La brisa fresca de la mañana acaricia el rostro de Lía mientras camina por los senderos de la manada Stormwood. Los árboles, altos y majestuosos, parecen susurrar secretos ancestrales, y el sonido de los lobos entrenando en el claro cercano llena el aire. A pesar de todo lo que ha pasado, por primera vez en mucho tiempo, Lía siente una paz que no había conocido antes.En sus brazos, su hijo duerme plácidamente, su pequeño cuerpo cálido contra el suyo. Observa su rostro tranquilo y sonríe. Aunque la maternidad llegó de forma inesperada, no cambiaría nada de lo que ha vivido. Cada paso, cada desafío, la ha llevado hasta este momento.Einar aparece a lo lejos, caminando hacia ella con una expresión serena. Lleva una camisa blanca ligeramente arrugada y botas llenas de polvo, como si hubiera estado trabajando desde el amanecer. Al verla, su rostro se ilumina con una sonrisa que aún logra sorprenderla.—¿Cómo está nuestro pequeño alfa? —pregunta mientras s
El amanecer pinta el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa mientras Lía se despereza en la cama. La suave respiración de su hijo llena la habitación, un sonido que le trae paz. Einar, sentado en una silla cerca de la ventana, revisa unos documentos de la manada, pero su mirada se desvía hacia Lía cuando la siente moverse.—Buenos días —dice él, dejando los papeles a un lado y acercándose a la cama.—Buenos días —responde Lía, su voz aún cargada de sueño.Einar se inclina para besarla en la frente antes de dirigirse a la cuna, donde su hijo comienza a despertarse. Con movimientos cuidadosos, lo toma en brazos, y Lía observa cómo su expresión se suaviza mientras el bebé lo mira con curiosidad.—Nunca pensé que te vería así —admite Lía, sonriendo al ver la ternura de Einar.—¿Así cómo? —pregunta él, con una ceja levantada.—Tan… vulnerable.Einar suelta una risa baja y vuelve a sentarse en la cama junto a ella, el bebé acomodado en su pecho.—Supongo que ambos hemos cambiado.Constru
El aire está cargado de emoción mientras los miembros de la manada Stormwood se reúnen alrededor de la fogata central. Es una noche especial, una tradición que simboliza el renacimiento y la unión. Einar ha convocado a todos para hacer un anuncio importante, uno que marcará un antes y un después en sus vidas.Lía, de pie junto a él, siente el peso de las miradas de la manada. Aunque los meses recientes han sido un desafío, sabe que este momento es crucial. Su hijo duerme en una cuna improvisada cerca de ellos, ajeno a la importancia de la noche.Einar da un paso adelante, su presencia imponente captando la atención de todos.—Stormwood siempre ha sido una manada fuerte —comienza, su voz firme pero cálida—. Hemos enfrentado enemigos, pérdidas y cambios, pero seguimos aquí, más unidos que nunca.Los murmullos de aprobación recorren el círculo.—Hoy quiero compartir algo personal —continúa, mirando a Lía antes de volver su atención a los demás—. He cometido errores. He sido un líder que
El amanecer en Stormwood trae consigo una calma que Lía no había sentido en mucho tiempo. El aire fresco acaricia su rostro mientras observa desde la ventana cómo la manada comienza a moverse por el claro. Algunos entrenan, otros se preparan para las tareas del día, pero todo parece más armonioso.Einar está junto a la cuna, inclinándose sobre su hijo con una ternura que contrasta con la imagen del alfa fuerte y decidido que todos conocen. Es un lado de él que pocos han visto, y que Lía comienza a entender como parte esencial de quien es.—Nunca pensé que esto sería mi vida —dice ella, rompiendo el silencio.Einar levanta la mirada, sonriendo suavemente.—¿Es algo bueno o malo? —pregunta mientras se endereza y se acerca a ella.—Es diferente —admite Lía—. Pero creo que, por primera vez, siento que pertenezco a algún lugar.Einar asiente, comprendiendo la profundidad de sus palabras.—Y siempre tendrás un lugar aquí.Construyendo lazosA lo largo del día, Einar y Lía trabajan juntos en
El sol se alza sobre Stormwood, marcando el inicio de un nuevo día lleno de posibilidades. Lía se despierta con el suave sonido de los pájaros, y al girar la cabeza, encuentra a Einar aún dormido a su lado, su rostro relajado, casi vulnerable. Una sonrisa se dibuja en sus labios al recordar todo lo que han superado juntos.Se levanta con cuidado para no despertarlo y camina hacia la cuna de su hijo. El pequeño está despierto, moviendo sus manitas y mirándola con esos ojos que tanto le recuerdan a Einar. Lo toma en brazos y siente una oleada de amor y responsabilidad.—Buenos días, mi pequeño guerrero —susurra, besando su frente.Nuevas responsabilidadesMás tarde, Lía y Einar se reúnen con los líderes de la manada en la sala de reuniones. Es la primera vez que Lía asiste como compañera oficial del alfa, y aunque algunos la miran con reservas, otros la reciben con una cálida sonrisa.—Hoy discutiremos cómo fortalecer nuestras alianzas con otras manadas —comienza Einar, su tono firme pe
La vida en Stormwood ha comenzado a estabilizarse. La manada, aunque inicialmente reticente, ha empezado a aceptar a Lía como la compañera de Einar y a su hijo como el futuro del linaje. Sin embargo, los días tranquilos son pocos para un alfa y su pareja, y ambos saben que su camino aún está lleno de retos.Un día en la manadaLía se despierta temprano, como de costumbre, con el suave murmullo del bosque entrando por la ventana. Su hijo duerme profundamente en la cuna junto a su cama, su pequeño pecho subiendo y bajando con cada respiración. Einar ya no está en la habitación; seguramente ha salido para atender los asuntos de la manada.Decide aprovechar el momento para salir al jardín y disfrutar de la calma matutina. Mientras camina, se encuentra con Freya, quien está organizando a un grupo de jóvenes para entrenar.—Buenos días, Lía —saluda Freya con una sonrisa—. ¿Vienes a unirte al entrenamiento?Lía ríe suavemente, negando con la cabeza.—Tal vez más tarde. Por ahora, solo quiero
La luz del amanecer apenas comienza a filtrarse por las ventanas de la casa principal de Stormwood. Lía está en la cocina, rodeada de silencio, preparando una infusión de hierbas para calmarse después de una noche inquieta. Su hijo duerme en su cuna, ajeno a la inquietud que atormenta a su madre. Desde hace días, Lía siente una tensión en el aire, como si algo o alguien estuviera acechando desde las sombras.Mientras el agua hierve en la tetera, un golpe suave en la puerta la saca de sus pensamientos. Se detiene, su corazón latiendo con fuerza. Mira hacia la puerta, esperando escuchar otro sonido, pero lo único que se oye es el crujido de las ramas afuera.Lentamente, se acerca y abre la puerta. El aire frío de la mañana le eriza la piel, pero no hay nadie allí. Solo un sobre marrón, con manchas de barro y bordes arrugados, descansa en el suelo. Lía lo recoge con cautela, sintiendo una mezcla de curiosidad y temor.Cierra la puerta y se sienta en la mesa, inspeccionando el sobre. No t
La tensión en Stormwood es palpable desde el amanecer. Los lobos de la manada patrullan los límites del territorio con más frecuencia, y los rumores de una amenaza externa se esparcen como fuego. Einar, de pie en la cima de una colina que domina el valle, observa el horizonte con ojos afilados. Su instinto le dice que algo se aproxima, algo que pondrá a prueba no solo su liderazgo, sino todo lo que ha construido junto a Lía.Lía, mientras tanto, está en la casa principal con su hijo en brazos. Trata de calmarse, pero las palabras de Einar la persiguen: “Una manada rival está cerca. No sabemos cuánto tiempo tenemos antes de que actúen.” A pesar de su preocupación, sabe que no puede mostrar miedo. Su hijo necesita sentir seguridad, aunque ella misma no la tenga.—¿Estás bien? —pregunta Caleb, quien se encuentra sentado en el porche, observando a Lía desde la distancia. Desde su última visita, había decidido quedarse un tiempo en Stormwood para asegurarse de que Lía y su hijo estuvieran