El sol apenas comienza a asomarse por el horizonte cuando Einar se despierta. El suave murmullo de los árboles rodea la cabaña que comparte con Lía y su hijo. A su lado, Lía duerme profundamente, con una mano apoyada en la cuna improvisada junto a la cama. Einar la observa en silencio, permitiéndose un momento de tranquilidad antes de enfrentar otro día lleno de responsabilidades.Ser alfa siempre había sido una tarea que él asumió con orgullo, pero ahora, con Lía y el bebé en su vida, todo había cambiado. La manada Stormwood no solo dependía de su fuerza y liderazgo, sino también de su capacidad para equilibrar esos roles con los de padre y pareja.Después de prepararse en silencio, Einar baja a la cocina. Encuentra a una de las omegas más jóvenes organizando los suministros. Ella levanta la vista al verlo y rápidamente baja la cabeza, incómoda. Einar se detiene, recordando los días en que su presencia imponía respeto y, a menudo, miedo. Ahora, quiere algo diferente.—Buenos días, Ma
La brisa fresca de la mañana acaricia el rostro de Lía mientras camina por los senderos de la manada Stormwood. Los árboles, altos y majestuosos, parecen susurrar secretos ancestrales, y el sonido de los lobos entrenando en el claro cercano llena el aire. A pesar de todo lo que ha pasado, por primera vez en mucho tiempo, Lía siente una paz que no había conocido antes.En sus brazos, su hijo duerme plácidamente, su pequeño cuerpo cálido contra el suyo. Observa su rostro tranquilo y sonríe. Aunque la maternidad llegó de forma inesperada, no cambiaría nada de lo que ha vivido. Cada paso, cada desafío, la ha llevado hasta este momento.Einar aparece a lo lejos, caminando hacia ella con una expresión serena. Lleva una camisa blanca ligeramente arrugada y botas llenas de polvo, como si hubiera estado trabajando desde el amanecer. Al verla, su rostro se ilumina con una sonrisa que aún logra sorprenderla.—¿Cómo está nuestro pequeño alfa? —pregunta mientras s
El amanecer pinta el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa mientras Lía se despereza en la cama. La suave respiración de su hijo llena la habitación, un sonido que le trae paz. Einar, sentado en una silla cerca de la ventana, revisa unos documentos de la manada, pero su mirada se desvía hacia Lía cuando la siente moverse.—Buenos días —dice él, dejando los papeles a un lado y acercándose a la cama.—Buenos días —responde Lía, su voz aún cargada de sueño.Einar se inclina para besarla en la frente antes de dirigirse a la cuna, donde su hijo comienza a despertarse. Con movimientos cuidadosos, lo toma en brazos, y Lía observa cómo su expresión se suaviza mientras el bebé lo mira con curiosidad.—Nunca pensé que te vería así —admite Lía, sonriendo al ver la ternura de Einar.—¿Así cómo? —pregunta él, con una ceja levantada.—Tan… vulnerable.Einar suelta una risa baja y vuelve a sentarse en la cama junto a ella, el bebé acomodado en su pecho.—Supongo que ambos hemos cambiado.Constru
El aire está cargado de emoción mientras los miembros de la manada Stormwood se reúnen alrededor de la fogata central. Es una noche especial, una tradición que simboliza el renacimiento y la unión. Einar ha convocado a todos para hacer un anuncio importante, uno que marcará un antes y un después en sus vidas.Lía, de pie junto a él, siente el peso de las miradas de la manada. Aunque los meses recientes han sido un desafío, sabe que este momento es crucial. Su hijo duerme en una cuna improvisada cerca de ellos, ajeno a la importancia de la noche.Einar da un paso adelante, su presencia imponente captando la atención de todos.—Stormwood siempre ha sido una manada fuerte —comienza, su voz firme pero cálida—. Hemos enfrentado enemigos, pérdidas y cambios, pero seguimos aquí, más unidos que nunca.Los murmullos de aprobación recorren el círculo.—Hoy quiero compartir algo personal —continúa, mirando a Lía antes de volver su atención a los demás—. He cometido errores. He sido un líder que
El amanecer en Stormwood trae consigo una calma que Lía no había sentido en mucho tiempo. El aire fresco acaricia su rostro mientras observa desde la ventana cómo la manada comienza a moverse por el claro. Algunos entrenan, otros se preparan para las tareas del día, pero todo parece más armonioso.Einar está junto a la cuna, inclinándose sobre su hijo con una ternura que contrasta con la imagen del alfa fuerte y decidido que todos conocen. Es un lado de él que pocos han visto, y que Lía comienza a entender como parte esencial de quien es.—Nunca pensé que esto sería mi vida —dice ella, rompiendo el silencio.Einar levanta la mirada, sonriendo suavemente.—¿Es algo bueno o malo? —pregunta mientras se endereza y se acerca a ella.—Es diferente —admite Lía—. Pero creo que, por primera vez, siento que pertenezco a algún lugar.Einar asiente, comprendiendo la profundidad de sus palabras.—Y siempre tendrás un lugar aquí.Construyendo lazosA lo largo del día, Einar y Lía trabajan juntos en
El sol se alza sobre Stormwood, marcando el inicio de un nuevo día lleno de posibilidades. Lía se despierta con el suave sonido de los pájaros, y al girar la cabeza, encuentra a Einar aún dormido a su lado, su rostro relajado, casi vulnerable. Una sonrisa se dibuja en sus labios al recordar todo lo que han superado juntos.Se levanta con cuidado para no despertarlo y camina hacia la cuna de su hijo. El pequeño está despierto, moviendo sus manitas y mirándola con esos ojos que tanto le recuerdan a Einar. Lo toma en brazos y siente una oleada de amor y responsabilidad.—Buenos días, mi pequeño guerrero —susurra, besando su frente.Nuevas responsabilidadesMás tarde, Lía y Einar se reúnen con los líderes de la manada en la sala de reuniones. Es la primera vez que Lía asiste como compañera oficial del alfa, y aunque algunos la miran con reservas, otros la reciben con una cálida sonrisa.—Hoy discutiremos cómo fortalecer nuestras alianzas con otras manadas —comienza Einar, su tono firme pe
La vida en Stormwood ha comenzado a estabilizarse. La manada, aunque inicialmente reticente, ha empezado a aceptar a Lía como la compañera de Einar y a su hijo como el futuro del linaje. Sin embargo, los días tranquilos son pocos para un alfa y su pareja, y ambos saben que su camino aún está lleno de retos.Un día en la manadaLía se despierta temprano, como de costumbre, con el suave murmullo del bosque entrando por la ventana. Su hijo duerme profundamente en la cuna junto a su cama, su pequeño pecho subiendo y bajando con cada respiración. Einar ya no está en la habitación; seguramente ha salido para atender los asuntos de la manada.Decide aprovechar el momento para salir al jardín y disfrutar de la calma matutina. Mientras camina, se encuentra con Freya, quien está organizando a un grupo de jóvenes para entrenar.—Buenos días, Lía —saluda Freya con una sonrisa—. ¿Vienes a unirte al entrenamiento?Lía ríe suavemente, negando con la cabeza.—Tal vez más tarde. Por ahora, solo quiero
Einar camina por el bosque con la cabeza en alto, el pecho firme, y cada paso que da es una demostración de su fuerza y de su dominio absoluto. Para los suyos, él es mucho más que el alfa de la manada Stormwood; es la encarnación de su legado, el protector que no teme a nadie, ni siquiera a sus enemigos más mortales. Desde temprana edad, fue educado en la dureza de los inviernos y en la rudeza de la selva, en las estrategias de lucha y en la crueldad que supone ser el líder de una manada salvaje. Einar no recuerda un día de su vida en el que no haya tenido que demostrar su valor, su destreza y su autoridad.Nació para mandar, pero con el peso del liderazgo vinieron las expectativas y, con ellas, la frialdad. Ser líder no le permitía el lujo de mostrar vulnerabilidad ni debilidad. Sus padres, los anteriores alfas, se aseguraron de que cada error fuera corregido con lecciones severas, y él aprendió que cualquier indicio de compasión o duda se pagaba caro. Esa fue la clave para convertir