CONOCIENDO A ENZO

Chiara limpio el salón de la estética donde trabajaba desde hace poco más de un mes, suspiró cansada. Estaba profundamente agradecida con Selena, quien le había ayudado a conseguir el turno de la noche ¿Cómo le diría, que dejaría el trabajo? aún estaba pensando en eso; el trabajo en la casa Lombardi era por casi un sueño, imposible de creer, pero lo tenía y no pensaba desaprovechar la oportunidad. Su padre necesitaba el tratamiento y Chiara, necesitaba descansar un poco, trabajar hasta tarde y dormir apenas unas cuantas horas podría afectar su salud y ¿entonces quién se haría cargo de su padre? Encontrar a Catalina Lombardi, era muy parecido a ganarse la lotería. La tranquilidad que le embargó la mareo.

—¿Estas bien? —Selena, la hermosa pelinegra, la sostuvo antes de que Chiara cayera al piso.

—Sí, ha sido un ligero mareo —Chiara sonrió.— ¿Qué haces aquí Selena? —Selena terminaba turno a las siete de la noche, pero no era raro verla llegar sobre la hora.

—Imagine que aún estaría aquí, salí un poco más temprano del turno en la cafetería y pensé en ti —Selena levantó la bolsa con panecillos y café.

—¡Por Dio! ¡¿Qué haría yo sin ti?! —Chiara dijo, con toda la sinceridad del que pudo ser capaz. Selena era algo así como su ángel de la guarda, siempre estaba cuando más la necesitaba.

—Lo sé —Selena sonrió, —De momento podemos comer, o esto se enfriará —señaló los dos vasos de café sobre la pequeña mesa, que utilizaba como comedor.

—Gracias Selena —Chiara se quitó los guantes, antes de ir a lavarse las manos. Debía hablar con Selena, sobre la nueva oportunidad de trabajo, había hablado antes con la encargada del salón y aunque la mujer se había molestado al final le dio la paga de los días trabajados. Pero su amiga era otra cosa muy distinta. Dejarían de verse, no tendrían estos momentos para conversar. Chiara se dio cuenta de lo sola que estaría en aquella mansión.

—¿Qué sucede? —Selena era observadora y notaba la incomodidad de Chiara.

—Tengo algo que decirte —Chiara dejó dejo el trazo del panecillo, sobre el plato y observó a Selena, convencida de que no podía retrasar lo inevitable.

—¿Qué sucede? —Selena, apartó el vaso de café, para prestarle atención.

—He conseguido un empleo de tiempo completo, inicio mañana, renuncié esta tarde —Chiara bajo la mirada

—¿Por qué agachar la mirada, Chiara? —Selena preguntó, con una sonrisa en los labios.

—Me conseguiste el  trabajo y ahora yo… —Chiara dijo, en un susurro.

—¿Y?  No creas que no soy consciente, este trabajo es agotador para ti, si tienes algo mejor no dudes, ni te detengas por mí Chiara, tu mereces lo mejor —Selena le dio ánimos, no podía hacer otra cosa que apoyarla como siempre. Queriéndola casi como una hermana, pero mucho más que eso.

—¿No estás enfadada? —Chiara preguntó, con los ojos abiertos

—Por supuesto que no cariño, este trabajo es tan matado y mal pagado, todo lo contrario, estoy feliz por ti —Selena era completamente sincera, pero cuando se lo había conseguido, no había pensado en lo cansado que sería, sino solo en ayudarla a conseguir el puesto.

—Gracias Selena, eres la hermana que nunca tuve —Chiara sonrió, feliz de no enfadar a su amiga y triste porque dejaría de verla.

—¿Dónde trabajarás? —Selena, bebió un sorbo de café, antes de que perdiera el encanto al enfriarse.

—Soy la asistente de Catalina Lombardi, inicie hoy, apenas termine la entrevista —respondió con una sonrisa aún más ancha en los labios.

—¿Catalina Lombardi? —Selena abrió los ojos con sorpresa.

—Sí, aún me cuesta creer que…

—¿Has conocido a su marido? —Selena la interrumpió.

—No, no he tenido oportunidad de conocerlo —Chiara, tampoco deseaba conocerlo tan pronto, no sabía qué tipo de persona podía ser.

—Te deseo todo lo mejor del mundo cariño, solo no te olvides de mí —Chiara negó.

—Nunca podría, te lo aseguro, Selena, nunca olvidaré todo lo que has hecho por mí.

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Enzo Lombardi, frenó el auto tan pronto observó el taxi estacionado frente a su casa. Había discutido con Catalina de nuevo por la contratación de Chiara. Tenía la sensación de que cada día era peor ¿Estaba cometiendo un error? ¿Se estaba equivocando al negarse? Enzo, simplemente creía que una mujer capaz de vender un hijo, no podía ser una buena mujer.

Enzo bajó del auto, antes de que ella pudiera subir el primer escalón.

—¿Señorita Ferrer? —Chiara se detuvo abruptamente, al escuchar la voz del hombre a su espalda.

—¿Señor? —Chiara giró sobre sus pies, para quedar frente al hombre. Era guapo, cabello negro azabache, su piel blanca, hacía resaltar el color azul cielo en sus ojos, ojos que la miraban de una manera fría y penetrante, por un momento le asusto.

—Enzo Lombardi —su tono de voz fue frío e impersonal, su mirada parecía fundida en el hielo ártico, cuando se encontró con los ojos grises cálidos de Chiara.

—Señor Lombardi —Chiara, bajo la mirada, algo dentro de ella se removió con angustia, no podía explicar el sentimiento que embargó su corazón.

—Le recomiendo por su bien, que abandone este trabajo, señorita Ferrer —Chiara levantó la mirada, solo para verlo partir, Enzo Lombardi, era todo lo contrario a Catalina.

—La señora, espera en su habitación —Tommaso, el mayordomo le indico apenas puso un pie dentro. Parecía que su presencia incomodaba a más de uno en la mansión.

—Gracias Tommaso —le sonrió, sin tener respuesta el hombre desfiló en dirección contraria a Chiara.

—¿Puedo pasar? —Chiara preguntó, sin obtener una respuesta, por parte de Catalina, llamó un par de veces más y fue el mismo resultado.

—Señora Catalina —no se acostumbraba fácil a llamarle simplemente Catalina. La respuesta, sólo fue un lejano sollozo que le hirió el corazón.

—Señora —abrió la puerta alarmada, Catalina estaba en el lujoso sofá con lágrimas en los ojos observando a través del ventanal sin ver.

—¡Por Dio! ¿Qué sucede? —se apresuró a su lado, preocupada por el estado de su jefa.

—¿Por qué me tiene que pasar esto a mí Chiara? —se lamentó, había discutido con su esposo de nuevo ¿Por qué no era capaz de comprenderla? Lo hacía, recordó, él nunca había fingido su amor, aunque la diferencia de edades entre ellos era bastante, nunca había existido falsedad por parte de Enzo, y podía sentir su amor en cada entrega; cada vez que hacían el amor. Pero el tema de un hijo parecía abrir una brecha entre ellos.

—Por favor señora, trate de mantener la calma —Chiara sirvió, un poco de agua para que bebiera, sus lágrimas parecían cascadas sobre su mejilla y de alguna manera eso le hacía sentir incómoda. No podía entender el motivo de su dolor. Aunque con el marido que tenía era posible que…

—Quiero un hijo Chiara, un hijo me haría la mujer más feliz del mundo, pero soy vieja para eso, ni siquiera puedo darle un hijo a mi marido  —sorbió su nariz sin ceremonia presa de la frustración y el dolor de saber que su vientre estaba muerto, que siempre estuvo muerto.

—¿Un hijo? —Chiara se vio sorprendida, entendió que no era Enzo Lombardi el problema, sino algo mucho más grande y profundo. Ella solo tenía veinte años y no podía comprender el dolor de Catalina. Recordó entonces  que no había fotos de niños por ningún lado de la casa.

—Sí, es lo que más añoro en la vida, darle a mi marido un hijo, pero estoy condenada Chiara, no sirvo como mujer —Chiara torció los labios.

—No diga eso señora por favor, se hace daño —Chiara se arrodillo frente a ella, tomó las manos de Catalina entre las suyas con fuerza.

—Es al verdad Chiara, no sería capaz de echarle culpa, si busca a otra mujer —Catalina sollozo, en el fondo era su mayor miedo, cada día que pasaba era un día más vieja, pronto estaría arrugada y fea, mientras Enzo continuaría hermoso como cada años que pasó desde que lo conoció.

—Si el señor Lombardi la ama, no buscará a nadie más —Chiara no sabía mucho del tema, pero la prensa constantemente hablaba de Enzo Ferrari como un cazafortunas, nunca había prestado interés pues; era un mundo muy lejano a ella.

—Me ama Chiara, nunca pondría en duda sus sentimientos por mí, pero soy realista —Chiara no tenía experiencia en el amor, así que no podía darle un consejo que fuera de utilidad.

—Adoptar es una opción señora Catalina y una maravillosa acción, hay muchos niños abandonados que esperan tener una familia —era el motivo de Chiara para brindarle a su padre todo lo que podía, si su padre la hubiera abandonado, como lo había hecho su madre, ella habría sido uno de tantos niños en espera de recibir amor.

—Lo sé, pero quiero tener un hijo de mi marido, mi propio hijo, no quiero morir sin ver en un niño los ojos de Enzo — Chiara no podía comprender esa necesidad, pero algo en su interior le dolía por la situación de Catalina.

—Podrían alquilar un vientre —Catalina levantó la mirada, sus ojos verdes se fijaron en los hermosos ojos grises de Chiara, que parecían realmente preocupados por ella. Estaba tentada a pedirle que fuera ella esa mujer, pero temía espantarla antes de tener una oportunidad.

— He escuchado que se pueden contratar los servicios de una mujer para que lleve al niño en su vientre —Chiara continuó. Ignorando que Catalina sabía perfectamente el procedimiento e ignorando los pensamientos que la señora Lombardi tenía para ella.

—No están fácil Chiara, no puede ser cualquier mujer además de… —sollozo de nuevo —la prensa se lanzará sobre Enzo, desde nuestro matrimonio lo convirtieron en el tema favorito de la sociedad y no quiero que su nombre continúe en boca de la gente, sin razón alguna. Podrían decir cualquier cosa de él, incluso inventarle una amante o algo para ensuciar su nombre.

Chiara torció el gesto, no había pensado en eso. Ayudar a Catalina a encontrar una solución parecía imposible.

—Olvida esto Chiara, quiero dormir…

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—¡Un mes, Dante! ¡Un mes y siento que la estoy perdiendo! —Enzo, confesó a su mejor amigo. El estado de Catalina había ido a peor cada día, estaba todo el tiempo triste y melancólica, la única que parecía entablar una conversación normal con ella era Chiara, la chica que se había convertido prácticamente en su sombra. Y de alguna manera le molestaba.

—Acepta lo que te ha pedido Enzo —Dante, suspiró no debía obligar a su amigo a tomar una decisión tan difícil, pero le preocupaba la salud de Catalina, había tenido oportunidad de hablar con ella la semana pasada y nunca en todos los años que llevaba de conocerla, había visto tanta dolor en su mirada, sus hermoso ojos verdes parecían haber perdido el brillo característico de ellos.

—¡No es tan fácil  Dante! ¿Por qué no puedes comprenderme? No es fácil tomar la decisión de ver a tu hijo crecer en el interior de una mujer a la que no amas; a la que ni siquiera conoces —Enzo, omitió el detalle que la candidata de Catalina vivía ahora bajo su mismo techo y a quien evitaba como la peste ¿Por qué? Ni siquiera sabía, pero los ojos grises de Chiara parecían acusarlo silenciosamente por la tristeza de Catalina. Apresuró el líquido ámbar de su copa, últimamente había estado probando más licor que en todos sus años como adulto.

—Trato de comprenderte Enzo, pero cada día que pasa, te pones mucho más difícil, tu carácter últimamente es inestable, estallas a la menor probación; lo hiciste con tu secretaria la semana pasada —Enzo era consciente de eso, incluso había pedido disculpa a su secretaria en privado, la joven no tenía la culpa de su mal carácter.

—Será mejor marcharme Dante, no soy buena compañía para nadie —tomó su gabardina y salió del local. No podía continuar huyendo por más tiempo, debía tomar una decisión definitiva Catalina no iba a consumirse delante de sus ojos si podía evitarlo.

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Chiara cerró el zipper del vestido verde esmeralda que abrazaba la figura de Catalina, para ser una mujer de cincuenta años se conservaba en perfectas condiciones.

—Necesito aire fresco Chiara, siento que estoy muriendo —Catalina era muy consciente de estar alejando a su marido cada día más con su comportamiento derrotado. Debía ser valiente y atreverse a renunciar a la idea de tener un hijo y vivir feliz los años que tuviera al lado de Enzo. Pero quería hacer un último intento.

—Chiara —la manera en la que Catalina había pronunciado su nombre le hizo sentir un vacío extraño.

—Dígame señora —se alejó dos pasos para permitir que Catalina se girará para quedar frente a frente.

—Te necesito Chiara, necesito desesperadamente que hagas algo por mi —Chiara trago en seco, los ojos esmeraldas brillaron con angustia.

—Sólo dígame que necesita y lo haré para usted —Chiara respondió sin pensar, guiada por el temor de que Catalina atentara contra su propia vida.

—Permite que mi hijo sea concebido en tu interior, trae a mi hijo al mundo por favor —Chiara palideció ante la petición de Catalina…

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