Nunca creí que la vida fuera sencilla. Para mí siempre fue difícil salir adelante. Mi madre abandonó a mi padre cuando yo apenas tenía seis años. Recuerdo que mi madre simplemente tomó sus cosas y sin decir adiós salió tras la puerta blanca de madera. Fue en vísperas de Navidad cuando ella salió de nuestras vidas. Jamás la perdoné por todo lo que hizo, aun así, intenté no guardarle rencor.
Muchas veces pensaba en que la vida de ama de casa. Simplemente no era para ella.
Aun así, no debió abandonar a mi padre a su suerte. Fue una cosa realmente triste y que hasta la fecha no podía olvidar.
Tiempo después, cuando aun ra una adolescente mi padre falleció. Estuve en un orfanato por dos años y me esforcé mucho por sacar buenas notas y ganar una beca para ir a una de las universidades más prestigiosas de la ciudad. Para mi suerte logré estudiar publicidad y salir adelante durante la carrera. Diez años después me había convertido en una mujer con una carrera y con un negocio que al principio iba viento en popa.
Sin embargo, siempre había competencia y por más que yo quisiera, esa competencia me alcanzaba por sus apellidos. Esa era la realidad.
Durante mi infancia, mi padre me leía muchos cuentos de hadas, creí que al aunque muchas de las princesas no tuvieran madre, lograban ser felices y por ello, creí que para mí sería igual. Sin embargo, esos cuentos solo me hicieron darme cuenta que las princesas también llevaban la vida difícil. En estos momentos recordaba a la princesa Aurora, ya saben, la chica que es hechizada y se queda dormida hasta que su príncipe la rescate.
Claro, ella despierta por el poder del amor pero regresa a una realidad que los cuentos ocultan, la realidad de ser adulto, la realidad de pronto ser la reina de un reino, la realidad de ser una persona para la que ella no estaba preparada.
Pues lo mismo me sucede a mí, había despertado en mi realidad, pero no fue por completo. Trabajando en la empresa que había fundado con sangre, sudor y lágrimas, creí que por fin tendría mi final feliz, pero las cosas se complicaron.
—Los Lawrence nos cancelaron. — Ana me miraba con una expresión de preocupación. No podía creer que hicieran esto de nuevo. Era la quinta vez que nos cancelaban este mes. Si seguíamos así mi pequeña empresa de marketing y publicidad no llegaría a nada.
—Gracias Ana. — Le sonreí levemente y ella simplemente asintió. Esto me volvería loca.
Me levanté del escritorio y me dirigí a la ventana. Durante este tiempo había estado pensando en qué solución darle a mi empresa. Tenía gente trabajando para mí y no podía dejarla sola y desamparada, eso era imposible. No quería cargar con esa culpa solo por mi falta de sensatez y de opciones.
Sin embargo, tenía una.
Frente a mí se encontraba una gran valla de publicidad del nuevo producto de Pince S.A de la familia de los Jones. Los Jones eran una familia extremadamente rica. Austin Jones, el director de la empresa, era el hijo más joven de la familia, apuesto, inteligente y capaz. Sin embargo, esos solo eran los rumores que había escuchado, ya que era el tipo de persona que no le gustaba ser visto en público y casi nadie sabía en verdad cómo lucía, más que los mismos empleados y familia.
No sé cómo le había hecho, pero había logrado que nadie le tomara una foto desprevenido, porque en esta época era difícil esconderse.
Como sea, él era mi última opción. Había pedido una cita con él que obviamente no me dieron. Sin embargo, a algunos contactos que había logrado hacer en la universidad, me informaron que Austin Jones buscaba una nueva empresa de publicidad, ya que con quien había firmado, estaba realizando diversidad de movimientos ilegales.
Eso incluso había salido en las noticias.
Como sea, era mi oportunidad y ya que no pude obtener una cita formal, decidí colarme en una fiesta que sucedería esa noche.
Al salir del trabajo corrí a casa para poder vestirme de forma presentable y chocas de forma “casual” con Austin Jones, aunque debía buscarlo ya que no sabía muy bien quién era él. Me habían comentado que su cabello era negro y era un hombre alto.
Me di una ducha, me maquillé y me coloqué un vestido negro de que llegaba un dedo arriba de la rodilla, mis tacones y dejé mi cabello estilizado con la secadora haciendo algunas ondas.
Me veía guapa, elegante y segura.
Tomé mi propuesta del escritorio de mi habitación y salí disparada a buscar un taxi que me llevara a la fiesta organizada en el hotel Lapton. En media hora estaba en el vestíbulo siendo guiada hasta el lugar del evento.
Había mucha gente que, para personas como yo, eran famosas y ricas. No podía creerlo. Era un lugar hermoso.
Estaba cubierto por una alfombra color azul con tapicería del tipo mosaico y unos enormes ventanales en forma de arco. La gente charlaba y se reía mientras yo intentaba buscar al hombre con quien debía hacer un trato.
Sin embargo, había mucho más gente de cabello negro y alta de lo creí que habría era un pesadilla.
Tomé un poco de champán y continué con mi búsqueda. Sin embargo, terminé topando con un hombre y mi vestido se mojó debido a la copa que cargaba en su mano.
—¿Por qué no te fijas? — Me alzó la voz dejándome perpleja.
—¿Disculpa?
—¿Qué no oyes? ¿Por qué no te fijas? — Intenté mantenerme calmada, pero la ira se estaba apoderando de mí.
—¿Por qué no te fijas tú? Pedazo de idiota. El hecho de tener tanto dinero te quita lo educado. ¿Es eso?
—¿Qué dijiste? — Sus ojos verdes me miraron con furia. Yo no aparté la vista y lo miré con mucha intensidad y seriedad. ¿Este quién se creí que era?
—¿Austin? ¿Está todo bien? — Una mujer que parecía conocer al hombre frente a mí se acercó preocupada. Tenía su cabello negro con algunas canas, arrugas leves a los lados de sus ojos y una elegancia que jamás había visto en alguien como ella. Además se parecía a él, especialmente por la forma del rostro. Era hermosa.
—Si madre, está todo bien. — Habló entre dientes
—No es cierto señora. — La miré —Lo siento, si soy grosera, pero él me regó bebida en el vestido y no recibí ni una disculpa de su parte.
—¿Y tú qué…?— La mujer lo interrumpió y le apretó la muñeca.
—Lo siento querida, mi hijo suele ser un poco temperamental. Discúlpate, Austin. Ahora.
—Mamá
—Austin Valen Jones, hazlo ahora. — Me quedé petrificada. ¿Había dicho Austin Jones? — Miré a amabas personas y el hombre frente a mí soltó una disculpa dejándome perpleja. ¿Acaso este era el Austin que yo estaba buscando? No, no podía ser cierto, si así era… realmente estaba perdida.
—¿Austin Jones? ¿El CEO de Prince?
—Ah, los puestos ejecutivos no valen en la educación querida. Siento mucho el comportamiento de mi hijo. — No podía creerlo.
Me di la vuelta y sin decir nada más me fui de ahí sintiéndome avergonzada. Yo tenía razón, Aurora era como yo, había entrado en una realidad dura y cruel.
Mi pesadilla se había vuelto realidad y yo simplemente me convertí en una mujer simple de esta sociedad. Mis sueños se habían acabado y muerto junto con mi vida. La verdad es que lo había arruinado. Mira que obligar a un rico a pedir perdón. Pero, siendo honesta, se lo merecía.Por más rico que fuera, debía ser educado. Sin embargo, eso me había costado mi trato con los Jones, con ese Jones. Estaba acabada, mi vida estaba acabada.—¿Sofi? — La voz de Ana hizo que levantará la vista de mi escritorio.—¿Sucede algo?—Bueno, parece que la fotocopiadora por fin dio su último respiro. — Fruncí los labios sintiéndome preocupada. Esto era una pesadilla. No teníamos suficiente dinero como para darnos este tipo de gastos, pero eran necesarios.—Yo lo arreglaré.—Bien. — Salió y cerró la puerta. Intenté pensar en cómo arreglar mi situación. Había metido la pata hasta al fondo luego de haber insultado a Austin en aquella fiesta. Jamás creí que sería de esa forma.Aún así, debía hablar con él, di
Me encontraba en la sala de estar de aquella enorme casona. Era una habitación amplia con tres sofás, dos medianos y uno pequeño formando un tipo de corchete con una mesita en medio. Había otra mesa redonda pegada a un enorme ventanal con forma de arco y un par de sillas frente a frente.El suelo estaba cubierto por una alfombra beige y las paredes tenían cuadros, pinturas diversas con imágenes de familias, pequeños corriendo en jardines y cuestiones parecidas.Un hombre, parecido a un mayordomo, nos llevó unas bebidas frías hasta donde estábamos sentados.Cuando estuvimos solos miré a Austin con seriedad.—Entonces, qué es lo que sucede, señor Jones.—Austin está bien. — Sonrió levemente.—Para mí está bien señor Jones. — Parpadeó un par de veces y luego asintió.—Bien, señorita Moon. Lamento mucho las molestias, especialmente por cómo terminamos hace unos días en el hotel. — Asentí recordando ese momento.—Verá estuve revisando su trabajo. La verdad me sorprende lo que ha hecho sien
Dos semanas habían pasado luego de haber firmado el contrato. Noviembre había comenzado y no había visto a mi supuesto prometido tampoco. Me encontraba tensa esperando por el mensaje de Austin para la cena con su familia.Sin embargo, debido al contrato que habíamos formado por fin conseguí más trabajo, incluso para desarrollar una fiesta navideña. Eso me recordaba que las fiestas estaban cada vez más cerca, cuestión que no me entusiasmaba mucho que digamos.—Sofi.—¿Sí? — Ana apareció con una sonrisa.—Susana Clark mandó un correo para poder tener una cita contigo.—¿Susana Clark? — Me quedé boquiabierta. Ella era una de las modelos más famosa del continente. Además de ser una influencer muy conocida. Era increíble.—Claro, dile que este viernes a las tres de la tarde es posible.—Genial. — Sonrió muy alegre. Yo me sentía aun más contenta. Todo esto era como un sueño y me preocupaba caer en la realidad en cualquier momento.Los días pasaron y el viernes llegó. Susana apareció en mi o
El olor a antiséptico y desinfectante entró por mis fosas nasales. Sentí dolor de cabeza y espalda conforme me movía. Al abrir los ojos me di cuenta de que estaba en la habitación de un hospital. Ya no tenía mi vestido puesto, en lugar de eso era una bata. Los recuerdos de la chica loca que me lanzó desde el balcón se hicieron presentes. Me atacó un dolor de cabeza terrible y quise que parara. Sostuve mi cabeza con ambas manos y pronto llegó un médico a agregar algo en la intravenosa. Pronto me quedé dormida de nuevo. Quién sabe cuánto tiempo más tarde, volví a despertar. Ahora encontré Austin a mi lado mientras me observaba con una expresión que no pude reconocer. —Señorita Moon. ¿Cómo se siente? — Me apoyé en mis codos y asentí. —Necesito agua, siento algo seca la garganta. — Él se levantó corriendo a tomar la jarra de agua y me la dio. Lo bebí y sentí que mi garganta se refrescaba. —Dios, sentía que moría. —¿Morir? — Abrió sus ojos listo para llamar al doctor. —Solo bromeo.
—¡Estás loco! — Exclamé una vez estuvimos dentro del auto. —¿Por qué hiciste algo como eso? Los medios no necesitan saber que me voy a casar contigo. El trato era que aceptaría ser tu novia y prometida frente a tus padres. Suficiente tenías con que lo hiciera con tus padres.—¿Podrías calmarte?—No puedo. — Me encogí de hombros. —Una loca casi me mata porque estoy sustituyendo a tu ex prometida y ahora declaras que soy tu maldita prometida frente al mundo. — Agité mis brazos realmente alterada.—¿Podrías bajar la voz? No deberías agitarte tanto, recién has salido del hospital y se te puede subir la presión. — Rodé los ojos.—Eso no es importante ahora. — No dejé que me tocará aun cuando lo intentó.—Bien, si, puede que haya hecho un poco de trampa, pero tarde o temprano alguien se enteraría que eres mi prometida.—Pero soy tu prometida falsa. — Austin miró al chófer y por un momento pensé que había metido la pata, pero ahora eso me daba igual. —Dime por qué lo hiciste.—¡Por qué me de
En cuanto subí al autobús que me llevaría hacia Dreamstone pensé en todas las cosas que viví ahí. Crecí siendo una niña huérfana de madre, aun así, la gente cuidó de mí en lo que pudo. Apoyaron a mi padre mientras crecía y nadie me hizo de menos por nada del mundo. Cuando mi padre falleció los vecinos pagaron por su funeral y no quisieron que me llevaran a un orfanato, pero legalmente no podían hacer eso. Aún así, hicieron lo que pudieron cuidando de mí ahí dentro al igual que otros del orfanato como Greta.Greta era una niña problemática, pero era una chica inteligente y creativa, a pesar de ello no tardamos en hacernos amigas. Ambas decidimos ir a vivirnos juntas al cumplir la mayoría de edad.Sin embargo, en cada una de nuestras carreras fuimos abriéndonos camino y pronto ella se convirtió en una exitosa arquitecta y yo en una publicista.Pensando en mi padre y sin querer, en mi madre, me quedé dormida hasta que llegué a Dreamstone.Al pisar tierra en la parada de bus, me sentí chi
Terminamos de comer y tuve que disculparme porque debía ir al baño. Hice mis necesidades tranquila y al salir, para mi sorpresa me tope con el joven de cabello castaño que había observado hace un rato.—Lo siento. — Me disculpé. Mis ojos se abrieron de par en par mientras él me veía de la misma forma.—Tu eres la acosadora.—¿Disculpa?—Sí, me estabas mirando hace un rato. — Me sentí avergonzada por mi enorme tontería.—¿De qué hablas? — Fingí demencia. —Eso…—No te hagas, se que me veías.—No es cierto. — Se rio divertido. —Y no deberías acusar a la gente, así como así. Puedo llamar a un abogado y ya verás. — En lugar de asustarse, se rio como si se burlara de mí. Esta era una pesadilla.—Como digas. — Dijo finalmente y se retiro ingresando al baño. Sentía mis mejillas rojas y no quería volver a pasar vergüenza, por eso corrí hasta donde estaba Gretel y la apuré para largarnos de ahí.—¿Qué diablos te pasa?—Solo que tu amiga es una loca. — Murmuré, pero Gretel solo negó sabiendo que
En mi vida, y el tiempo que llevaba conociendo a Austin Jones, creería que se aparecería frente a la puerta del hogar de mi mejor amiga. El muchacho me veía con las cejas alzadas. Parecía orgulloso de su hazaña.—¿Cómo llegaste aquí? — Pregunté finalmente. Sacó su celular y mostró varias fotos mías y un mensaje que decía “¿cómo puedes dejar sola a tu prometida?” De inmediato reconocí la foto de perfil de la dueña del mensaje.—¿Gretel?—Gretel es conocida mía. Me escribió después de ti si te acompañaría en esta hazaña.—¿Y qué hiciste?—Pues le dije la verdad, que te habías ido sin mí y que me sentía triste por eso.—Mentiroso.—Como sea, con eso conseguí la dirección. No puedo creer que te hayas atrevido a venir hasta aquí sola. Quiero decir, recién saliste del hospital y declaramos nuestro compromiso. ¿Qué no te das cuenta de la situación? Todo está sensible en los medios. Tienes suerte de que nadie te haya seguido, al parecer los de este pueblo no son chismosos. — Hice una mueca. A