Cuando abro los ojos, la cara de Benjamín me recibe, él me mira fijamente, yo no hago nada, solo lo miro, ninguno de los dos dice nada. Él no pestañea y yo tampoco.
Es un juego de miradas.
Son las quemaditas.
Yo siempre ganaba y esta vez no fue la excepción, poco a poco los ojos de Benjamín comenzaron a llenarse de lágrimas, y su cara a ponerse roja, hasta que no pudo aguantar y pestañeo.
—¡Siempre me ganas!, revela tu truco —me dice apuntando con el dedo, yo niego con una sonrisa triunfal.
—Me sorprende que aún sigas intentando ganarme, me sorprende, hermanito.
Abro el tapado de la cama para ir a bañarme, hoy era el primer día en la nueva escuela, y estaba ansiosa por saber si era igual a los libros y películas.
—En fin, lo haré algún día, descubriré tu secreto, ¡bruja! —me gritó antes de salir de mi habitación, yo solo reí. Benjamín odiaba perder, y en las quemaditas, perdía siempre.
—Trinidad, ¿Estás levantada? —gritó mi madre.
Yo me asomé en la puerta para responderle y que me escuchara, según ella era sorda, pero para algunas cosas solamente.
—Desperté con la horrible cara de Benjamín mirándome, así que estoy más que despierta —grito de vuelta.
—¡Cállate bruja! —grita de vuelta Benja.
—¡Benjamín, no le hables así a tu hermana! —le grita mamá, Benja está mirándome desde la puerta de su habitación, entrecerrando los ojos, yo hago lo mismo.
—¡Pero ella me dijo horrible!
—¡Trinidad, no le digas horrible a tu hermano! —grita ella, Benjamín me da una sonrisa triunfal, yo ruedo los ojos.
—Ve a esconderte bajo la faldita de tu mamita, cobarde.
—Ella también es tu madre.
Cierro la puerta, esto era habitual con Benjamín, un momento éramos hermanos unidos y en otro, éramos rivales. Me encantaba nuestra relación, aunque ambos éramos muy competitivos.
Cuando éramos pequeños, siempre, pero siempre, uno de los dos terminaba llorando, casi siempre era Benjamín, ahí lo veías todo machote, pero era bien cobarde, yo lloraba cuándo sabía que iba a perder y veía a mi padre, si yo lloraba, él retaba a Benjamín y yo salía victoriosa.
¡Cuánta maldad hay en mi alma!
Me metí rápidamente a la ducha, había dejado mi ropa la noche anterior lista, porque tenía una manía con eso, siempre tenía que dejar la ropa lista.
Otra cosa que debes saber de mí, es que yo odiaba llegar tarde a cualquier lugar, y cuando digo a cualquier lugar, es eso. Así que cuando estuve lista y me vestí, me miré en el espejo de cuerpo completo que tenía, no voy a mentir, no era la típica chica que se ponía lo primero que encontraba en el armario, no, a mí me gustaba verme bien, tenía muchos atributos que me encantaba mostrar al mundo.
Vanidosa le dicen…
Me coloque un poco de sombra café en mis ojos, luego el delineador, y el toque final, el delineado.
Listo, ¡por dios qué buena estoy!
Digo mirándome en el espejo, me tiro un beso, porque si yo no me subo el autoestima, ¿Quién lo hará?, tampoco puedo permitir que el mismo dependa de otras personas, si alguien puede destruirme, soy yo misma, y eso no esta en mis planes.
Agarré mi bolso y baje a la cocina, porque no me iría sin desayuno, otra cosa que debes saber, es que yo nunca salgo sin desayuno, porque soy otra persona si no como, y si ya tengo bastante mal humor a diario, cuando no como, es peor, el diablo en persona, la mismísima odiosidad en cuerpo humano.
Y, no, no exagero.
—Bellísima mi princesa —dice mi padre cuando me ve bajar, yo le sonrío y camino hacia dónde esta sentado para dejarle un beso sonoro en su mejilla.
—Igualita a su padre —digo, mi mamá me mira enarcando una ceja—. A los padres, quise decir —digo tirándole un beso.
—Ah, eso mejor —dice sonriendo, yo camino hacia ella y la beso en la mejilla también—. Siéntate y come, no vaya a ser que lleguen tarde a su primer día.
Mi padre ríe.
—No si Trini puede evitarlo.
Yo le guiño un ojo y le apunto con mi dedo.
—Y puedo evitarlo, así que… —trago lo que tengo en la boca y grito—. ¡Apúrate Benjamín!
—Estoy aquí —dice gritando en mi oído, me sobresalto y le doy una mirada de odio, mientras él solo se ríe—. Pareces loca gritando, ay no, lo eres.
—Ya estoy lista, ¿te apuras? —digo sacudiéndome los pantalones, me levanto y camino hacia el baño de la planta baja para lavarme los dientes, porque ni muerta vuelvo a subir.
Y si, teníamos dinero, la casa era grande y cada uno tenía baño en su cuarto, además de un baño para las visitas, vivíamos cómodamente, pero mi padre se esforzaba mucho cada día para darnos todos estos lujos, así que nosotros también nos esforzábamos estudiando para compensarlo y hacerlo sentir orgulloso, porque sí, aunque Benjamín fuera bastante tonto, el idiota era muy inteligente.
—¡Hazte a un lado! —dice moviéndome con su cadera, yo ruedo los ojos.
—Por favor —le digo pero él me guiña el ojo sin decir nada.
—Hasta a un lado mi hermanita preciosa —dice y deja un beso lleno de pasta en mi mejilla, yo me quedo quita mirándome como sus babas taparían todos mis poros. Él se larga a reír, yo le doy una mirada, escupo y lo miro, no lo miro, lo fulmino con la mirada, la risa de Benjamín desaparece.
—¡Esta me la voy a cobrar cuándo menos te lo esperes, vas a llegar llorando donde los papás para que te salven de mí, pero te digo algo, hermanito, ni dios te salva de mí! —le digo, él no dice nada, solo me queda mirando, me limpio la boca con la toalla y salgo del baño dejándolo sin palabras, me río al imaginarme como esta.
Cuando Benjamín estuvo listo, nos despedimos de nuestros padres.
—Nos vamos, pero Trinidad me acaba de amenazar, por si ya saben, no vuelvo —dice dramáticamente, yo ruedo los ojos, mi madre le da un pequeño golpe en el brazo.
—¡No digas esas cosas, Benjamín!
Mi padre en cambio solo se ríe.
—No puedo creer que me hayas acusado —digo moviendo la cabeza, él se encoge de hombros tirando su mochila en el asiento de atrás del Jeep.
Mi preferido, lo habíamos traído de chile, era de un color rojo profundo, imponente, los dos lo ocupábamos.
—Me he dado cuenta que aquí el aire es diferente —digo, él asiente sonriendo, sí, porque bueno, no peleamos todo el día.
—Será por la playa.
Yo niego.
—En las ciudades de chile que hay playa, no huele así.
—Mmm, no sé que será —dice, yo hago como que estoy oliendo.
—Huele a lujo —digo, él se larga a reír.
—No sé porque pensé que decías algo serio.
—Pero sí lo digo, mira este lugar —digo, él asiente mirando, las casas son tan veraniegas, lujosas, y eso que son casas de clase media, allá en chile, esta es una casa de ricos, porque las casas de clase media, gran parte de ellas están en poblaciones.
—Me acostumbraré rápido —dice sonriéndole a una chica que va por la vereda, ella se mete un mechón de pelo detrás del oído y le sonríe, yo ruedo los ojos.
—Mira por dónde vamos, o ¿Es que quieres matarnos? —digo, él vuelve a mirar hacia delante negando.
—Por dios no, tengo muchas cosas que hacer aquí —dice, yo río y le doy un empujón en el hombro, él ríe y le sube el volumen a la música.
“Pa que te Retozen” de tego calderon.
Benjamín comienza a mover la cabeza hacia adelante, al ritmo de la música, los parlantes suenan fuerte, Benja se había encargado de que tuviera unos parlantes potentes y vaya que lo eran, varios se daban vuelta a mirarnos.
¡Cómo no!
Pero a mí no me gustaba mucho esa canción así que la cambie.
“Guaya Guaya” de Don omar, comenzó a sonar por los altavoces.
Justo paramos en el semáforo, a nuestro lado freno un convertible, unos chicos comenzaron a mover la cabeza al ritmo de la música, yo me reí. Benja y yo comenzamos a hacer el mismo gesto, así que éramos cuatro moviendo la cabeza al ritmo de Don omar, porque bueno, ¿Quién se resistía a las canciones de Don omar?
Por supuesto no éramos nosotros cuatro.
—¿Son latinos? —me pregunto el chico, yo asentí y él asintió—. Me encanta su flow —dijo, no dije nada porque justo en ese momento el semáforo dio verde y Benja acelero.
—Mami, respeta el flow—dijo Benja moviendo los hombros, yo hice lo mismo riéndome.
Finalmente llegamos a la escuela, tal como en las películas, había un estacionamiento lleno de autos de todo tipo, nada comparado como en chile, algunos llegaban en bicicleta, otros caminando, en taxi, pero nadie en auto.
Definitivamente esto era un cliché.
Sonreí, porque si, m*****a sea, esto era lo quería ver.
A lo lejos, Valery y el tipo que creo se llamaba Jace, estaban al parecer discutiendo, porque ella movía las manos efusivamente y una expresión endemoniada estaba en su cara. Bueno, más tarde sabríamos, porque si algo yo era, era copuchenta como diríamos en mi país.
—¡Qué bien que llegaron! —dice Alicia acercándose a nosotros, yo me bajo del Jeep y la abrazo.—Ibamos a pasar a buscarte… —digo, ella asiente.—Si es que tuve que venirme más temprano, un trabajo —dice, yo enarco una ceja.—¿Un trabajo?, ¿El primer día de clases? —pregunto, ella se muerde el labio.—Luego te cuento —dice, yo asiento.—Bueno primita, ¿Me presentas a las chicas? —dice Benjamín dándole su mejor sonrisa, yo ruedo los ojos.—No, Benjamín, no quiero que salgas con nadie —digo mirándolo seria, él me mira.—Hermanita, ¿qué dices?—Cada vez que salgas o te acuestes con una chica, yo me voy a acostar con dos —digo colocando una mano en mi cadera, él abre los ojos, tanto que parece que se le van a salir, Alicia se esta aguantando las ganas de reír.—¿Qué dices?, si tú eres virgen —dice, yo me encojo de hombros, pero quiero reírme.—Ya sabes, Benjamín, tómalo o déjalo.—Pero tengo necesidades —lloriquea—Yo también.—Por supuesto que no, todavía eres chica —dice negando, yo nieg
Cuando llegamos al aula, Benjamín esta sentado al final, tiene el pie en una silla y la mochila en otra.—Nos guardó el puesto —le aclaro a Alicia cuando lo queda mirando, ella asiente.—¿Cosas que hacen en Chile? —pregunta, yo asiento.—Bueno pensé, que las hacían en cualquier parte, es decir, guardar puesto… —digo moviendo las manos.—Entiendo lo que quieres decir, pero como aquí es todo lujoso, solo estudiantes con padres con dinero, es diferente —dice encogiéndose de hombros, yo asiento, pero luego hace una mueca.—Allá, corríamos a las aulas para tener los mejores puestos, Benjamín siempre corría por los nuestros —digo sonriendo—. ¡Bien hecho! —digo, me siento a su lado y Alicia se sienta en donde había dejado su mochila Benja.Desde atrás vemos a cada chico entrando, y grande es mis sorpresa cuando veo entrar a Alisha con sus amigas, cuando me ve me da una mirada de desprecio, yo le doy mi mejor sonrisa y le guiño un ojo, eso parece hacerla enfadar aún más.—Esta celosa porque C
—Me acabo de encontrar a Caleb, teniendo sexo en el baño —digo divertida, Alicia sonríe rodando los ojos.—Caleb lo hace en cualquier parte, sobre todo en los armarios del conserje —dice, yo asiento.—Espera, ¿Cuántos armarios hay?—Dos.—El malote Caleb —digo moviendo la cabeza, de alguna forma esto se me tornaba interesante.—No te acerques a él, es malo para cualquier chica —dice, yo levanto una ceja.—Si se ha acostado con varias chicas, además los gemidos en el baño me informaron que la chica la estaba pasando muy bien, solo me lo quiero tirar.—¡Trinidad! —me grita Benjamín, yo le sonrío de forma angelical.—Hermanito, solo decía qué quiero tirarlo a un barranco, por sucio y pecador —digo, Alicia se atraganta con la risa, Benjamín me analiza con los ojos medios cerrados, yo en cambio sigo sonriendo.—Más te vale, pecadora —dice apuntándome con el dedo.Yo me vuelvo hacia Alicia y le susurro:—Cada vez que me lo prohibe, más ganas me dan de hacerlo —digo, ella asiente.—Suele pas
—Uff, sobreviví —digo levantándome de la silla.—Tampoco fue tan malo —dice Alice, Kate y Benjamín con nosotros hacia la salida.—Las clases sí —digo, Kate me empuja el hombro en broma, yo la miro, ella sonríe.—Harás el trabajo con Caleb —dice, yo asiento.—Le voy a dar como pelota de fútbol —digo riendo, las chicas ríen, Benjamín rueda los ojos—. En el trabajo por supuesto —digo y les guiño un ojo a las chicas, ellas asienten.—Me han dicho que es muy bueno haciendo trabajos —dice Kate, yo me río.—Eso espero porque me gustan los trabajos bien hechos.—Estoy segura que no decepciona —dice Alice.Fuera todos se suben a sus autos, Benjamín ya va llegando hacia el Jeep.—¿Te vas con nosotros? —le pregunto a Alice, ella asiente.—En la noche habrá una fiesta, en casa de Jared —dice Kate.—¿Quién es Jared? —pregunto, ellas me apuntan hacia una moto negra, un chico de cabello negro, esta sobre ella, besando a una chica.—El hermano de Caleb —dice Valery llegando a nosotras.—Mierda, ¡qué
Literal debo estar con la boca abierta porque Jared se acerca a mí y la cierra con su mano en mi mentón.¡Le dimos hasta abajo!—Hola, Jared —digo moviendo la cabeza, él sonríe y da un paso atrás.—¿No vas a decirme tu nombre?, aunque ya lo sé pero igual —dice, yo levanto una ceja.—Creo que estoy perdiendo la memoria, porque no recuerdo haberte dicho cómo es que me llamo —digo, él sonríe y se encoge de hombros.—Cuando llega alguien nuevo a ese instituto, los rumores corren rápido —dice.—¿Y qué rumores corren? —pregunto, me sirvo un vaso con agua y me doy vuelta hacia él, doy un sorbo esperando que hable.—Bueno, muchos rumores de una chica latina, morena, y exquisita —dice, yo levanto una ceja divertida—. Aunque ahora que te veo, los rumores no te llegaban ni a los talones.—¿Ese es tu coqueteo? —pregunto, afirmo mi cadera en la encimera de la cocina, él da un paso hacia mí.—Es difícil ver bellezas así por aquí, morena —dice, abro los ojos sorprendida cuando escucho que dice “more
Caleb me lleva de la mano escaleras arriba, miro hacia atrás y veo a Alice, ella me mira y me guiña un ojo, yo se lo guiño de vuelta, Caleb camina hacia el final del pasillo y luego de sacar una llave, abre la puerta.—¿Tu habitación? —pregunto una vez entramos, pero Caleb no me deja terminar porque me estampa contra la pared para comenzar a besarme. Sus manos recorren todo mi cuerpo, se quedan en mis muslos y suben de forma provocadora mi falda.Este chico sí que sabe besar, su lengua parece hacer los movimientos correctos, él baja hacia mi cuello, mordiendo y lamiendo, no puedo evitar soltar un gemido cuando una de sus manos sube y aprieta mi trasero.—Un culo exquisito, estoy ansioso de verlo sin esta falda —ronronea, yo asiento y no digo nada porque justo, su otra mano se posiciona en mi centro, por encima de la ropa interior, yo ya estoy mojada y estoy segura que él puede sentirme—. ¿Ya lista, morena?Agarro a Caleb del cabello y lo obligo a mirarme, sus ojos están negros y hay u
Cuando salgo de la habitación de Caleb, sonrío, pero rápidamente mi sonrisa se borra al ver salir a Benjamín de dos habitaciones más adelante. Él se me queda mirando fijamente.—Olvida que me viste —digo pasando por su lado rápidamente.—Difícil —dice, yo ruedo los ojos.Al bajar, veo a las chicas en la encimera de la cocina, así que rápidamente camino hacia ellas. —¡Miren quién llego! —dice Alice riendo, yo sonrío y agarro un vaso para servirme agua—. Y con la boca seca —dice cuando me bebo el vaso por completo.—¿Qué tal el trabajo con Caleb?, ¿Avanzaron algo? —pregunta Kate, yo me río y asiento.—Si, y tiene buenas ideas —digo, ella ríen.Seguimos bailando, riendo, habíamos tenido que rechazar a varios chicos que se nos habían acercado, pero yo solo tenía ojos para un chico en especial. Lo había visto mirarme varias veces, casi sentía que estaba bailando para él, porque no era solo él, yo también quería repetir.—Caleb no te quitaba los ojos de encima —dice Alice, vamos en el jeep
—¡Morena! —grita alguien, estamos todos los chicos en la mesa de la cafetería comiendo, me giro hacia la voz, para ver a Jared caminando junto con Caleb, el primero sonríe y mueve la mano efusivamente. Ambos vienen con sus bandejas en la mano.—¿Qué tal, Jared? —lo saludo cuando se sienta a mi lado en la mesa.—Hola morenita, quise venir a sentarme contigo, ¿No les molesta verdad? —pregunta a los demás en la mesa, todos niegan y él sonríe grande—. Perfecto.Caleb en cambio les hace un asentimiento de cabeza a todos.—¿Todavía no puedes olvidarme? —le pregunto sonriendo, él niega.—De hecho, anoche soñé contigo —dice, yo rio.—¿Debería empezar a preocuparme? —le pregunto divertida, él deja salir una carcajada.—Claro que no morena, no haría nada que no quisieras —dice moviendo las cejas de arriba a abajo, yo ruedo los ojos divertida.—Deja de arrastrarte, Jared —dice Caleb, yo lo miro, él esta serio mirando a su hermano, yo levanto una ceja.—Si Jared, más cuidado con tus palabras —dic