Queridas lectoras hemos comenzado oficialmente la publicación de esta novela. Publicaré nuevos capítulos de lunes a viernes. Agreguen a sus bibliotecas y coméntenme, ¿qué cree que pasa por la cabeza de Luciano? ¿Por qué sigue buscando a Marianne? ¿Y Marianne, está loca de pensar en Luciano para casarse? Sabemos que sí ¿no? Jajaja. Las leo.
—¿Entenderme en qué, si podría ser más específico?—Si lo de la otra noche fue producto de mi imaginación, y estás segura de ello. ¿Por qué rehúyes de mí?—No estoy rehuyendo de usted. ¿Por qué habría de hacerlo? Debe haberlo malinterpretado.—¿No? Debías facilitarme el estudio de mercado de la prop
—No me convence, mamá. No me veo como yo. ¿Crees que a Andrew le gustará? Quiero que lloré cuando me vea caminar hacia el altar — se queja subiéndose el escote — ¿Te gusta este vestido hermana? Me gusta el vestido. ¿Le daré mi aprobación en algo que le luce bien? NO. —Está lindo… — finjo que el ve
—¿Lo es? ¿Lo conocemos de casualidad? ¿De qué trabaja? — indaga sospechosa. —Lo es. No sé si tú le conoces, pero es un inversor, estadounidense — invento e invento. —¿Inversor extranjero? ¿Cuántos años me dices que tiene? — pregunta con una malicia que me sabe amargo — ¿Es su edad el problema? ¿Ti
Es interesante cómo la mente humana funciona en un episodio maniático. Veme aquí habiéndole propuesto matrimonio a mi jefe en un ataque de ira. Él no mejora mi bochorno al tomar el control de su escritorio y presionar para que las persianas bajen automáticamente para resguardarnos de los curiosos.
—Presentaré mi renuncia, esta tarde. Disculpa por mi actitud, no ha sido profesional — menciono con más lágrimas cayendo. Escucho un suspiro profundo, muy profundo. —No hay necesidad — dice él rendido. Lo miro esperanzada — Todos tenemos decisiones y días de m****a. No mereces ser despedida por un
A una semana del desastre de la tienda de vestidos de novias, la perversa de la mujer que me gasto como madrastra no ha parado de insistir con que le pasé el nombre de mi supuesto prometido. Pero lo único que he conseguido de esa infame app de citas han sido veinte dickpics, cinco propuestas de sexo
—Nada. Voy al club ecuestre. Es la cena de compromiso de Amanda, mi hermana — explico. —¿Con qué planeas sabotearla esta vez? No me digas que te has rendido, eso sería muy aburrido de tu parte. Le miro con mi lengua pegando de mi mejilla. Me siento ridiculizada, burlada pero ya qué tanto. Más bajo
América, América de Belmonte es el nombre de mi detestable madrastra. Pero es que su nombre lo detesto tanto que trato de no recordarlo. Ese nombre era el que mi madre repetía sin parar enferma, responsabilizándola a ella de la destrucción de su matrimonio. Desde joven lo pude comprender, que más cu