Comienzan a servir las entradas. Y mi media hermana no puede dejar que me coma el carpaccio de salmón en tranquilidad. Ella toma una de sus copas de agua y choca un tenedor con esta. El ruido de la conversación general se acaba para escucharla. —No saben lo afortunados que somos de tenerlos con nos
—Habíamos acordado en que reservaríamos la noticia para otra celebración, hija — comenta mi papá. Verlo es ver la imagen de la hipocresía. Él sabe la verdad, que esto es una farsa, que hasta hace menos de dos semanas estaba enamorada de Andrew y quería darle miles de hijos. Pero ¿Sergio Belmonte ad
—¿Entenderme en qué, si podría ser más específico?—Si lo de la otra noche fue producto de mi imaginación, y estás segura de ello. ¿Por qué rehúyes de mí?—No estoy rehuyendo de usted. ¿Por qué habría de hacerlo? Debe haberlo malinterpretado.—¿No? Debías facilitarme el estudio de mercado de la prop
—No me convence, mamá. No me veo como yo. ¿Crees que a Andrew le gustará? Quiero que lloré cuando me vea caminar hacia el altar — se queja subiéndose el escote — ¿Te gusta este vestido hermana? Me gusta el vestido. ¿Le daré mi aprobación en algo que le luce bien? NO. —Está lindo… — finjo que el ve
—¿Lo es? ¿Lo conocemos de casualidad? ¿De qué trabaja? — indaga sospechosa. —Lo es. No sé si tú le conoces, pero es un inversor, estadounidense — invento e invento. —¿Inversor extranjero? ¿Cuántos años me dices que tiene? — pregunta con una malicia que me sabe amargo — ¿Es su edad el problema? ¿Ti
Es interesante cómo la mente humana funciona en un episodio maniático. Veme aquí habiéndole propuesto matrimonio a mi jefe en un ataque de ira. Él no mejora mi bochorno al tomar el control de su escritorio y presionar para que las persianas bajen automáticamente para resguardarnos de los curiosos.
—Presentaré mi renuncia, esta tarde. Disculpa por mi actitud, no ha sido profesional — menciono con más lágrimas cayendo. Escucho un suspiro profundo, muy profundo. —No hay necesidad — dice él rendido. Lo miro esperanzada — Todos tenemos decisiones y días de m****a. No mereces ser despedida por un
A una semana del desastre de la tienda de vestidos de novias, la perversa de la mujer que me gasto como madrastra no ha parado de insistir con que le pasé el nombre de mi supuesto prometido. Pero lo único que he conseguido de esa infame app de citas han sido veinte dickpics, cinco propuestas de sexo