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Capítulo 3: Un trato con un hada madrina

Me encontraba en la sala de estar de aquella enorme casona. Era una habitación amplia con tres sofás, dos medianos y uno pequeño formando un tipo de corchete con una mesita en medio. Había otra mesa redonda pegada a un enorme ventanal con forma de arco y un par de sillas frente a frente.

El suelo estaba cubierto por una alfombra beige y las paredes tenían cuadros, pinturas diversas con imágenes de familias, pequeños corriendo en jardines y cuestiones parecidas.

Un hombre, parecido a un mayordomo, nos llevó unas bebidas frías hasta donde estábamos sentados.

Cuando estuvimos solos miré a Austin con seriedad.

—Entonces, qué es lo que sucede, señor Jones.

—Austin está bien. — Sonrió levemente.

—Para mí está bien señor Jones. — Parpadeó un par de veces y luego asintió.

—Bien, señorita Moon. Lamento mucho las molestias, especialmente por cómo terminamos hace unos días en el hotel. — Asentí recordando ese momento.

—Verá estuve revisando su trabajo. La verdad me sorprende lo que ha hecho siendo una empresa pequeña. Pero he notado que no les está yendo muy bien que digamos. ¿Cierto?

—¿Pudo averiguar eso?

—Bueno, es algo básico para una persona como yo. —Claro que sí, pensé. —La cuestión es, señorita Moon, que luego de esa visita en el hotel comenzaron a rondar muchos chismes alrededor mío. — Fruncí mi entrecejo.

—¿Chismes? — Me pasó una carpeta con varias noticias impresas. Ahí había fotos de nosotros dos, por suerte no se veía mi rostro. Pero si él de Austin. Los titulares hablaban de una posible novia, la futura amante de el magnate y heredero Jones y cosas parecidas.

—Esto parece un problema

—Y lo es. — Suspiró mientras pasaba su mano sobre su frente. Parecía estar pensando lo que me diría después.  — Escucha, mi familia vio la noticia. No soy alguien que da mucho de qué hablar, todo lo privado lo dejo como tal, pero esta vez fui descuidado y eso que no hice nada. — Sonaba un poco alterado.

—Entiendo tu preocupación, pero qué tengo que ver yo con todo eso.

—Seré claro. Mi familia cree que, por esto, debo hacerme responsable y como tal debo presentar mi novia a mi familia. — Parpadeé varias veces intentando comprender lo que decía. ¿Presentar a su novia?

—¿Habla de mí? — Mi mano cayó sobre mi pecho.

—Exacto. Me negué diciendo que no era nada, pero insistieron, que esas noticias no podían ser nada. Dijeron que debía presentar una prometida para antes de las fiestas.

—¿Por una simple foto? — No podía creer que la familia de Austin Jones fuera tan cerrada de mente. Quiero decir, conocí a su madre en la fiesta y la mujer no se veía para nada así.

—Para mis abuelos y padre no es una simple foto. Escuche, señorita Moon, desde que tomé mi cargo me dijeron que debía casarme con rapidez. Me negué, pero dijeron que no sería soltero por toda la vida. Por ello no me impliqué en escándalos y jamás pensé que algo tan sencillo como esto llevaría la cólera de mis familiares. Ahora quieren que presente a mi prometida si o sí. De lo contrario no heredaré nada de lo que ya está en el testamento de mis abuelos y mucho menos me quedaré en el puesto que con tanto esfuerzo he adquirido. — El muchacho se veía super afligido por la situación y siendo honesta, yo también lo estaría.

—¿Qué es lo que quiere exactamente?

—Quiero que finja ser mi prometida mientras pienso en un plan más concreto, Sería al menos hasta fin de este año.

—¿Está loco? — Me levanté de mi asiento pensando en la propuesta que me estaba haciendo. No me atrevería a hacer algo como esto. Jamás.

—Tiempos desperados, requieren medidas desesperadas. Escuche, a cambio de fingir ser mi prometida le daré el contrato de publicidad.

—¿Quiere que me venda?

—Quiero que negociemos. — Me senté de nuevo. Tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas. Yo estaba en una situación parecida, aunque no quería aceptar necesitaba de la mano de Austin Jones para poder salir adelante, para no decepcionar a la gente que confiaba en mí. Miré a Jones y parecía muy desesperado, más de lo que pensé verlo en mi vida.

—Bien.

—¿Acepta?

—Sí, pero debemos crear condiciones. Además quiero que en verdad me de una oportunidad, no solo por este trato desesperado, que vea que mi empresa vale la pena.

—Bien. — Asentí y le di mi mano para que el la estrechara, no lo pensó mucho y apretamos nuestras manos cerrando un loco trato.

(…)

Mi cabeza daba muchas vueltas mientras pensaba en lo que había hecho. Era una completa locura, pero debía arriesgarme, no solo por mí, si no por todo lo que llevaba cargando en mi espalda. Era domingo y me encontraba en mi departamento descansando. Austin dijo que vendría a verme por la tarde para poder hablar sobre los términos del contrato.

¿Estaba nerviosa? Sí

¿Me sentía convencida de lo que estaba haciendo? No

¿Recuperaría algo con este trato? Posiblemente.

Tomé mi celular para darle una pequeña revisada a las noticias sobre Austin, me llevé una gran sorpresa al ver que todo era cotilleo sobre su persona. Ahora entendía muy bien su aflicción. Supongo que ser un heredero tampoco era algo fácil.

Las horas pasaron y Austin apareció en mi puerta vistiendo un traje casual, unas gafas oscuras y una gorra. Entró con velocidad y al estar ahí me pidió disculpas.

—Unos paparazis me vienen siguiendo, lo siento.

—No hay problema. ¿Quiere algo de tomar?

—Agua por favor. — Corrí a la cocina para servirle un vaso de agua. Al volver lo encontré sentado en el sofá de la sala. Le di el vaso y con un asentimiento agradeció la bebida. De un solo trago acabo con el agua. Lo vi impresionada.

—Aquí están los términos del contrato— Me pasó el fólder donde estaba el documento. Ahí se encontraban los términos en que habíamos quedado.

1. No hablar sobre el contrato con nadie, quien lo haga deberá pagar una multa de 300,000.

2. El contrato tiene una vigencia de 3 meses y una semana.

3. No aprovecharse del estatus que se obtendrá a partir del compromiso falso

4. Esforzarse por aprender el uno del otro para cumplir con el papel asignado.

5. No inmiscuirse en la vida del otro de no ser necesario.

6. Mostrar afecto solo cuando sea necesario.

7. Si alguien se enamora de otra persona durante el tiempo del trato, deberá esperar a que el contrato termine.

—No estoy de acuerdo con la numero siete.

—¿Por qué?

—Digamos que nos enamoramos de alguien más, ¿crees que esa persona estará contenta de que finjamos algo como esto. Por lo menos yo no lo estaría.

—Si en verdad me quiere, ella lo entendería. — Lo miré con los ojos entrecerrados. Se había vuelto loco.

—¿En serio? Lo dice el chico machista frente a mí.

—No soy machista. — Se quejó.

—Su comentario sonó como eso.

—Bien, entonces lo cambiaré.

—Por favor. — Al final esa condición quedo con que el trato se romperá si nos enamoramos de alguien y si esa persona nos corresponde.

Ahora las últimas condiciones hablaban del cumplir con el trato hacia mi agencia de publicidad y la remuneración obtenida.

—¿Va a pagarme a parte de mis servicios como publicista?

—No lo quieres?

—Parece que me convertí en una dama de compañía.

—Pero no lo eres.

—Elimínelo.

—¿Segura? — Asentí. Austin tachó el último.

—¿Estamos conformes entonces?

—Sí.

—Bien, entonces se lo daré a mi abogado y ya solo tendrás que firmar.

—Está bien. — El pelinegro se levantó listo para irse de ahí. Yo me asomé a la ventana para ver si no había nadie y había algo de gente afuera.

—Creo que no podrá salir por el momento. — Avisé. Se asomó y notó el gentío de abajo.

—Diablos.

—Puede quedarse aquí. ¿O tenía algo de qué hacer?

—Por el momento no.

—Bien, yo invitó la cena hada madrina.

—¿Cómo me llamaste? — Sonreí divertida. Lo había estado pensando estos días, y honestamente Austin Jones se había vuelto mi hada madrina, me ayudaría para poder seguir con mi negocio.

—Hada madrina. — Me miró perplejo y yo simplemente me reí dándome la vuelta para ir por el teléfono.

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