Capítulo 2

_ ¡¿Cómo te atreves a agredir a mi suegra?! _ Abel la miró furioso _ estos son asuntos familiares en los que tú no tienes nada que ver, ahora largo de aquí si no quieres que llame a la policía.

_ Si tú te atreves a llamar a la policía, creeme que antes que tomes el teléfono para hacerlo voy a quebrar todos tus huesos como si fueran ramas secas, te atreves a defender a tu dizque suegra pero eres incapaz de tratar bien a una mujer que te soportó con todos los defectos que cargas, solo porque esta vieja bruja pariera a alguien como Samantha no significa que sea una madre para mi amiga, ella si es una buena hija pero este adefesio no es alguien que merezca usar un adjetivo calificativo de esa magnitud.

Liah tomó a Samantha de la mano, ella la llevó lejos de esa casa. Llegaron a un restaurante mexicano en donde las atendieron muy bien, las lágrimas de Sam no se hicieron esperar y tampoco las manos de su amiga limpiando su rostro.

_ Deja de llorar, ellos no merecen ni siquiera tus lágrimas. Vamos a comer, las penas con pan pesan menos cariño.

Ellas ordenaron lo que querían comer pero Samantha empezó con malestar estomacal así que no tuvieron más opción que irse al apartamento de Liah. Estando ahí ella tomó medicina para recuperarse y luego de un buen rato pudo aliviarse gracias a que sacó un enorme cólico que tenía atrapado.

_ Tengo que irme _ le dijo a Liah _ muchas gracias por distraerme un poco aunque fuera, hay cosas que necesito hablar con Abel.

_ Si se pone de idiota me avisas, le tengo ganas de darle una zurra desde hace tiempo y en definitiva no se me va a quitar hasta que se la de.

_ Liah, por favor deja tu lado agresivo de lado _ ella miró a su amiga con súplica _ a veces me preocupa que seas tan impulsiva, pero así te quiero bobita.

Samantha se fue a la casa que compartía con Abel, en el momento que ella llegó fue recibida por su prometido que le reprochaba por la actitud de Liah e incluso la suya, Sam guardó silencio hasta que llegó un punto en el que no pudo seguir más con los gritos de su futuro esposo.

_ ¡Dime una cosa Abel! ¿Con quién se supone que te vas a casar? ¿Quién es la persona que te ha apoyado todo este tiempo que no tienes trabajo?

_ Eres tú _ contestó sorprendido _ todo lo que me has preguntado, has sido única y exclusivamente tú.

_ Entonces porque defiendes tanto a mi mamá, sinceramente esa actitud tuya de que siempre estás del lado de ella es demasiado cansado, se supone que soy tu prometida, la mujer que te apoyo desde el momento que te quedaste sin trabajo, pero al parecer la única persona que va a tener una importancia en tu vida es mi mamá, es increíble que encuentro más respaldo en Liah que es mi amiga que en ti, mi prometido, decide qué bando vas a escoger porque ya me estoy hartando de esto.

Abel se sorprendió al escuchar a Samantha tan decidida, ella nunca le había hablado de la forma que lo hizo en estos momentos. Empezó a ponerse nervioso al pensar que lo botaría a la calle y no tendría ningún sitio donde quedarse porque definitivamente no se quedaría con la madre de su prometida.

_ Cariño, se supone que tienes que estar feliz por la relación que tengo con tu madre, muy pocas personas se llevan bien con su suegra y tú qué tienes esa fortuna vienes a quejarte.

_ Me alegra ver que te llevas bien con mi mamá pero no estaría mal que de vez en cuando te pongas de mi parte, sin embargo lo que haces es incluso jugarme esas disques bromas que dejan de ser divertidas para mí, deberían tener eso en cuenta antes de abrir su boca e incluso me pregunto si realmente son chistes de mal gusto los que dicen porque desde mi punto de vista son ataques pasivos agresivos.

Samantha se fue de dónde estaba Abel, ella se acostó en su cama y al pensar en todo lo que había dicho se sorprendió pero a la misma vez sintió un enorme alivio de haber sacado un poco de lo que tenía atravesado desde hace mucho tiempo. Al día siguiente se sorprendió al encontrar un Abel tierno y amable, le había preparado el desayuno e incluso fue él quién dió el beso de los buenos días esa vez.

Esa noche en uno de los club más populares y exclusivos de Toronto, se encontraba Vlad Petrov desde lo alto mientras divisaba el negocio que le había tomado mucho esfuerzo levantar, una mujer se presentó donde él veía como un halcón cada una de las personas que se movían al compás de la música.

_ Vlad, he venido a verte _ dijo la mujer tímidamente _ quiero hablar contigo sobre un asunto muy serio.

Vlad la miró de reojo y con un simple movimiento de cabeza se fueron a una oficina, él caminó a largos pasos hasta la silla de cuero que estaba preparada para el jefe.

_ Bien, te escucho Camila _ él entrelazó sus dedos _ por favor toma asiento que por eso no voy a cobrar.

_ He venido a decirte que conocí a alguien _ ella permaneció de pie _ las cosas parecen ir en serio y quise hablar contigo primero.

_ Ya veo, muy bien que te vaya bonito _ ella no se movió ni un ápice _ ¿Qué otra cosa quieres decirme Camila?

_ ¿Solamente eso vas a decir? Pensé que tu reacción iba a ser completamente diferente, no sé es un poco decepcionante.

_ A ver _ Vlad sonrió de lado _ desde un inicio los dos sabíamos que solamente era una relación de sexo, si tú dices que has conocido a alguien que quiere estar en serio contigo pues no voy a impedir tal cosa. Si piensas que te voy a rogar para que me aceptes a mi y no al otro hombre, desde ya te digo que estás completamente equivocada.

_ Pero Vlad, pensé que estos meses ibas a terminar por enamorarte de mí, es decir el corazón de un hombre se gana desde la cama y vaya que hemos pasado muchas veces entre las sábanas, estoy segura que nos miramos más veces desnudos que vestidos.

_ Ese es el detalle, soy diferente, a mí no me vas a conquistar solo porque te acuestas conmigo. Soy un poco más difícil en ese aspecto, si eso es todo lo que has venido a decir te puedes ir _ él extendió su mano mientras mostraba la puerta _ supongo que ya sabes el camino a la salida.

_ ¿Cómo puedes ser tan maldito? _ ella lo miró con rabia y dolor _ pensé que me ibas a pedir que me quedará a tu lado, soy capaz de darle la espalda a ese hombre si tú me lo pides.

_ A ver Camila, si tú te has enamorado de mí no es mi culpa. Desde un inicio ambos sabíamos a lo que nos metiamos, accediste a tener una relación únicamente de sexo conmigo, si pensaste que ibas a conseguir algo más durante ese tiempo no fue cosa mía si no tuya por andar construyendo castillos en el aire que ni al caso.

_ Eres un bastardo, pensé que te iba a cambiar con el tiempo pero definitivamente me equivoqué y el golpe duele el doble.

_ Si, soy un bastardo _ él dijo con indiferencia _ mi padre nunca me reconoció y es algo que no me afecta, si piensas que con esas palabras vas a lastimarme desde ya te digo que estás más equivocada de lo que tú reconoces.

****

Luego de muchos contratiempos finalmente las cosas de la boda comenzaban a tomar forma, Samantha se sentía tan ilusionada y feliz por su reciente unión que no cabía de alegría. Ese día iría a traer su vestido de novia a New York, Liah nuevamente la acompañaba.

_ Cariño _ Samantha se acercó a Abel _ en esta ocasión voy a demorar un poco más, vendré dentro de una semana, espero que no mueras en el intento.

_ No te preocupes amor _ él le dió un beso en la frente _ ve a hacer todo lo que necesitas mirar, ya dentro de poco nos casamos finalmente.

_ Si _ ella dijo emocionada _ muy bien, entonces nos vemos dentro de una semana, cualquier cosa le dices a mi mamá, ya sabe que voy a demorar ese tiempo en New York y aunque no le pareció mucho la idea pues no hay más opciones.

Samantha salió de su casa rumbo al aeropuerto, el tráfico se encontraba bastante pesado así que su taxi se quedó en el tranque, se dijo para sí misma que por suerte había salido a tiempo porque no podía darse el lujo de perder el vuelo. Mientras esperaba que la cola inmensa avanzará se detuvo al lado de un carro bastante ostentoso, en el momento que miró al conductor se quedó helada, Vlad Petrov, ya había tenido el disgusto de tratarlo debido a la familiaridad que los unía con los esposos de dos de sus mejores clientas, Katherine De Reed y Elizabeth Harris De Reed. 

Le parecía un tipo de lo más presuntuoso y mujeriego que podía existir, unas cuantas palabras habían bastado para tener un panorama de lo que conforma la personalidad de ese hombre, que le parecía lo más guapo que sus ojos han visto durante el tiempo que llevaba de vida.

_ Un momento _ ella habló en voz alta _ ¿El más apuesto? ¿Acaso te has vuelto loca Samantha? Te vas a casar dentro de poco y estás pensando en que ese narcisista mujeriego es guapo, por favor ubícate.

_ No te puedo culpar de tu buen gusto _ le dijo Vlad desde su coche _ gracias por hacerme saber que soy guapo ante tus ojos, no me importa que estés por casarte, si quieres probar un buen filete antes de que te condenes a una vida matrimonial me puedes encontrar en el Luxury.

_ ¡¿Qué haces escuchando mi conversación?! _ ella le gritó bastante roja _ ¡Eres un metiche! Ve y mete tu oferta en donde no te da el sol.

Vlad se puso a reír al ver el rostro rojo de la mujer, parecía que le iba a dar algo en una de esas. Definitivamente ella le causaba mucha intriga, sus sentimientos eran muy opuestos a los de Samantha y aunque no se encontraba profundamente enamorado como muchos dicen después de que conocen a alguien del sexo contrario, lo cierto es que deseaba pasar tiempo con ella, había cierta atracción.

El congestionamiento vehícular finalmente comenzó a avanzar pero la vergüenza que Samantha había pasado nada se lo quitaba, incluso el taxista la miraba de reojo de vez en cuando a través del espejo retrovisor. Ella llegó al aeropuerto con el tiempo suficiente para registrar su maleta y hacer todo lo necesario, Liah se encontraba esperándola, en el momento que la vió fue a saludarla amablemente sin embargo notó que su amiga aún se encontraba caliente y roja.

_ ¿Qué te pasó? _ ella le tocó la frente _ ¿Acaso te has enfermado? Porque si es así se cancela todo en este momento y viajamos a New York en otra ocasión.

_ No es nada, solamente que el calor es insoportable _ ella mintió _ vamos Liah que es necesario hacer todos los trámites que nos piden. 

Ella avanzó rápidamente por el aeropuerto y antes de que Liah viera la forma como caminaba supo que su amiga le mentía de la forma más descarada posible, sin embargo no quiso decirle nada en absoluto y simplemente le siguió el juego. Ambas subieron al avión en donde por suerte tuvieron muy buenos lugares.

_ Finalmente voy por mi vestido _ dijo Samantha _ después de tanto esperar para tenerlo, solo espero que todo salga bien porque ya se encuentra casi todo listo menos lo que vamos a usar el día de nuestra boda.

_ Sinceramente me parece increíble que Abel ni siquiera de su traje de novio se ocupe, tiene que hacer algo por su boda, no te vas a casar sola después de todo y él bastante tiempo posee para mover su perezoso trasero del sofá e ir por el esmoquin que va a utilizar el día de su matrimonio.

_ Estoy segura que lo va a hacer antes de lo que pensamos, ahora tratemos de relajarnos durante el vuelo que aunque no es largo si está cansado el condenado.

El avión se elevó por todo lo alto, Samantha anotaba unas cosas en su agenda, tachaba algunos pendientes mientras anotaba otros. Liah miraba a su amiga con tanta ilusión por lo de su boda que solamente le pedía a los cielos que todo saliera a pedir de boca, no lo hacía por Abel, en definitiva no, adoptaba esa postura debido a que Sam se encontraba feliz por su próximo enlace matrimonial con el poco hombre de su prometido. Finalmente ellas llegaron a New York en donde fueron bien recibidas por los empleados de los diversos sitios a los que asistían, en el momento que Samantha se probó su vestido de novia, quedó conforme con la prenda que escogió meses atrás…

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