FUTURA MADRE

—¿Cómo fue todo? —Dante, su abogado y mejor amigo era el único que sabía sobre la cita a la clínica privada del día anterior, y como era de suponer. Había esperado en la oficina para saber los detalles de dicha cita.

—Mal, Catalina es estéril, no hay óvulos que fecundar —Enzo se sirvió un whisky doble, no bebía, pero sentía que esta vez lo necesitaba con urgencia después de la pequeña discusión que había tenido con Catalina por la mañana, cuando le manifestó que no iba a renunciar a su deseo de ser madre.

—Lo siento por ti y Catalina —Dante aceptó la copa que Enzo le ofrecía, se conocían desde hace quince años, cuando Enzo, sólo era un empleado en la Naviera Mancini ahora Lombardi.

—Me siento entre aliviado y preocupado, hasta el día de hoy Catalina desconocía la realidad y ahora siento que algo se ha quebrado entre nosotros, su insistencia en tener un hijo podría ser el fin de nuestro matrimonio —Enzo bebió, mientras giraba su silla, observando El Puerto de Génova.

—¿Estás enamorado de Ella? —Enzo giró su silla para ver a su amigo.

—Totalmente, me casé con ella por amor, pese a que la gente opine lo contrario Catalina me conquistó con su dulzura y bondad —Enzo aseguró con vehemencia, la gente podía opinar lo que quisiera, pero él siempre estuvo seguro de lo que sentía por su Catalina, era amor y no interés.

—Complace a Catalina en esto Enzo, será tu manera de demostrar que en realidad la amas —Enzo enarco una ceja al escuchar a su amigo.

—¿Pones en duda mi amor por ella? —Enzo se sintió atacado, de todas las personas en la ciudad no esperaba que Dante fuera a dudar de él.

—No, pero Catalina pocas veces te ha pedido algo y nunca ha impuesto nada. Es una mujer de cincuenta años, conoció el amor cuando tu llegaste,  a su vida ¿Qué te impide darle un hijo? —Dante preguntó serio. Había conocido a Catalina por más de cuarenta años, habían sido amigos y socios por muchos años, incluso tuvo esperanzas de convertirse en el esposo de Catalina Mancini, pero todo cambió cuando Enzo, entró a la compañía llevándose la atención de Catalina con su juventud y destreza en los negocios.

—No es tan fácil Dante, será mi hijo pero no será hijo suyo. Me temo que con el tiempo eso pueda causarle mucho más dolor. Le he sugerido la adopción como una opción, pero se ha negado rotundamente, quiere un hijo de mi sangre aunque la madre sea otra mujer —el vaso hizo ruido al chocar contra el escritorio debido a la fuerza con la que Enzo había dejado el vaso.

—¿Pretende que te acuestes con otra mujer? —Danto preguntó, temiendo que esa fuera la idea de Catalina la conocía bien, era dulce, buena y tierna, pero cuando estaba desesperada solía cometer algunos cuantos errores.

—Por supuesto que no, lo que quiere es un Vientre de Alquiler que incluya los óvulos ¿Qué mujer podría vender a su hijo? —Enzo preguntó frustrado, la situación estaba yéndose de las manos.

—No tengo idea, no sé ni que decirte —Dante comprendió que la situación de su amigo no era nada envidiable.

—No sé cómo decirle que no, pero no estoy seguro de decirle que sí  —suspiró. —No quiero verla sufrir Dante, pero no es una decisión fácil tampoco, dejar que una desconocida lleve a mi hijo a su interior es aterrador —Enzo, no veía la luz al final del túnel.

—Trata de ponerte en su lugar y comprenderla. Quizá no todo tenga que ser malo Enzo, piénsalo…

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Chiara pagó el servicio de taxi, era un lujo que no se podía dar pero, también era la única manera de llegar a la residencia Lombardi. Camino hasta llegar al enorme portón negro que resguardaba la imponente mansión donde todo gritaba dinero, lujo y prestigio.

—¿Quién busca? —Chiara escucho la voz de un hombre por el intercomunicador

—Chiara Ferrer, tengo cita con la señora Lombardi —Chiara dijo de manera rápida, estaba nerviosa.

—Espere un momento señorita Ferrer, confirmaré su cita con la señora —Chiara espero por lo que pareció casi una eternidad, antes de escuchar la voz del hombre de nuevo.

—Pasé la Señora Lombardi la espera —las puertas se abrieron de manera automática, Chiara entró con cuidado, su corazón estaba agitado, esta podría ser la única oportunidad de conseguir un trabajo estable y pagar el tratamiento de su padre.

Camino alrededor de diez minutos hasta llegar a la entrada principal donde un hombre vestido negro y de manera pulcra la recibió.

—Señorita Ferrer, por aquí —Chiara camino con cierto temor, el hombre era demasiado serio para su gusto y la imponente mansión la abrumaba.

—Chiara —Catalina le sonrió apenas la vio llegar a la sala.

—Señora Lombardi —Chira saludó con una cálida sonrisa, podía tener miles de problemas en el mundo, pero jamás dejaría de sonreírle a la vida.

—Siéntate, te estaba esperando —Catalina mintió, había salido deprisa de la cama, cuando su mayordomo le había anunciado la presencia de Chiara. Su discusión con Enzo le hacía sentir mucho más frustrada y deprimida de lo que había estado el día anterior ante la noticia de su infertilidad.

—Muchas gracias Señora —Chiara agradeció, tomó asiento, cuando Catalina se lo indicó.

—Llámame Catalina por favor —pidió con una sonrisa que no llegó a sus ojos. Chiara se preguntó si tenía algún problema, pero se abstuvo porque no quería ser indiscreta y sería arruinar cualquier posibilidad de trabajo, la gente de dinero agradece sobre todas las cosas la discreción.

—Lo intentaré —Chiara se removió un tanto incómoda, el lujo de la mansión le hacía sentir pequeña, terriblemente insignificante.

—¿Cómo está tu padre hoy? —Catalina había ordenado té y galletas mientras esperaba por Chiara así que no dijo nada cuando una de las chicas entró con el servicio.

—Es apenas su segundo día en la clínica, no he podido hablar con él, pero la señorita de información, me ha comentado que el tratamiento ha iniciado desde el día de ayer —Chiara sabía que era tan bueno como malo, tenía que hacer del primer depósito en dos semanas.

—Me alegro entre más rápido se actué, tendrá mejor oportunidad de vencer esta silenciosa enfermedad —Catalina apartó los ojos de Chiara para servirle el té

—Permítame señora Catalina, lo haré yo —Chiara se ofreció. Sirvió el té y volvió a su lugar.

—Gracias Chiara, eres muy amable —Catalina tomó un sorbo mientras su mente corría a mil por hora, Chiara era perfecta para ser la madre de su hijo, tenía la dulzura que le gustaría ver reflejada en un niño con los ojos de su marido.

—¿Cuánto es lo que necesitas para el tratamiento de tu padre? —Chiara casi se ahogó al escuchar la pregunta de Catalina.

—En realidad no lo sé señora Catalina, la cuota supera los cinco mil euros mensuales —Chiara admitió. Ella a duras penas ganaba alrededor de mil o dos mil euros según sus horas de trabajo en la fábrica de empaques y en el salón.

—Vaya, eso es mucho dinero —Catalina dejó la taza sobre la mesa de centro con una lentitud inquietando, como quien presagia la calma antes de la tormenta.

—¿Tienes trabajo estable? —Chiara negó ante la pregunta, sus trabajos eran por turnos u horas.

—Trabajo a turnos y por horas, realmente nada de lo que pueda confiarme —Chiara admitió con cierta vergüenza.

—Estoy necesitando una asistente personal, me pregunto si ¿estás interesada? —Chiara abrió los ojos ¿Estaba soñando?

—¿Chiara?

—Claro, necesito trabajar —Chiara, ni siquiera lo pensó, estaba aceptando un trabajo que no sabía en qué consistía.

—Te pagaré dos mil euros mensuales y la cuota mensual de la clínica de tu padre correrá por mi cuenta —Chiara creyó que estaba soñando de nuevo, seguramente su entusiasmo le había hecho soñar y al despertar tendría que correr para asistir a su entrevista.

—Eso es demasiado, señora —Chiara pensó que todo no se daba a cambio de nada y temía el precio a pagar, pero su padre la necesitaba ahora y no podía fallarle.

—Yo, no sé qué decir ¿Qué tendría que hacer? —era la pregunta que Chiara temía.

—Espero mucho de ti Chiara, no sabes cuánto y espero poder contar contigo —Catalina se odio un poco, saber que no tenía buenas intenciones para Chiara, le hizo sentir despreciable, pero ella quería un hijo.

— ¿No estoy en posición de rechazar nada, cierto? —Chiara sonrió nerviosamente, su instinto le gritaba que saliera corriendo de la casa y no volviera, pero su corazón gritaba lo que podía perder si no aceptaba el trabajo y todo lo que implicaba estar a las órdenes de la señora Lombardi.

—Puedes hacerlo Chiara, eres completamente libre de no aceptar el trabajo y lo que venga derivado de él, pero la enfermedad de tu padre necesita tratamiento urgente —Catalina presionó un poco sobre la herida.

—Tiene razón, gracias señora Lombardi, no estoy en posición de dejar ir esta oportunidad —Chiara aceptó con una sonrisa nerviosa.

—Catalina, llámame simplemente Catalina —esperaba que Enzo no fuera a tomarlo a mal, estando renuente a conseguir cualquier mujer para comprar los óvulos, quizá y solo quizá podía aceptar a Chiara.

—¿Cuándo puedo empezar? —Chiara preguntó apartando sus miedos, su padre la necesitaba y debía hacer de él su prioridad.

—Puedes iniciar hoy y mañana puedes trasladar tus cosas a la habitación que te corresponderá

—¿Viviré aquí? —Chiara  sospecho, esto ya era demasiado bueno para ser cierto.

—Por supuesto Chiara, asisto a diferentes actividades y no hay hora en la que pueda necesitar de tus servicios, además piensa que te ahorraras el alquiler —Chiara se mordió la lengua, la casa donde vivía era suya, pero si debía pagar taxi todos los días al final de mes, invertiría, una gran cantidad de dinero solo en transporte.

— ¿Por dónde empiezo? —Chiara preguntó animada, rogando al cielo no haber tomado la decisión equivocada.

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—¿Estás loca? No puedes hablar enserio —Andreas, camino de un lado a otro en la oficina de Bianca

—No, pero es la mejor oportunidad que tengo Andreas, piénsalo, mi tía vivirá eternamente agradecida conmigo si le ofrezco mis óvulos —Bianca había escuchado sin querer la conversación entre Enzo y Dante, el odioso abogado de la familia.

—¿Y luego qué? —Andreas preguntó, sin estar de acuerdo en los planes de Bianca, era una completa y absurda locura.

—Luego de convertirme, en la madre del niño, seré la dueña absoluta de todo, la fortuna y Enzo serán míos de manera automática —Bianca sonrió, al visualizar su futuro. Ella convertida en la señora Lombardi.

—No lo sé, no creo que tu tía te confié la vida de un niño, eres demasiado frívola, careces del instinto maternal que una mujer necesita para ser madre — Bianca lo miró con resentimiento.

—Pues espera  y te aseguro que tus ojos verán cómo me convierto en la señora Lombardi —sonrió Bianca, segura de sí misma,

—No había mencionado que, no sería la portadora del bebe...

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Chiara subió al taxi, su día había sido bastante liviano, no estaba cansada y tenía dos tiempos de comida ya en su estómago eso era un alivio, tenía el dinero justo para volver mañana desde su casa al trabajo, suspiró “Tú puedes Chiara” se animó mentalmente, aún debía sacar el turno en el salón y despedirse de su amiga.

Enzo frunció la ceja, al ver a la misma chica de la clínica salir de su casa y subir al taxi ¿Qué es lo que hacía allí? Salió del auto resignado, no podía demorarse más tiempo, había trabajado casi hasta que todos se habían marchado, pero no podía esconderse para siempre y mucho menos correr, Catalina no se merecía una actitud como esta.

—He llegado —Enzo lanzó el saco sin ceremonia sobre el pequeño sofá de su habitación.

—Bienvenido a casa amor —Catalina salió del baño con una bata casi transparente, tenía cincuenta años, pero era una mujer muy hermosa y con un cuerpo que podía despertar las pasiones en cualquier hombre. Enzo agradece ser ese hombre. Saludo a su esposa con un beso húmedo y apasionado.

—¿Todo bien amor? —Enzo preguntó mientras apartaba los rizos de su rostro, tratando de disculparse por lo ocurrido por la mañana.

—Perfectamente cariño —Catalina abrazó el cuerpo de su marido, aspirando su fragancia y aroma natural.

—¿La chica? —Enzo no había querido preguntar, pero le era imposible dejarlo pasar.

—Será mi asistente personal a partir de mañana, no te preocupes —Catalina sonrió con un brillo peculiar en sus ojos.

—¿Tu asistente personal? —Catalina asintió, mientras sus dedos acariciaban la piel del pecho de Enzo.

—Nunca en quince años de matrimonio has tenido un asistente ¿Por qué ahora?  —Enzo arrugó el entrecejo esperando una respuesta de Catalina.

—Sí, mi asistente personal y la futura madre de nuestro hijo…

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