Mi pesadilla se había vuelto realidad y yo simplemente me convertí en una mujer simple de esta sociedad. Mis sueños se habían acabado y muerto junto con mi vida. La verdad es que lo había arruinado. Mira que obligar a un rico a pedir perdón. Pero, siendo honesta, se lo merecía.
Por más rico que fuera, debía ser educado. Sin embargo, eso me había costado mi trato con los Jones, con ese Jones. Estaba acabada, mi vida estaba acabada.
—¿Sofi? — La voz de Ana hizo que levantará la vista de mi escritorio.
—¿Sucede algo?
—Bueno, parece que la fotocopiadora por fin dio su último respiro. — Fruncí los labios sintiéndome preocupada. Esto era una pesadilla. No teníamos suficiente dinero como para darnos este tipo de gastos, pero eran necesarios.
—Yo lo arreglaré.
—Bien. — Salió y cerró la puerta. Intenté pensar en cómo arreglar mi situación. Había metido la pata hasta al fondo luego de haber insultado a Austin en aquella fiesta. Jamás creí que sería de esa forma.
Aún así, debía hablar con él, disculparme y pedirle que fuéramos profesionales para que me brindara una oportunidad. Era una cuestión casi imposible, pero de todas formas debía intentarlo.
—Hola Gretel.
—¿Cómo te va Sofi?
—Más o menos.
—¿No lograste hablar con Austin?
—No. — La risa suave de mi amiga hizo que también me riera un poco de mi precaria situación.
—¿Necesitas otra chance?
—Si no es molestia.
—Claro. Mira, él se reunirá con posibles publicistas para la empresa en esta tarde en el hotel Messick.
—Eres un sol Gretel, te debo una enorme.
—Claro, cuando seas rica regalame un IPad.
—Trato hecho. — Luego de compartir otro par de palabras, colgué. Tomé de nuevo la propuesta que no pudo presentar junto con el catálogo. Retoqué un poco de mi maquillaje y alisté todo para poder reunirme con Austin Jones. Solo rezaba porque las cosas salieran bien y que al menos ese hombre no fuera alguien resentido.
Tome mis cosas y le avisé a Ana que volvería por la tarde. Con ello salí corriendo hacia la calle para tomar un taxi que me llevara a aquel hotel.
Una hora más tarde, me encontraba en el vestíbulo. Austin, seguramente estaría en el restaurante del lugar. Había escuchado que aquel sitio servía muy buenos almuerzos estilo italiano.
Me acerqué a la mesera para pedirle un lugar. Por suerte logré ubicarme a una distancia prudente de donde Austin se encontraba. Divisé al hombre. Parecía serio y no muy contento con la mujer que tenía al frente. Sus ojos verdes destacaban entre sus espesas cejas. Movía el índice de su mano sobre la mesa con impaciencia. La rubia frente a él hizo a un lado su cabello y se escuchaba su carcajada resonar en todo el lugar.
Austin parecía en aprietos. No lo pensé mucho y me acerqué a ellos. Cuando estuve a su lado los dos me miraron con los ojos bien abiertos.
—Austin amor, creí que no te vería de nuevo. — La rubia alzó sus cejas y miró a Austin un poco indignada.
—¿Amor? — El pelinegro me miró con un deje de diversión en sus ojos.
—Si, amor. Por qué no me llamaste. — Miró de reojo a la chica frente a él.
—Bueno, estaba siendo retenido, lo lamento. — Me tomó la mano dejándome aun más sorprendida. No pensé que me seguiría la corriente. ¿Tan desesperado estaba? —Bien señorita Stevens, lo siento mucho, pero mi chica quiere mi atención. Si necesito de sus servicios, yo se lo haré saber. — La mujer me miró y luego de lanzarme una mirada de odio se fue de ahí tomando sus cosas con mucha violencia. Los dos lo vimos retirarse.
—¿Amor? — Lo miré sonriendo hábilmente. Tomé asiento frente a él y lo miré directamente.
—Parecías estar en aprietos.
—¿Cómo lo notaste?
—Por tu expresión. — Alzó una de sus cejas y luego se cruzó de brazos dejando caer su peso en el respaldo de la silla.
—¿No te he visto antes? — Me mordí la lengua. Al parecer no era muy bueno reconociendo rostros. Pero ese pensamiento duro muy poco. El chico se levantó y abrió la boca sorprendido.
—Eres la chica de la fiesta. La que me llamó idiota.
—Lo siento por eso, ¿si? Fue muy descortés de mi parte, pero la verdad es que esa noche iba a ser muy importante.
—¿Y no lo fue? — Negué lentamente. —¿Acaso ibas a ver a tu novio? — Me reí divertida.
—Claro, si tuviera un novio. Pero no es eso. De hecho, esa noche quería verte a ti.
—¿A mí? No me digas, quieres presentarme tu propuesta de publicidad. ¿no? — Asentí levemente. —Escucha, voy a rechazarla.
—Pero ni siquiera la has escuchado. ¿Acaso no puede separar su vida privada de la laboral? — Usé mi carta de convencimiento. Esperaba que eso me ayudara en esta situación, pero como esta era la vida real, las cosas no funcionaron.
—Sé hacerlo, pero no estoy interesado en trabajar con empresas pequeñas.
—¿Cómo sabes que mi empresa es pequeña?
—No es obvio, tu viniste a mí. Desesperada y dispuesta. — Me sentí herida y avergonzada. Tenía razón, pero eso se escuchaba tan mal.
—No quiero ser grosero señorita, pero no puedo ayudarte.
—Pero si solo me dieras una oportunidad. Yo puedo hacer lo que sea en verdad.
—Lo siento mucho. — Sin esperar a que pudiera decir otra cosa, se levantó y salió de ahí dejándome sin esperanza.
Una semana pasó desde ese incidente, esperaba que las cosas cambiaran. Había conseguido un par de clientes para una publicidad de cosméticos y productos del cuidado de la piel.
Con eso tal vez nos estableceríamos por al menos un mes. Pero y ¿luego? Las fiestas serían en un par de meses y no podía dejar a mi gente sin trabajo en ese día. Debía buscar nuevos clientes, aunque eso significara arrodillarme ante ellos.
Entré a la oficina para organizar lo que debía hacer el equipo uno cuando recibí una llamada a mi celular. Era un número desconocido por lo que no contesté al inicio, pero me llamaron de nuevo.
—¿Sí diga?
—¿Señorita Moon?
—¿Quién habla?
—Soy Austin Jones. — Parpadeé un par de veces mientras intentaba recomponerme. ¿Acaso había escuchado bien?
—Ah sí, qué necesita.
—Me gustaría hablar con usted en privado. ¿Es posible?
—¿Sobre qué?
—Me gustaría decírselo en persona, ¿es posible?
—Eso suena sospechoso.
—Lo sé, pero podría confiar en mí solo por esta vez. — Me lo pensé un momento y mi curiosidad me venció.
—Claro.
—Pasaré por usted a las cinco.
—Bien.
La hora llegó y un carro gris me esperaba en la entrada. Ana lo veía admirada al igual que yo. Se veía caro y nuevo.
—¿Te irás ahí sola?
—Recuerda el número de placa y llamame si no te hablo en un par de horas. — Ana me miró con los ojos bien abiertos y sin más caminé hasta el auto. Abrí la puerta y ahí, en la parte de atrás, se encontraba Austin Jones.
—Bienvenida señorita Moon. — El resto del viaje fue en silencio. Pregunté varias veces por la razón de mi presencia, pero él me pidió que fuera paciente.
Llegamos a una especie de mansión ubicada en medio de la nada rodeada de muchos acres. Incluso diría que era como si fuera un palacio. El Olimpo no era nada comparado con esa mansión. En verdad era enorme, rodeada de fustes que le daban ese toque magnifico a la construcción. Pronto supe donde estaba.
Era la casa de los Jones.
Me encontraba en la sala de estar de aquella enorme casona. Era una habitación amplia con tres sofás, dos medianos y uno pequeño formando un tipo de corchete con una mesita en medio. Había otra mesa redonda pegada a un enorme ventanal con forma de arco y un par de sillas frente a frente.El suelo estaba cubierto por una alfombra beige y las paredes tenían cuadros, pinturas diversas con imágenes de familias, pequeños corriendo en jardines y cuestiones parecidas.Un hombre, parecido a un mayordomo, nos llevó unas bebidas frías hasta donde estábamos sentados.Cuando estuvimos solos miré a Austin con seriedad.—Entonces, qué es lo que sucede, señor Jones.—Austin está bien. — Sonrió levemente.—Para mí está bien señor Jones. — Parpadeó un par de veces y luego asintió.—Bien, señorita Moon. Lamento mucho las molestias, especialmente por cómo terminamos hace unos días en el hotel. — Asentí recordando ese momento.—Verá estuve revisando su trabajo. La verdad me sorprende lo que ha hecho sien
Dos semanas habían pasado luego de haber firmado el contrato. Noviembre había comenzado y no había visto a mi supuesto prometido tampoco. Me encontraba tensa esperando por el mensaje de Austin para la cena con su familia.Sin embargo, debido al contrato que habíamos formado por fin conseguí más trabajo, incluso para desarrollar una fiesta navideña. Eso me recordaba que las fiestas estaban cada vez más cerca, cuestión que no me entusiasmaba mucho que digamos.—Sofi.—¿Sí? — Ana apareció con una sonrisa.—Susana Clark mandó un correo para poder tener una cita contigo.—¿Susana Clark? — Me quedé boquiabierta. Ella era una de las modelos más famosa del continente. Además de ser una influencer muy conocida. Era increíble.—Claro, dile que este viernes a las tres de la tarde es posible.—Genial. — Sonrió muy alegre. Yo me sentía aun más contenta. Todo esto era como un sueño y me preocupaba caer en la realidad en cualquier momento.Los días pasaron y el viernes llegó. Susana apareció en mi o
El olor a antiséptico y desinfectante entró por mis fosas nasales. Sentí dolor de cabeza y espalda conforme me movía. Al abrir los ojos me di cuenta de que estaba en la habitación de un hospital. Ya no tenía mi vestido puesto, en lugar de eso era una bata. Los recuerdos de la chica loca que me lanzó desde el balcón se hicieron presentes. Me atacó un dolor de cabeza terrible y quise que parara. Sostuve mi cabeza con ambas manos y pronto llegó un médico a agregar algo en la intravenosa. Pronto me quedé dormida de nuevo. Quién sabe cuánto tiempo más tarde, volví a despertar. Ahora encontré Austin a mi lado mientras me observaba con una expresión que no pude reconocer. —Señorita Moon. ¿Cómo se siente? — Me apoyé en mis codos y asentí. —Necesito agua, siento algo seca la garganta. — Él se levantó corriendo a tomar la jarra de agua y me la dio. Lo bebí y sentí que mi garganta se refrescaba. —Dios, sentía que moría. —¿Morir? — Abrió sus ojos listo para llamar al doctor. —Solo bromeo.
—¡Estás loco! — Exclamé una vez estuvimos dentro del auto. —¿Por qué hiciste algo como eso? Los medios no necesitan saber que me voy a casar contigo. El trato era que aceptaría ser tu novia y prometida frente a tus padres. Suficiente tenías con que lo hiciera con tus padres.—¿Podrías calmarte?—No puedo. — Me encogí de hombros. —Una loca casi me mata porque estoy sustituyendo a tu ex prometida y ahora declaras que soy tu maldita prometida frente al mundo. — Agité mis brazos realmente alterada.—¿Podrías bajar la voz? No deberías agitarte tanto, recién has salido del hospital y se te puede subir la presión. — Rodé los ojos.—Eso no es importante ahora. — No dejé que me tocará aun cuando lo intentó.—Bien, si, puede que haya hecho un poco de trampa, pero tarde o temprano alguien se enteraría que eres mi prometida.—Pero soy tu prometida falsa. — Austin miró al chófer y por un momento pensé que había metido la pata, pero ahora eso me daba igual. —Dime por qué lo hiciste.—¡Por qué me de
En cuanto subí al autobús que me llevaría hacia Dreamstone pensé en todas las cosas que viví ahí. Crecí siendo una niña huérfana de madre, aun así, la gente cuidó de mí en lo que pudo. Apoyaron a mi padre mientras crecía y nadie me hizo de menos por nada del mundo. Cuando mi padre falleció los vecinos pagaron por su funeral y no quisieron que me llevaran a un orfanato, pero legalmente no podían hacer eso. Aún así, hicieron lo que pudieron cuidando de mí ahí dentro al igual que otros del orfanato como Greta.Greta era una niña problemática, pero era una chica inteligente y creativa, a pesar de ello no tardamos en hacernos amigas. Ambas decidimos ir a vivirnos juntas al cumplir la mayoría de edad.Sin embargo, en cada una de nuestras carreras fuimos abriéndonos camino y pronto ella se convirtió en una exitosa arquitecta y yo en una publicista.Pensando en mi padre y sin querer, en mi madre, me quedé dormida hasta que llegué a Dreamstone.Al pisar tierra en la parada de bus, me sentí chi
Terminamos de comer y tuve que disculparme porque debía ir al baño. Hice mis necesidades tranquila y al salir, para mi sorpresa me tope con el joven de cabello castaño que había observado hace un rato.—Lo siento. — Me disculpé. Mis ojos se abrieron de par en par mientras él me veía de la misma forma.—Tu eres la acosadora.—¿Disculpa?—Sí, me estabas mirando hace un rato. — Me sentí avergonzada por mi enorme tontería.—¿De qué hablas? — Fingí demencia. —Eso…—No te hagas, se que me veías.—No es cierto. — Se rio divertido. —Y no deberías acusar a la gente, así como así. Puedo llamar a un abogado y ya verás. — En lugar de asustarse, se rio como si se burlara de mí. Esta era una pesadilla.—Como digas. — Dijo finalmente y se retiro ingresando al baño. Sentía mis mejillas rojas y no quería volver a pasar vergüenza, por eso corrí hasta donde estaba Gretel y la apuré para largarnos de ahí.—¿Qué diablos te pasa?—Solo que tu amiga es una loca. — Murmuré, pero Gretel solo negó sabiendo que
En mi vida, y el tiempo que llevaba conociendo a Austin Jones, creería que se aparecería frente a la puerta del hogar de mi mejor amiga. El muchacho me veía con las cejas alzadas. Parecía orgulloso de su hazaña.—¿Cómo llegaste aquí? — Pregunté finalmente. Sacó su celular y mostró varias fotos mías y un mensaje que decía “¿cómo puedes dejar sola a tu prometida?” De inmediato reconocí la foto de perfil de la dueña del mensaje.—¿Gretel?—Gretel es conocida mía. Me escribió después de ti si te acompañaría en esta hazaña.—¿Y qué hiciste?—Pues le dije la verdad, que te habías ido sin mí y que me sentía triste por eso.—Mentiroso.—Como sea, con eso conseguí la dirección. No puedo creer que te hayas atrevido a venir hasta aquí sola. Quiero decir, recién saliste del hospital y declaramos nuestro compromiso. ¿Qué no te das cuenta de la situación? Todo está sensible en los medios. Tienes suerte de que nadie te haya seguido, al parecer los de este pueblo no son chismosos. — Hice una mueca. A
—Extremadamente vintage. — Ese fue el primer comentario que Austin hizo al ver Joy Green. Quedaba a las afueras del pueblo. Era una enorme casona de dos pisos, si no estaba mal solo el salón de bienvenida medía unos cien metros cuadrados. Tenía al menos unas 25 habitaciones y por supuesto, el área que la rodeaba era bastante amplia, casi la mitad del bosque de Dreamstone.—Es una casa antigua. — Le comenté. —Probablemente construida en el siglo XVIII así que ya sabrás que tiene su historia.—¿Y cuál es?—El fundador del pueblo, Holland Dreamstone la construyó con el fin de darle albergue a más de cien personas que sufrirían del frío invernal de aquellas épocas. Con el tiempo el pueblo se fue recuperando y los indigentes se convirtieron en trabajadores de bien al igual que sus familias. Muchas de ellas son las que conforman este pueblo, desde granjeros hasta mecánicos, desde costureras hasta alfareras. En este pueblo encuentras de lo que sea.—¿Y ahora para que lo usan?—Bueno, luego d