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Capítulo 4: Bastian

La playa seguía vibrando con la energía de la fiesta de cumpleaños de Dylan. La hoguera lanzaba destellos cálidos que se reflejaban en los rostros de los invitados, mientras el sonido de la música se mezclaba con las risas y las olas. Alya estaba sentada cerca del fuego, junto a Violeta, mientras Dylan contaba una anécdota que hacía reír a todos.

Sin embargo, ella no podía evitar sentirse observada. Cada vez que alzaba la vista, encontraba los ojos de Bastian fijos en ella desde el otro lado de la hoguera. Había algo en su mirada que la descolocaba: no era el interés superficial que había visto tantas veces en otras personas, sino una curiosidad más profunda.

“Parece que alguien no puede dejar de mirarte,” susurró Violeta en tono burlón, dándole un codazo.

“Déjalo,” respondió Alya, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban. “Probablemente solo está siendo educado.”

“Claro,” dijo Violeta, alargando la palabra. “Si ‘educado’ significa que te observa como si fueras la única persona en esta playa.”

Cuando Violeta se levantó para unirse a un grupo que bailaba, Alya decidió alejarse un poco de la multitud. Caminó hacia la orilla, disfrutando del sonido tranquilo del agua. La brisa fresca la ayudó a despejar su mente, pero no por mucho tiempo.

“¿Buscando un respiro?”

La voz de Bastian la sorprendió. Se giró para verlo, acercándose con las manos en los bolsillos y una expresión relajada.

“Algo así,” respondió ella. “A veces necesito alejarme del ruido.”

“Lo entiendo,” dijo él, deteniéndose a un par de pasos de distancia. “A veces las multitudes pueden ser demasiado.”

Hubo un momento de silencio entre ellos, pero esta vez Alya sintió que no era incómodo. Bastian parecía estar eligiendo sus palabras con cuidado, lo que la hizo sentir que lo que iba a decir era importante.

“Quería agradecerte por venir,” dijo finalmente.

“¿Agradecerme? Es el cumpleaños de Dylan, no el tuyo.”

“Sí, pero sé lo importante que eres para él. Desde que llegaste, me ha hablado mucho de ti. Dice que has sido un cambio positivo en su vida.”

Alya se quedó en silencio por un momento, sorprendida por sus palabras.

“Dylan es especial,” admitió. “Creo que nunca había conocido a alguien tan... auténtico.”

“Es un don que tiene,” dijo Bastian con una leve sonrisa. Luego la miró con seriedad. “¿Y tú? ¿Cómo te sientes aquí, en Ko Lipe?”

Alya dudó antes de responder. Había algo en su tono que la hacía querer confiar en él, pero las barreras que había construido a lo largo de los años eran difíciles de derribar.

“Es... complicado,” dijo finalmente.

Bastian no la presionó, lo cual agradeció. En cambio, tomó una pequeña rama del suelo y comenzó a dibujar círculos en la arena, como si le estuviera dando espacio para decidir si quería continuar.

“Mi madre no es una persona fácil,” dijo al fin, sorprendiendo incluso a sí misma por haberlo mencionado.

Bastian alzó la vista, dándole toda su atención.

“No es que quiera hablar mal de ella, pero... siempre me ha hecho sentir como si yo fuera un problema en su vida. Como si no encajara.”

“Debe ser difícil,” dijo él, con voz suave.

“Lo es,” admitió Alya. “Pero Dylan y los demás han sido un buen escape. Me hacen sentir que pertenezco a algo, aunque sea solo por un rato.”

Bastian asintió, comprendiendo más de lo que decía. Sabía lo que era sentir que no encajabas, a pesar de las apariencias.

“Mi familia siempre ha sido muy unida,” dijo, cambiando de tema ligeramente. “Pero, a veces, siento que la gente me ve solo como el heredero de los Johnson. Como si no tuviera más que ofrecer que mi apellido o mi cuenta bancaria.”

Alya lo miró sorprendida. No esperaba que alguien como él pudiera sentirse así.

“Eso debe ser agotador,” dijo finalmente.

“Lo es,” admitió. “Por eso intento rodearme de personas auténticas. Personas como tú.”

Alya sintió que sus defensas comenzaban a tambalearse. Había algo en la sinceridad de sus palabras que la tocaba profundamente.

Mientras la conversación continuaba, ambos se dieron cuenta de que había una conexión que no podían ignorar. Compartieron más sobre sus vidas, sus miedos y sus sueños. Alya habló de cómo la pérdida de su padre biológico había cambiado su vida, mientras que Bastian compartió cómo, a pesar de tener una familia amorosa, a menudo sentía la presión de ser perfecto.

Por primera vez en mucho tiempo, Alya sintió que alguien realmente la escuchaba, no solo con los oídos, sino con el corazón.

Cuando regresaron al grupo, la fiesta estaba comenzando a calmarse. Dylan los vio llegar juntos y sonrió, satisfecho de ver a su hermano mayor conectando con alguien que claramente era especial.

La fiesta terminó con una lluvia de deseos para Dylan y la promesa de más días llenos de surf y diversión. Alya se despidió del grupo y comenzó a caminar de regreso a casa.En el camino no podía dejar de pensar en Bastian. Había algo en él que despertaba en ella una chispa de esperanza, una que no había sentido en mucho tiempo.

Quizás, pensó, esta isla realmente sería el comienzo de algo nuevo.

Bastian, por su parte, la observó mientras se alejaba, convencido de que Alya no era como las demás personas que había conocido. Cada vez que había querido acercarse a alguien o se le acercaban a él terminaba siendo por puro interés. Solo tenía dos amigos en quienes confiaba realmente. Los conocía desde la infancia ya que eran hijos de parejas amigas de sus padres. Lamentablemente ellos vivían en Londres, la ciudad donde él nació, y no podía verlos tan seguido como quería ya que todos tenían sus propios trabajos.

Alya se veía realmente como aire fresco dentro de tanta falsedad. Y, aunque sabía que ganarse su confianza sería un desafío, estaba dispuesto a intentarlo.

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