Dos meses después Gabriel miró por la ventana del salón de su nueva casa en Cupertino, California, espiaba la casa del frente donde vivía Aisha con sus hijos. Le costó menos de un mes localizarla y casi el mismo tiempo convencer a los vecinos de su exesposa de que le vendieran su casa. Tuvo que pagar el doble de su valor, pero había valido cada centavo, desde la ventana de su nueva habitación podía ver a sus hijos. Se sentía un acosador por estar husmeando la casa de Aisha, pero eso cambiaría al día siguiente cuando se presentara a su puerta.Sus bebés ya tenían seis meses y él se había perdido todo ese tiempo por culpa de la maldita patóloga. O era lo que él pensaba porque aún se negaba a aceptar que la culpa fuese suya.Vio la puerta del vecino de Aisha abrirse y un hombre bien vestido salir de la casa, llevaba en la mano una botella de vino y unas flores en la mano. Su rostro no mostraba expresión alguna, lo que le originó una leve molestia a Gabriel, por lo que se lo quedó mirand
―¡Tú! ―gritó Aisha conmocionada ―¿Qué demonios haces aquí y como me encontraste? ―Vine a pedirte perdón por comportarme como un idiota y pedirte, por favor, que me dejes ver a los bebes. Aisha le cerró la puerta en la cara. Gabriel volvió a tocar el timbre. Nada. Comenzó a tocar el timbre con intervalos regulares de treinta segundos. Aisha volvió a abrir la puerta. ―Si no te marchas llamaré a la policía. ―¿Y que le dirás? Que soy el padre de tus hijos y que vine a verlos ―Según sus documentos, no lo eres, le quitaste el apellido. ―El error más estúpido que he cometido. ―Lo fue, Gabriel, aunque el dejarme sola todo el embarazo va compitiendo por el primer lugar de las estupideces que has hecho. ―¿No puedo pasar para que hablemos como personas civilizadas? ―No, no te quiero ni cerca de mi casa, mucho menos dentro. ―Por favor, solo quiero ver un ratito a los niños. ―¡No! Se escuchó un llanto de bebé, era Rafaello, de seguro Charles lo puso en la silla y no le gustó, a los
―¿Qué? ―gritó Aisha echando humo por las orejas ―¿Cómo es eso de que vives en la casa del frente?―La compré la semana pasada y me mudé anoche. Quiero estar cerca de mis hijos, te aseguro que no te molestaré, es más puedo serte útil como hoy.―Eres como un grano en el culo, Thor, no quiero que te acerques a mí, ahora solo lárgate, no quiero volver a verte.―Hasta mañana, Aisha ―dijo Gabriel con tranquilidad antes de cerrar la puerta.Aisha le lanzó un zapato que impactó en la puerta.De inmediato tomó el teléfono y llamó a Indira.―Mamá. ¿Le dijiste a Gabriel donde estaba?―Claro que no hija, pero el informe médico que entregamos al tribunal tenía el nombre del hospital donde atienden a los bebés, era mucho más fácil localizarte por allí. ¿Apareció en tu puerta?―No solo eso, compró la casa que está frente a la mía y se mudó allí, dice que solo quiere estar cerca de sus hijos. ¿Y su negocio?―Me extrañó ver que Ángelo hubiera dejado a un lado su retiro y vuelto a trabajar, ahora ya sé
Al día siguiente, muy temprano en la mañana, Gabriel procedió a sacar sus botes de basura porque era el día en que pasaba el camión a recogerla. Miró hacia la casa de Aisha y vio que ella ya había sacado sus botes, probablemente la noche anterior porque el de desechos orgánicos estaba volcado, con la basura regada por el jardín. «Es probable que un mapache lo haya tirado en busca de comida» pensó. Entró a su casa, buscó una bolsa, se la metió en el bolsillo para ponerse los guantes de trabajo, sería un buen vecino y la ayudaría recogiendo el desastre que los animales hicieron en su jardín.Mientras recogía la basura agradeció que los mapaches no hubiesen roto la bolsa de los pañales sucios de los bebés porque conocía la potencia de esa bomba de olor.Aisha escuchó un sonido fuera de la casa, con uno de los bebés en brazos se asomó a la ventana de la habitación de los niños y vio a Gabriel caminando por su jardín.―¿Qué demonios está haciendo ahora? ―se preguntó.Desde ese lado de la c
Tres meses después.Aisha miraba las cámaras de seguridad de su casa, otra vez estaba espiando a Thor jugar con sus hijos mientras ella estaba trabajando. «Soy una tonta que no puede ni cumplir sus propias promesas, pero ¿cómo les quito a mis hijos la oportunidad de estar con su padre solo por mi resentimiento? Seguiré haciéndome la que no sé nada». Ya los bebés se sentaban solo y Alessandro estaba intentando gatear. Gabriel les había llevado una alfombra especial para que no golpearan si se caían, y pasaban horas jugando con ellos y atendiéndoles.Después de la noche que se tuvieron que quedar a trabajar hasta tarde pensó en contratar a otra niñera porque tres bebés eran mucho para una sola persona, pero ¿para qué? Si Gabriel siempre estaba disponible y Rose acudía a él cada vez que no podía sola. Chavelita y Rose jugaban a no decirle nada, pero Paloma y ella estaban al tanto de que su exmarido pasaba todo el día con sus hijos. Ya hasta llevaba la compra de supermercado y su asistent
Aisha salió de la casa y se plantó frente a John, el hombre levantó una ceja por lo apresurado de su salida, sin embargo, no dijo nada, le ofreció su brazo y se encaminaron hacia el Rolls-Royce Ghost negro que estaba estacionado frente a la casa de Aisha. Le abrió la puerta y después de dejarla dentro del coche se dirigió al asiento del conductor, antes de subir miró hacia la casa y vio a Gabriel parado en el porche con los brazos cruzados sobre su pecho y una mirada asesina. ―¿Tendrás problemas al llegar? ―pregunto John a Aisha mirando a Gabriel desde dentro del coche.―No, Gabriel es mi exesposo, se quedó de niñera mientras yo salía contigo.―Entonces mantienes una buena relación con él.―No, nos hablamos prácticamente, pero es un buen papá y sé que con él mis hijos están bien atendidos.―Eres una buena mamá por anteponer el beneficio de tus hijos primero que tus sentimientos, en ese aspecto te pareces a mi esposa. Desde que Brenda nació, su madre la puso siempre por encima de cual
Cinco días habían pasado desde su cita con John y el posterior pleito con Gabriel, su semana pasó entre trabajo, salidas a almorzar con su nuevo pretendiente y espiar su exesposo por las cámaras de seguridad de la casa para ver de qué humor estaba. Al parecer ese día estaba de muy buen humor por lo que salió de su casa en la noche, atravesó la calle y tocó la puerta de la casa de Gabriel y esperó. Unos segundos después él abrió la puerta, por el brillo de sudor de su rostro y cuerpo lo pillo haciendo ejercicios.―¿Aún sigues de mal humor? ―preguntó Aisha a quemarropa.―No, ¿y tú?―No, creo que podemos hablar de algunas cosas. ¿Puedo pasar?―Sí, claro, ¿Me esperas un momento mientras me ducho? ―respondió él quitándose la camiseta para limpiarse el sudor de la cara.«¡Demonios! Sigue estando tan bueno como antes» pensó Aisha mirándole los abdominales sudorosos y el trasero envuelto en el pantaloncillo de deportes.―No hay problema, los bebés están durmiendo, puedo esperar.―En el refrig
Gabriel vio como la cara de Aisha cambió al darse cuenta de que todo había sido un engaño para hacerla quedar como mala madre ante John, pasó de la preocupación a la rabia en un segundo. ―¡Tú! Rata asquerosa ¿Cómo pudiste hacerme esto? ―gritó Aisha haciendo llorar a Alessandro que estaba en sus brazos. ―No grites que asustas a los bebés ―respondió Gabriel con calma. Rafaello en los brazos de Isaura hizo un puchero por el llanto de su hermano, en los brazos de su padre Gabriela frunció el ceño. ―¡Maldito mentiroso! Me extrañó tanta amabilidad, lo que querías era quedarte con los bebés para poder traerlos aquí. ―No, maldigas delante de los niños. Además, sabes que soy feliz con mis bebés. Aisha quería hacer un berrinche de la rabia. ―Vamos a subir, alquile una suite y después de que los niños se duerman hablaremos como personas civilizadas ―respondió Gabriel empujando el coche y metiéndolo en el ascensor. Isaura lo siguió con Rafaello en brazos. Aisha lo miró atónita. «En serio