Inicio / Romance / Un nuevo comienzo / Capítulo 1: La Isla
Un nuevo comienzo
Un nuevo comienzo
Por: Josefina M
Capítulo 1: La Isla

Alya Stevens miraba a través de la ventana del coche, con la vista borrosa por las gotas de lluvia que resbalaban por el cristal. Se sentía nerviosa e insegura sobre lo que le esperaba en esa nueva isla. Se había mudado junto con su madre Rosalinda y su padrastro Bruno ya que le habían ofrecido a su padrastro una muy buena oferta laboral en una isla que estaba en su auge de expansión económica.

Aunque era primavera, el cielo estaba gris y las nubes densas por lo que daban una sensación de melancolía. Alya, de 20 años, solía ser bastante introvertida en cuanto a expresarse sobre su vida con las personas, pero a menudo aparentaba ser extrovertida para no ser dejada de lado, siempre había una barrera emocional entre ella y los demás. Le encantaban la naturaleza y los animales.. La relación con su madre era distante, Rosalinda no la había querido desde que su padre biológico, Ector, murió dejando a su madre y a Alya en la quiebra. Desde entonces, Rosalinda, quien nunca había trabajado, busco un nuevo marido para poder volver a tener el status que ella creía merecer. Un año después se casó con Bruno, su nuevo padrastro, y a pesar de que él la quería, nunca pudieron formar una verdadera conexión.

“¿Cómo estás, Alya?” preguntó Bruno, con una sonrisa tranquila mientras miraba por el espejo retrovisor. Habían tenido que tomar un avión desde Nueva

York hasta Tailandia y de allí un barco para llegar hasta la Ko Lapi donde los esperaban con un auto que le proporcionaba el trabajo de Bruno.

Alya suspiró y asintió. “Bien, solo… nerviosa.”

Bruno se acercó a ella y le dio una palmadita en el hombro. “Es normal, todos nos sentimos así cuando estamos a punto de empezar algo nuevo.”

La isla pequeña llamada Ko Lipe, rodeada de aguas cristalinas y naturaleza salvaje, les esperaba al final del trayecto. Alya la había visto solo en fotos y se veía impresionante, pero ahora que estaba a punto de conocerla en persona, sentía un nudo en el estómago. La familia Johnson era la razón principal por la cual se mudaban allí. Ellos habían comprado la isla hacía 5 años y la estaban expandiendo con nuevas empresas y oportunidades laborales tanto para los nativos como para nuevos residentes, y Bruno había conseguido un puesto de trabajo de director ejecutivo en una de ellas.

Finalmente llegaron a la casa, una construcción moderna y espaciosa situada en una colina con vistas al mar. La casa estaba rodeada de jardines bien cuidados y árboles frutales. “Aquí estamos,” dijo Rosalinda, bajando del coche con la llave en la mano.

Alya bajó lentamente, tomando su maleta con una mano y sujetando a su inseparable gato, Thor, con la otra. Thor maulló en señal de que estaba nervioso también. “¿Qué te parece?” preguntó Rosalinda mientras abría la puerta principal y la miraba con desdén.

“Es… muy grande,” dijo Alya, mirando a su alrededor. El interior era luminoso y acogedor, con muebles modernos y una cocina completamente equipada. “¿Todo esto es nuestro?” preguntó, sorprendida.

“Sí, Alya. Todo esto es para nosotros” respondió Rosalinda, sin dejar de sonreír.

Alya asintió y llevó a Thor a su nueva habitación. Era una habitación grande, con una cama doble, un escritorio y una ventana con vistas al jardín. Thor saltó sobre la cama y se acomodó, mirando a su alrededor con curiosidad.

“Bueno, ¿te gusta tu nuevo cuarto?” preguntó Bruno desde la puerta.

“Sí, es… está bien,” respondió Alya, sin mucho entusiasmo. Sabía que Rosalinda esperaba que se emocionara, pero era difícil para ella cuando todo lo que veía era un recordatorio de lo que había perdido.

Rosalinda entró en la habitación y abrió las cortinas de la ventana con brusquedad. “Vas a amar vivir aquí, Alya. Deberías ser más agradecida, todo esto lo consiguió Bruno para nosotras. La isla es maravillosa y estaremos rodeadas de lujos.”

Alya sonrió débilmente. “Sabes que los lujos no me importan mamá. Pero si estoy muy agradecida con Bruno.”

Bruno les dejó solas para que Alya se instalara, y Rosalinda se quedó en la puerta, observándola con una mirada pensante. “No me dejes en vergüenza aquí Alya. Esta es mi nueva oportunidad y no quiero que lo estropees ¿Entendido?”

Alya miró a su madre y sacudió la cabeza. “Claro, mamá.”

Rosalinda asintió y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Alya se dejó caer en la cama y cerró los ojos. La isla podría ser el lugar perfecto para empezar de nuevo, pero aún sentía que algo faltaba.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP