Capítulo 6
Sebastián cogió el acuerdo de divorcio y lo revisó con rapidez, asegurándose de que era legítimo y formal. Su rostro se puso morado de rabia.

—¿Divorcio? ¡Pues adelante! Marisela, nunca debí casarme contigo.

Firmó el acuerdo con furia, sin vacilar dos veces.

Guardé los papeles del divorcio y, sin mirarlo siquiera, —le dije:

—Mañana a las nueve y media de la mañana vamos a tramitar el divorcio.

Pero él actuó como si no hubiera escuchado. En su lugar, se volteó hacia Valeria y le dijo:

—No te preocupes por eso, Vale. Vamos a llevar a Milo al veterinario. Todo va a estar bien.

Valeria le sonrió con agrado y me lanzó una mirada llena de triunfo, como si acabara de ganar algún premio, yo solo podía sentir una profunda tristeza por ella, y por él.

Sin prestarle más atención, me di la vuelta y cerré la puerta detrás de mí. Pero al hacerlo, no pude evitar pensar en mi suegra. Esa mujer tan buena y generosa ya no estaba, y su hijo se preocupaba más por un simple gato que por ella. Sentí una mez
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