Islas Canarias, España.Después de seis horas y cincuenta minutos, el auto se detuvo frente a las puertas rústicas de madera color marrón, Max estaba al volante y extendió su mano para presionar el botón y anunciar al personal que cuida la casa de que han llegado. Las puertas se abrieron automáticamente dejando a la vista un camino lleno de flores silvestres coloridas que se podían ver por las luces que estaban al ras del suelo. —Es hermoso—susurró Emma.—Espera verlo al amanecer, es simplemente impresionante. —dijo deteniendo el auto frente a la casa de dos pisos. Tenía un acabado de piedra lisa y unas escaleras rústicas con un corto barandal que llevaba a la puerta doble. Bajaron del auto al mismo tiempo que las puertas se abrieron, de ellas apareció una mujer madura con una gran sonrisa en sus labios, dijo algo en alemán al saludar a Max, este le respondió y dejó un beso contra su frente, Emma parpadeó varias veces, no entendía de que hablaban, pero al parecer, hace mucho no se ve
Hola queridos lectores, Paso a contarles que estoy empezando a preparar un maratón para esta historia, serán varios capítulos que iré escribiendo y cuando lo tenga completo, se los publicaré, en ese maratón vendrá ya el final de esta historia así como su epílogo y sus capítulos extras, dando fin a una historia de romance y pasión. No será un maratón de cinco capítulos, no, serán aproximadamente quince capítulos largos en el que se plasmará todooooo y no quedará ningún cabo suelto. Espero les guste la noticia, así ya no me esperan con las actualizaciones, ya que tengo trabajo nuevo y eso reduce mi tiempo de escritura, quiero escribirles este maratón y puedan disfrutarlo desde el primero, hasta el último capítulo extra. Les cuento que valdrá la pena la espera. Se los prometo. Mara Caballero.
New York, Estados Unidos. Irina caminó de un lado a otro con muchos nervios, sus manos habían empezado a sudar como nunca en su vida lo había hecho. Se limpió con las palmas abiertas a los costados de su vestido y luego miró hacia la entrada de la casa de sus padres. No había boda. No tenía a Max. Y no tendría el prestigio de los Müller y mucho menos parte de la herencia, había sido la mejor mujer ante los ojos de Adler, pero todo había dado un giro inesperado. Estaba embarazada y no sabía realmente de quién era. No quería que fuese de Horacio, aunque lo manejaba a su gusto y lo manipulaba, ella quería a Max, él tenía todo lo que ella deseaba. Pero había dado un traspié y ahora estaba a punto de ser exiliada de su propia familia. —Lo tenía todo, ¿Cómo es que lo has perdido todo, tonta? —se dijo a sí misma cuando se dispuso a entrar a la casa, sus padres esperaban por ella en el gran comedor para la cena. Habían regresado esa mañana de compras por Europa y aún no estaban al tanto de
Islas Canarias, España.Habían pasado dos horas desde que Max y Emma detuvieron su maratón sexual de fin de semana por el festejo de su cumpleaños. Mientras aún él dormía, ella había bajado a la cocina para preparar algo de comer, tenía bastante hambre que juró que podría devorar a una vaca completa. Se recogió el cabello largo y rubio en una coleta alta, se acomodó la camiseta de algodón de Max -la orilla le quedó debajo de su trasero dejando a la vista sus largas piernas- y se dedicó a preparar un par de sandwiches. Había carne, bastante, así que se puso dos porciones más que había freído para rellenar. —Hola, pervertida—Emma dio un pequeño sobresalto al escuchar su voz ronca y adormilada, cuando se volvió, Max se estaba acercando por detrás de ella para rodearla con sus grandes brazos y dejar su barbilla en el hombro de ella. Algo extraño de ver, ya que era bastante alto. Max dejó un par de besos en la curva de su cuello haciendo que Emma se estremeciera y soltara un suspiro. —Ho
Islas Canarias, EspañaMax tenía la palma de su mano contra la boca de Emma mientras la embistió despiadadamente, los gemidos ahogados, crecieron conforme entró en ella. Tocó aquel punto de su interior que la hizo explotar de nuevo, sus uñas se clavaron en la piel de la espalda de Max provocando un poco de dolor, un dolor que era soportable, entonces, se vino después de ella, retiró la mano y la besó apasionadamente, no habían detenido su maratón de sexo de fin de semana, todo el día habían estado encerrados en la habitación principal, lo habían hecho por todo el lugar en cuanto se había ido la mujer que cuidaba la casa. Entrada la noche, se dieron un segundo baño después de volverlo a hacer en la ducha, finalmente habían detenido la actividad para cenar a la una de la madrugada. —¿Te falta mucho?—preguntó Max entrando a la habitación, Emma asintió poniéndose de pie para caminar hacia él y bajar a cenar, tenía mucha, pero mucha hambre, se sintió algo adolorida de ahí abajo lo cual nu
Islas Canarias, EspañaEmma alzó sus cejas con bastante sorpresa al escuchar lo que la mujer había dicho, «Vine por el padre de mi hijo y por mi futuro esposo» algo en ella empezó a crecer, se hizo a un lado cuando por un momento no escuchó decir algo a Max, pero este reaccionó. —¿Padre de tu hijo? ¿Futuro esposo? ¿Acaso te estás medicando o algo así? Ya que no habrá boda y el hijo que dices esperar, no sabes de quién es, y hasta no obtener una prueba de ADN, no voy a tomar cartas sobre el asunto. —replico Max en un tono bastante contenido de ira. Irina ladeó su rostro y arrugó su ceño.—¿Y tú eres…?—Emma estaba dispuesta a enfrentarla, pero Max la protegió. —Esta reunión ha terminado. Así que sal de mi propiedad o llamaré a las autoridades correspondientes. —No ha terminado, Max. —Irina se acercó a él y se detuvo a cierta distancia, y sin alcanzar a ver quién era la mujer que tanto este protegió y es algo que hizo enfurecer a Irina, luego se llevó la mano a su vientre y bajó por
Varias semanas después de aquel viaje de cumpleaños.La relación que habían empezado Max y Emma, cada vez se estaba intensificando, ninguno se había dado cuenta de la conexión tan grande que había empezado a crecer entre los dos en tan solo semanas.Irina no había aparecido desde el encuentro en las Islas Canarias, y era algo que le había empezado a hacer ruido, pero realmente Max no tomó más importancia, ya que se sentía tan feliz como nunca lo había sido en el plano sentimental y lo estaba disfrutando al máximo. Max había colgado su quinta llamada de negocios de la mañana, había tenido un par de reuniones y cuando finalmente tuvo tiempo para descansar, notó que su celular tenía muchos mensajes y llamadas perdidas de Irina, comenzó a leerlos y la mayoría le pedía que contestara. Cuando iba a guardar el celular en el cajón, vibró en su mano, era de nuevo ella. Así que para terminar de una vez por todas, deslizó el botón para contestar. —¿Qué es lo que quieres, Irina? Estoy trabajand
Emma caminó de un lado a otro en el reducido espacio de su oficina, tenía una mano sobre su cintura en jarra y mordisqueando la uña de su otra mano, se detuvo para mirar el celular que estaba sobre la superficie del escritorio. Tenía un sentimiento extraño arremolinándose contra su pecho, intentó deducir que era lo que le estaba pasando, ¿Por qué sentía ese temor de que algo cambiara entre Max y ella? ¿Por qué a estas alturas eso estaba inquietándole? Ella aceptó el pasado de Max, ella aceptó estar con él aunque había mucha posibilidad de que el hijo que esperaba su ex prometida, fuese de él. Ella lo aceptó. Además, ella estaba dándose cuenta de que era algo más que solo sexo, ella estaba empezando a involucrarse y era nuevo para poder manejarlo. Dio un respingo en su lugar cuando el celular vibró de manera ruidosa sobre el escritorio, estiró su cuello para mirar quién era, y era Max. Dudó por un momento en contestar, no quería escuchar una mala noticia, nadie merecía tener que pasar p