Gabo se aproximó a ellos, y se sentó junto a Paula María. —¿Y quiénes se van a casar? —cuestionó—, no me digas que Norita ya te abandonó y tienes otra candidata —bromeó, divertido. Angelito separó los labios en una gran O.—Norita no me ha dejado —expresó—, me dicen el inolvidable —manifestó—, eso dice mi abuela. —Carcajeó—, acuérdate que yo quiero a Norita —aclaró—, para que no me abandone tenemos que volver a la casa —indicó.—No podemos hacerlo aún —expresó Gabo y luego dirigió su mirada hacia la pantalla agitó su mano para saludar a sus amigos—, me alegra verte —le dijo a Sam—. Óscar estaba a punto de enloquecer —confesó inhalando profundo. —Me da gusto verlos juntos otra vez —respondió Sam—, con respecto a Óscar, dice que hay muchas que babean por él. —Encogió sus hombros—, de seguro me conseguía reemplazo —bromeó. —Sabes que Gabo es mi mejor amigo —refirió—, no había día que no me diera ánimo —comentó—, muchas gracias por estar pendiente de nosotros —expresó con sinceridad—.
Manizales - Colombia. Meses después. Samantha caminaba por el parque en el cual solía jugar con sus padres y hermano cuando era niña. Empujaba con paciencia el coche en el que reposaba su bebé, mientras Óscar jugaba en los columpios con Norita. La mirada de la joven se iluminó y esbozó una amplia sonrisa al mirar a aquel apuesto joven que la esperaba sentado en una banca. —¿Esperaste mucho tiempo? —cuestionó observándolo con ternura. El joven se puso de pie y la miró a los ojos. —Siempre haces lo mismo, eres la reina de la impuntualidad —bromeó, y se acercó para abrazarla. Sam abrió sus brazos y estrechó con fuerza a su hermano, permanecieron unidos por varios minutos. —Me alegra saber que te encuentras mejor, y que estás superando aquel vicio —expresó Sam con la voz entrecortada. Samuel inhaló profundo. —Y a mí me da gusto verte con vida —expuso con sinceridad—, durante un buen tiempo pensé que mi papá solo veía por tus ojos —empezó a decir mientras invitaba a su he
Angelito ladeó su rostro y sonrió con cariño al verlo llevar al bebé entre sus brazos. —Claro que es necesario —respondió—, nosotros estamos casados y encima de todo nos tienen viviendo lejos —indicó—, relájate tío, esto pasa entre los que se quieren —mencionó con seguridad. Norita escuchó unos susurros en su oído, sonrió y asintió. —Dice la abuela, que como mi mamá te da el tesorito, y con eso te tiene contento, no te hacen falta tantos besos —repitió lo que doña Ofe le dijo. —¿Cuándo nos vas a decir en dónde lo encontramos? —cuestionó mirando a su padre con atención. Óscar rodó los ojos. —Me imagino que tú tenías el tesorito bien resguardado, abuela, y por eso debes cuidar bien de los niños —aconsejó—, mejor hablemos de otras cosas ¿Cómo estás chiquitín? — se inclinó para mostrarle a su pequeño. —Estoy bien, tío. —Lo abrazó y miró al bebé—, pero la abuela dice que es más divertido encontrar el tesorito, en lugar de resguardarlo, que debemos llevar gorritos para que sea más di
La familia Vidal Beltrán llegó hasta la Momposina, ahí fueron recibidos por sus tíos Joaquín y María Paz, quiénes los condujeron a la casa de huéspedes y les mostraron sus habitaciones. —Esta tiene mucha ventilación, solo debes cuidar de los mosquitos a los bebés —sugirió Paz a Lolita y miró a sus sobrinos con ternura—, me recuerdan a mis hijos cuando tenían esa edad —expresó con nostalgia. —Entonces ten más hijos, tía —bromeó Alex. Paz carcajeó. —Tendría que buscar con quién, porque mi Duque quedó imposibilitado. —Se mofó de su esposo. —Pero funciono de maravilla —expuso orgulloso. —Tío —reprochó Alex. Todos carcajearon y los dejaron para que se instalaran y descansaran, puesto que más tarde tenían una reunión en casa de Gabo y Pau. ****En el apartamento de Samantha ella finalizaba de darle el biberón al bebé, mientras Norita se alistaba y Óscar hacía lo mismo. —No olvides llevar pañales y la fórmula de Oscarito —sugirió a su esposo—, y una muda de ropa para Valentina, ya l
Sam presionó los labios al escucharla, y bufó, prefirió ya no hacer más comentarios con respecto a la pelea. —Hace años que no bailo cumbia —comentó y empezó a buscar la música que solicitó. —¿A dónde puedo llevar a mis bebés? —cuestionó Lolita—, es que cuando se despiertan, no paran de llorar. —Sonrió. —En el cuarto de tele —refirió—, está acondicionado para estar cómodos —mencionó y la guio—, cualquier cosa que necesites avísanos —refirió. —Gracias —dijo Lolita y tomó el portabebés con sus niños. —Yo también voy a dejar a mi muñeco allá —avisó Sam y fue junto a Lolita, a dejar a los pequeños en la habitación. Mientras sus amigas se dirigían a dejar a los bebés, Pau solicitó a Óscar que sirviera los tragos, mientras Gabo comenzaba a asar los cortes de carne, con ayuda de Alex. «Así te quiero yo by Daniel Gómez» empezó a sonar. En ese instante Samantha y Lolita regresaron a la sala. —Así te quiero yo con el más puro amor, con el más puro amor, así te quiero yo —entonó
Samantha soltó una risotada, y trató de enfocar su azulada mirada en su esposo, frunció el ceño. —¿Por qué cargas una niña igualita a mí? —cuestionó parpadeando. Óscar carcajeó sin parar. —Ojalá te pudiera grabar —refirió—, es tu hija —contestó. Sam se llevó las manos al rostro y recordó a sus hijos. —¿Y Oscarito? —cuestionó asustada—. Lo trajimos ¿verdad? —Está en la habitación dormido —indicó—, voy a traerles agua —mencionó—, solo llevo a acostar a Norita. Enseguida los tres se alejaron de la sala con los niños en brazos y notaron a sus esposas y Lupita las cuatro abrazadas y con el micrófono en mano. —Vente acá María Guadalupe del Perpetuo Socorro —ordenó Samantha—, le vamos a dedicar esta canción al traicionero de tu Agapito —arrastró las palabras. Enseguida la pista de «¿Por qué me haces llorar? by Lucía Méndez» empezó a sonar. —¿Para qué me haces llorar? ¿Qué no ves cómo te quiero? ¿Y para qué me haces sufrir? ¿Qué no ves que más no puedo? —empezó Lolita cantando
Carlos Gabriel dibujó una mueca en sus labios. —Qué gracioso, pero ahora voy a ver cómo atiendes al bebé y cocinas a la vez. —Cruzó sus brazos. —Las mujeres de mi país, se colocan a los niños en sus rebozos y siguen con sus actividades —refirió con orgullo—, eso hago con mi chilpayate y continuo con mis actividades, lo único que me falta es amamantarlo. —Carcajeó. —No es cierto, patrón —intervino Lupita—, si se la pasa encerrado con la señora Samantha, haciendo ruidos extraños en la habitación, cuando Norita va a la escuela —declaró recargándose en una pared. —Yo no soy el que tiene seis chamacos —expresó ladeando los labios—, no te proyectes, soy un padre responsable —indicó—, ya deberías irte a acostar que te ves fatal —indicó. Lupita soltó una risotada. —Pero mi Agapito y yo somos silenciosos, no queremos que todo el mundo nos escuche como a ustedes —mencionó divertida—. Si hasta los vecinos se quejan —bromeó. —Porque quieren —manifestó riendo—, el país es libre —dijo, y
Samantha en la habitación parpadeó un par de veces, y luego recordó a sus hijos, entonces se sentó de golpe y frunció los labios tocándose la cabeza.—AUH —Se quejó y sintió que la alcoba giraba con ella, cerró los ojos con fuerza—, no volveré a beber —susurró. Esperó un par de segundos y luego como pudo encontró su móvil y observó la hora. Entonces tal y como estaba, con la ropa del día anterior, la blusa mal abrochada, el cabello enmarañado y el rímel corrido salió de la habitación, y agarrándose de las paredes logró llegar al pasillo. —¿Mis niños? —cuestionó desde arriba. Óscar ladeó sus labios.—Baja para que averigües —mencionó—, desde anoche no sabes nada de ellos —respondió.—No puedo bajar —expuso—, las escaleras se mueven —comentó presionando los párpados. Óscar carcajeó y se puso de pie, le entregó a Oscarito a Gabo.—Te lo encargo, voy por mi mujer —explicó y subió las escaleras. — ¿Necesitas ayuda? —indagó.—Por favor —aseveró—, pero antes llévame al baño urgente —soli