No podía apartar las dudas de su cabeza, nada de lo que le explicaban tenía demasiado sentido, si una persona se cae por las escaleras no se golpea en el labio. Vaya, al menos eso creía… Miró encima de su mesa, los papeles se le acumulaban así que se enfrascó en su trabajo. Oyó que Débora bajaba con su hijo y vio que se dirigían a la biblioteca, allí ya los estaba esperando la profesora. Los dejó trabajar y esperó al mediodía para comer con ellos. Le había pedido a José que sirvieran el almuerzo en el comedor pequeño y también aprovechó para preguntarle por la caída de Débora. Sorprendentemente José reconoció no saber nada, ni él ni ninguna de los otros miembros del servicio. Se extrañó que nadie hubiera oído el ruido de la caída. Aquello empezaba a no gustarle nada…Comieron con el niño en el comedor. David estaba muy contento de compartir con su padre y no paraba de hacer tonterías. Débora parecía asustada, como ausente. Se estaba preocupando. Con la excusa de acostar al niño
Vaya, era la segunda chica que lo trataba de usted en el Memfis, y encima de señor. Eso no debía ser demasiado bueno para él negocio, lo comentó irónicamente antes de pedirle que se sentara y lo escuchara con atención. Primero que nada, necesitaba averiguar cuanta verdad había en la historia que le había contado Débora, así que le preguntó directamente si era verdad lo que le había explicado a su esposa.-Si – mintió. Ni estaba embarazada ni debía dinero a Juárez, fue una treta para dar pena a Débora e intentar sacarle algo de dinero. Además, aprovechó cuando la mujer estaba distraída con el niño para mandar un mensaje a Juárez. Ahora no te quedaba más remedio que seguir con el cuento y no descubrirse.-Débora quiere ayudarte, creo que te ofreció trabajo en el rancho ¿Verdad? – esperó la aprobación de la chica antes de proseguir - Yo no termino de creerte, pero mi mujer si y por lo tanto, no la voy a contradecir, si quieres el trabajo es tuyo, vente a la casa cuando quieras y pregun
A Eddie ya no le dio tiempo de terminar la frase, el duro puño de Dan se estampo inmediatamente en su cara, cayó de espaldas arrastrando la silla en la que estaba sentado, intentó levantarse, pero su contrincante volvió a pegarle y lo tiró otra vez al suelo, rodaron empujando mesas y sillas rompiendo todo lo que encontraban a su paso. Ambos eran fuertes, la pelea prometía. Rápidamente se hizo un corrillo en medio del local para poder seguir la lucha. Daniel estaba como loco y golpeaba al otro sin dar tregua… , finalmente se impuso a su rival que casi estaba ya fuera de combate. La llegada de las autoridades alertadas por Juárez detuvo la pelea y evitó que Montrail acabara demasiado lastimado. Juárez los denunció por destrozos y los dos terminaron en el calabozo. Dan había dejado el móvil en el coche y no pudo llamar a la casa, tampoco hubiera podido pues se quedaron sus efectos personales al ingresar en la cárcel.-¿Dónde está Toni? Necesito verlo – gritó Daniel mientras era conducid
Mike entró con paso firme en la comisaría, aliviado al comprobar que no había trascendido el incidente. Se interesó por su patrón y le permitieron pasar a verlo. La mala noche pasada y los restos de la golpiza habían dejado huella en el rostro de su amigo. Le preguntó que había sucedido. Lo que menos quería Daniel en ese momento era perder el tiempo en estúpidas explicaciones. Sólo le relató que tuvo una tonta pelea con su vecino en el Menfis, sin mencionarle el motivo. No quiso explicarle nada más. Dan estaba seguro de que Mike sabía más de lo que le contaba, pero como no había sido sincero con él, estaba dolido, ya hablaría más tarde con su “hermano” para aclarar las cosas y preguntarle porque le ocultó la agresión a Débora. No era normal que le mintiera, era la primera vez que no estaba de su parte, ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que discutieron… y eso le dolió mucho…La llegada de Tony a la comisaría aceleró su puesta en libertad. El juez fijó una fianza a
Inmerso en sus cavilaciones no se dio cuenta del paso del tiempo. José interrumpió sus pensamientos para informar que el doctor Hatahle estaba en la casa y pedía verlo. Ordenó que subiera a la habitación, a fin de cuentas, aprovecharía para darse una miradita a sus heridas. Le dolía mucho el pecho, quizá tenía algo roto…, solo eso le faltaba. El doctor entró, resopló al ver su rostro…-Bueno amigo, vaya cara que le han dejado ¿qué le pasó?-Me caí por la escalera – ironizó.-Vaya… creo deberían revisar las escaleras de esta casa, todo el mundo se cae en ellas últim… –No terminó la frase, enseguida se dio cuenta que había hablado más de la cuenta, pero ya era tarde, lo descubrió en los ojos inquisidores de Dan.-Mejor nos dejamos de tonterías, ¿verdad? – Anunció sirviendo dos copas – ¿le apetece? - Y le entregó una al joven. Se sentó en una silla y le indicó al hombre que hiciera lo mismo a su lado.Dasan intentó rehusar la bebida, estaba de guardia y le quedaba trabajo pendiente, p
Afortunadamente Daniel no tenía nada de importancia. Sólo golpes y moratones que desaparecerían con el tiempo. Volvió a quedarse sólo y a oscuras, había corrido las cortinas adrede, la noche en vela le había dejado una terrible jaqueca y prefirió la oscuridad y el silencio. Interiormente sabía que no lograría apartar ese dolor de su cabeza, por muchos analgésicos que tomara y mucho menos de su corazón. Oyó como se abría la puerta de la habitación contigua, prestó atención y escuchó la voz infantil de su hijo y la de Débora, observó a través de la puerta encenderse la luz. Adivinó que acostaba al niño para la siesta. Al cabo de un ratito ella salió, dirigiéndose por el pasillo a su propia habitación. Esperó un tiempo y se encaminó hacía allí. Entró en el cuarto por la puerta interior y la encontró acostada encima de la cama, a su lado la muñeca que le había comprado en Las Vegas. Cuan lejano le parecían esos días, no había tenido un momento de paz desde ese maldito día de septie
Mike empezaba a preocuparse, ahora habían entrado piezas nuevas en la partida: Monna y Doris ¿Qué tenían ellas que ver con Débora? Mike no las conocía en persona, había oido Daniel y también a Débora hablar de esta tal Doris, que al parecer era la encargada del local, pero nada más, por lo que le preguntó que tenian que ver en todo. Daniel estaba seguro de que Monna había engañado a Débora, pero para no desautorizar a su esposa consintió en darle trabajo. También le explicó que había amenazado a Doris para que no volviera a mentir a su esposa…, evidentemente conociendo a la mujer no le haría el más mínimo caso, pero por si acaso ya estaba advertida. -Vaya amigo, yo hubiera actuado peor, confieso que si Eddie hubiera atacado a mi esposa e intentado forzarla lo mato allí mismo…-No te creas, si no llega a intervenir la policía deteniéndome, no sé cómo habría acabado la cosa. Si llega a oídos de mi madre que me dedico a pelear en los bares de mala muerte por una esposa de la que descon
Daniel se quedó un rato apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados observando a Débora. La joven estaba sentada en la cama medio incorporada y leía, o intentaba hacerlo, en voz alta un cuento infantil en inglés. Repetía cada frase un par de veces, no lo hacía del todo mal. Quizá pronto podría mostrarle su bien surtida biblioteca y animarla a que escogiera lo que quisiera en lugar de quitarle los cuentos a su hijo. Su pronunciación había mejorado mucho. Se alegró de sus progresos. Sonrió al recordar su primer encuentro en el Menfis cuando su inglés era prácticamente ininteligible. Aún cometía algún que otro error, pero la mejora era notable.Su revoltoso cabello le caía por los hombros y resaltaba con el blanco de las sábanas. Deliciosa. Sencillamente deliciosa. Una oleada de deseo recorrió todo su cuerpo, sintió ganas de acostarse en la cama con ella, leer juntos ese cuento, enredarse en su cabello… No distinguía si era amor, o solo deseo… Supuso que sólo deseo, el n