaba atento a todo lo que ella necesitaba, le sirvió más jugo, la instó a comer más y más ofreciéndole más bizcocho… Cuando se dio cuenta de que había devorado casi todo y que Daniel la estaba mirando con expresión de suficiencia volvió a enojarse. ¡Dios! Qué estúpida era, siempre caía en todas las tretas de su esposo. Dan avisó a José que no comerían fuera y se montaron una ranchera que ya estaba estacionada delante de la casa…-¿Sabes conducir? – le preguntó repentinamente al cabo de un ratito, lo hizo para romper el silencio en el que viajaban, sin ninguna malicia, pero a Débora no le pareció lo mismo.-Pues claro que no… ¿como crees que haya aprendido…? – Respondió con desagrado. A que venía ahora esa tontería de conducir. Si no podía ir a ningún sitio con Martín, menos iba a dejarla ir sola en coche. Estaba harta de