Cinco días habían pasado desde su cita con John y el posterior pleito con Gabriel, su semana pasó entre trabajo, salidas a almorzar con su nuevo pretendiente y espiar su exesposo por las cámaras de seguridad de la casa para ver de qué humor estaba. Al parecer ese día estaba de muy buen humor por lo que salió de su casa en la noche, atravesó la calle y tocó la puerta de la casa de Gabriel y esperó. Unos segundos después él abrió la puerta, por el brillo de sudor de su rostro y cuerpo lo pillo haciendo ejercicios.―¿Aún sigues de mal humor? ―preguntó Aisha a quemarropa.―No, ¿y tú?―No, creo que podemos hablar de algunas cosas. ¿Puedo pasar?―Sí, claro, ¿Me esperas un momento mientras me ducho? ―respondió él quitándose la camiseta para limpiarse el sudor de la cara.«¡Demonios! Sigue estando tan bueno como antes» pensó Aisha mirándole los abdominales sudorosos y el trasero envuelto en el pantaloncillo de deportes.―No hay problema, los bebés están durmiendo, puedo esperar.―En el refrig
Gabriel vio como la cara de Aisha cambió al darse cuenta de que todo había sido un engaño para hacerla quedar como mala madre ante John, pasó de la preocupación a la rabia en un segundo. ―¡Tú! Rata asquerosa ¿Cómo pudiste hacerme esto? ―gritó Aisha haciendo llorar a Alessandro que estaba en sus brazos. ―No grites que asustas a los bebés ―respondió Gabriel con calma. Rafaello en los brazos de Isaura hizo un puchero por el llanto de su hermano, en los brazos de su padre Gabriela frunció el ceño. ―¡Maldito mentiroso! Me extrañó tanta amabilidad, lo que querías era quedarte con los bebés para poder traerlos aquí. ―No, maldigas delante de los niños. Además, sabes que soy feliz con mis bebés. Aisha quería hacer un berrinche de la rabia. ―Vamos a subir, alquile una suite y después de que los niños se duerman hablaremos como personas civilizadas ―respondió Gabriel empujando el coche y metiéndolo en el ascensor. Isaura lo siguió con Rafaello en brazos. Aisha lo miró atónita. «En serio
Gabriel caminaba de un lado a otro de la habitación del hotel, los tres bebés lloraban a todo pulmón. En su afán de salir de Harris no previó que los niños se extrañarían su casa y su cama. Isaura lo miraba con desesperación mientras caminaba por la suite tratando de calmar a Gabriela que lloraba. Por su parte, Gabriel, cargada a los Rafaello y Alessandro que también lloraban.―Muy bien, mis bebés, es hora de ir a la cama ―dijo Gabriel haciéndole señas a Isaura.Los tres niños dejaron de gritar para mirar a su padre, aunque los sollozos continuaban.Se metió en la habitación y se acostó en la cama, que había pegado a la pared, con los tres niños que torpemente treparon por encima de él buscando acomodo.―Trae los biberones, Isaura.La chica regresó con la leche tibia para los niños y se los dio a los bebés. Ya estaban los suficientemente grandes para sostener los biberones por sí mismos.―Pásame el cuento que trajimos y vete a dormir ―señaló Gabriel.―Sí, señor Gabriel ―respondió la c
―Pasa, Thor ―dijo Paloma quitándole a Alessandro de los brazos y entrando a la casa.Gabriel la siguió con Gabriela en brazos, Isaura traía a Rafaello.―¿Cómo es su nivel de rabia? ―preguntó él con precaución.―Sobrevivirás, pero no saldrás ileso.Gabriel puso a la beba, en su alfombra especial para que gateara e Isaura hizo lo mismo con el bebé que llevaba en brazos.―¿Le podrías avisar que llegamos? Es preferible que me reporte de una vez y hable con ella ―dijo con resignación.―No te lo recomiendo en este momento, mejor vete a tu casa, que cuando a ella se le quiten las ganas de matarte irá a buscarte.―Está bien, los bebés ya comieron y los bañamos.―Gracias, se lo diré a Aisha.Gabriel se marchó a su casa, pasó la tarde sintiéndose inquieto espiando la casa del frente. Sabía que Aisha lo estaba dejando cocinarse en su propio jugo.En la noche estaba que se trepaba por las paredes, se dio una ducha y cuando estaba saliendo del baño su puerta sonó. Con la toalla envuelta en la cint
―Hola, Cap ―dijo Paloma cuando Charles abrió la puerta de la casa. ―Hola, Paloma, ¿qué haces aquí? ―preguntó el hombre con su sinceridad característica.―Vengo a contarte un secreto. ¿Puedo pasar? ―preguntó nerviosa.―Sí, por supuesto, entra. ¿Qué secreto me vas a contar?―Regresamos a Londres, Aisha renunció a su trabajo y quiere volver a casa.―¡Oh, no! ¿Te irás? ―preguntó él mirándola con angustia.―No quiero irme, Cap, Aisha me dijo que me podía quedar en la casa mientras la vende, pero tampoco quiero quedarme sola en este país.―Quédate, no te quedarías sola, yo estoy aquí y me gustaría mucho que te quedaras. ―Sí, pero viene Navidad y de seguro tú te irás a ver a tu familia.―Puedes ir conmigo, mi familia es agradable, te llevaré como mi novia. ¿Quieres ser mi novia? ―preguntó Cap con su misma cara inexpresiva de siempre.―Sí, quiero, pero la pregunta más importante es si tú quieres ser mi novio.―Sí, sí quiero, pero pensé que tu no querrías por mi condición de asperger, en rea
Aisha miró a sus tres bebés dormir pegaditos unos con los otros en una de las camas del avión de su abuelo y suspiró. Fuera del dormitorio su abuelo y su madre la esperaban, su abuelo estaba furioso con ella. ―¿Dónde está Lombardi? ―había preguntado con el ceño fruncido. ―Él no vendrá ―respondió ella con un encogimiento de hombros. ―¿Por qué? ―preguntó con sospecha ―Pensé que se estaban llevando bien y sé que él solo se mudó a California para ir detrás de ustedes, así que supongo que no tiene ningún interés en quedarse aquí, al menos que... ¿Tiene otra mujer? ―No, no tiene otra mujer, solo que no le dije que nos íbamos... él... ―¿No le dijiste que volvías a casa? ―preguntó incrédulo ―¿Por qué? ―Porque se lo merece por lo que me hizo ―contestó ella cruzándose de brazos. ―¿Qué diablo te hizo? ―Estaba a punto de comprometerme con John Harris y él lo arruinó. ―Pues yo también lo hubiese arruinado, Aisha, me parecer que has cometido una injusticia y te has comportado como una niña
Aisha se levantó de la silla y lo miró con incredulidad.―¿Qué? ¿Te has vuelto loco, Thor? ¿Crees que me volvería a casar contigo?―Considero que es lo mejor para todos, Aisha, tú deseas un esposo, de hecho, estabas dispuesta a casarte con Harris si te lo proponía.―Sí, pero no es que ande desesperada por casarme de nuevo, me gustaba Harris.―Y sé que yo también te gusto, o por lo menos eso me indicaron tus gritos de placer la noche en que me dejaste con las bolas azules.―Eso es muy grosero de tu parte, Thor ―replicó Aisha con indignación.―Solo digo que soy más que capaz de complacerte en la cama. Y te prometo que me esforzaré también por complacerte fuera de ella.Aisha le giró los ojos dándolo por imposible.―Mis bebés nos necesitan a ambos, Aisha, juntos podremos criarlos mejor y que sean más felices y yo quiero casarme contigo y formar la familia que debimos ser desde un principio.―Aun así, creo que es una locura.―No, no lo es, ayer hablé con Brahman y estuvo de acuerdo en que
Dos horas y treinta minutos después, Aisha salió de su casa con su cabello recién lavado y secado al natural con premura, un vestido largo, de color crema que tenía mucho tiempo guardado en su armario y que se había puesto para una fiesta de la compañía un par de años atrás y un ligero maquillaje. Al bajar se dio cuenta de que una organizadora de bodas corría con sus ayudantes poniendo flores y preparando el comedor para una comida. Había hasta un pastel de bodas de tamaño pequeño. Un servicio de suministro de alimentos acababa de llegar y estaba descargando comida. Gabriel seguía con el mismo traje con el que se presentó, a su alrededor las tres doncellas de la casa se encontraban listas para salir con los tres bebés en sus mejores galas. Su abuelo lucía un traje similar al de Gabriel y un sencillo ramo de novia le esperaba junto a un nuevo anillo de compromiso y las dos alianzas de boda. ―Los anillos son nuevos, no quise usar los anteriores, tenemos ante nosotros un nuevo comienzo.