CELOS

Los gemidos inundaron la habitación, Catalina entregada a la pasión, Enzo adorando cada parte de su cuerpo, llevándola al éxtasis del placer en cada embestida, en cada caricia y beso. Estaba locamente enamorada y sería así mientras tuviese vida.

—¡Te amo Enzo! —gritó en medio de su orgasmo, mientras Enzo se vaciaba en su interior.

—Te amo Catalina —susurró a su oído antes de besar sus labios nuevamente. Se apartó con sumo cuidado abandonando la calidez del interior de su esposa.

—Bianca estuvo esta tarde en casa —Catalina cubrió su desnudez con la sábana. Estaba satisfecha y feliz, Enzo siempre era generoso mientras le hacía el amor.

—¿Qué es lo que quería? —Enzo no se molestó en girarse había salido de la ducha hací

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